Carta del Obispo de Posadas – 18º domingo del año – 31.07.2011
“AUTOREFERENCIA O DONACIÓN”
Hace algunos domingos reflexioné sobre un tema central, aunque bastante olvidado entre los titulares que
ocupan los espacios de nuestro tiempo. El tema que reflexionamos fue sobre la santidad especialmente
como algo alcanzable para cualquier cristiano. La Iglesia siempre ha propuesto ejemplos o modelos a
imitar, enseñándonos que la santidad es posible. A algunos les puede parecer poco interesante reflexionar
sobre la santidad, y sin embargo como consecuencia de esta omisión de ideales y la ausencia de hombres
y mujeres comprometidos y con deseos de santidad, nos ha llevado a encontrarnos en este inicio de siglo
con una profunda crisis de valores, sumergidos en el reino de la mediocridad.
El 4 de agosto celebraremos a un santo, San Juan María Vianey, conocido con el nombre de Santo Cura
de Ars. Nació cerca de Lyon, Francia, en 1786. Sintió el llamado a la vida sacerdotal, sobre todo la
experiencia del amor que Dios le tenía. Al poco tiempo de haber sido ordenado sacerdote lo enviaron como
Párroco de un pequeño pueblo de Francia, llamado Ars, de no más de 300 habitantes y allí vivió con
intensidad su sacerdocio. Quizá la historia podría haber concluido allí, pero su vida, oración, predicación
sencilla, las horas y horas de confesionario y sus consejos, empezaron a tener repercusiones en toda
Francia. Desde los lugares más remotos la gente visitaba al pequeño pueblo de Ars, porque querían
conocer a ese hombre de Dios.
En este domingo al recordar al Santo Cura de Ars, quiero resaltar que la Iglesia quiso que este hombre
santo fuera el patrono de los Párrocos y de aquellos sacerdotes que trabajan en las Parroquias. Creo que
es una buena oportunidad para qué recemos por nuestros sacerdotes, que con sus dones y limitaciones
humanas, buscan dar su vida para evangelizar, para servir a Dios y a sus hermanos. Es cierto que en
varias oportunidades hago referencia a la necesidad de laicos o bien fieles cristianos que vivan esta
vocación a la santidad para transformar las realidades temporales o de un mundo con tantas sombras. Pero
también necesitamos sacerdotes y consagrados que vivan con radicalidad su vocación y busquen el
camino de la santidad. La tarea de un Pastor es indispensable e insustituible. Es el que da su vida sin
reservas para evangelizar a sus hermanos, para alimentarlos en la fe, con la Palabra, los Sacramentos, el
pastoreo y con la animación de la caridad hacia los más pobres. La Misa diaria que celebra el sacerdote
expresa el sentido de su vida, identificándose a Jesús que se ofreció en la Pascua, para salvar a todos.
Hoy más que nunca es clave el llamado a todos los cristianos y especialmente al sacerdote en esto”de
donar la vida por los demás”, el amor y el sacrificio, en una época que acentúa el individualismo y la
excesiva autorreferencia, tiene serias dificultades para comprender el significado profundo de la palabra
Amor y “Amor donado”, teniendo al otro como sujeto y no como un mero objeto para mi uso. Por eso la
Pascua, celebrada en cada Misa, sigue siendo una respuesta salvadora y sanante, en un contexto
demasiado individualista y sin consideración a los otros. Nuestra Diócesis tiene un gran crecimiento
poblacional y sabemos que los sacerdotes somos insuficientes para una atención más adecuada. La
oración y el cuidado de nuestros sacerdotes, el rezar por las vocaciones y por nuestros seminaristas será
fundamental para el futuro evangelizador de los próximos años.
El domingo 07 de agosto, celebraremos al Patrono de nuestro Seminario Diocesano que lleva el nombre
del Santo Cura de Ars, a las 11 horas será la Santa Misa con todos los que nos quieran acompañar. En
nuestro seminario actualmente viven 32 seminaristas en las distintas etapas formativas, junto a otros
jóvenes que son acompañados en su discernimiento vocacional en campamentos y en los encuentros
mensuales denominados “Emaús”. Todo ello implica algunos esfuerzos, dedicación de sacerdotes,
inversión económica para apoyar el mantenimiento y el proceso que se va dando. No dudamos en afirmar
con certeza que es Dios el que acompaña esta obra con su providencia. Pero todos como Iglesia debemos
sentirnos responsables, por eso me animo a pedirles que sigan rezando fuerte por nuestro Seminario y
seminaristas. Les agradezco todos los aportes, donaciones, bonos contribución que nos ayudan para
sostener la formación de nuestros seminaristas. Dios en este lugar tan querido como nuestro Seminario
manifiesta abundantemente, sobre todo en este último tiempo, su misericordia y providencia cuidando esta
obra que es un fuerte signo de esperanza para la evangelización de nuestra Iglesia Diocesana.
¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez