EN CAMINO
6to domingo pascua, ciclo “A”.
Por, Neptalí Díaz Villán CSsR.
- 1ra lect.: Hch 8,5-8,14-17
- Sal 65, 1-7.16-20
- 2da lect.: 1P 3,15-18
- Evangelio: Jn 14,15-21
Por obra y gracia del Espíritu Santo, y por el noble y sabio servicio del
apóstol Felipe, la predicación de la Buena Noticia dio muchos frutos. El anuncio
respetuoso del Evangelio y los frutos vistos en la comundiad de Samaría, son señal
de que el Espíritu del Señor estaba con ellos.
En este tiempo hay una fuerte y necesaria discertación acerca de la misión
evangelizadora en las Iglesias cristianas. Le debemos mucho a los misioneros y
misioneras que vinieron a estas tierras a anunciar la Buena Noticia. Es admirable ver
cómo muchas personas se desprenden de su familia, de su país, de su cultura y se
internan en las comunidades indígenas de Latinoamérica y el Caribe, en el África,
Asia y Oceanía. Pero también es cuestinante la estrategia de muchas misiones y la
forma como ha sido utilizada la religión para fundamentar invasiones, zaqueos,
destrución de pueblos y colonizaciones.
La humandiad ha sido testigo silente de choques culturales en los que la
cultura más debil desde el punto de vista bélico, siempre ha llevado las de perder.
Para no ir tan lejos, basta ver cómo nuestros pueblos latinoamericanos fueron
arrazados y esclavizados por la arrogante cultura europea, con una sed insaciable de
oro, poder y dominio, todo ello apoyados con el “Derecho Divino” y el sofisma de
anunciar el evangelio a estos salvajes. La colonización en Norte América fue más
destructora para los nativos porque los colonos ingleses se establecieron con sus
familia y lo único que buscaban era acabar como fuera a los “salvajes indios”, para
quedarse con lo único valioso que ellos tenían: la tierra.
La espada y la cruz fueron cómplices de muchos vejámenes a la humanidad.
“Antes de la misión, nosotros teníamos las tierras y ellos tenían la Biblia. Ahora nosotros tenemos
la Biblia y ellos se quedaron con nuestras tierras”. Decía un poblador Africano, quien se
lamentaba la forma como los europeos dominaron su pueblo.
Afortunadamente como Iglesia algo hemos avanzado, pero todavía nos falta.
Hablamos mucho de ecumenismo y diálogo interreligioso; pero si partimos de la
premisa de que nosotros tenemos la razón y los demás están equivocados, dudo de
Misión evangelizadora
La Iglesia es misionera o no es Iglesia, dijo el papa Pablo VI en la conocida
Carta Encíclica, Evangeli Nuntiandi (El anuncio del Evangelio). En el fragmento de
los Hechos de Apóstoles que leemos hoy vemos al apóstol Felipe en misión
evangelizadora. Viéndolo en su contexto, parecería disonante que un judeocristiano
como Felipe, se arriesgara a entrar en tierra de samaritanos a compartir su fe.
Sabemos que judíos y samaritanos tenían una histórica rivalidad que los había
llevado a maltratarse con fuertes agresiones y a guardar odios dañidos de parte y
parte.
que podamos dialogar. Si seguimos afirmando que nosotros somos la verdadera
iglesia y las demás son tan sólo un intento de comunidades cristianas llamadas a
volver al auténtico seno, que el único camino para llegar a Dios es el nuestro y en las
demás religiones hay tan sólo primitivos vestigios de religiosidad… entonces,
¿podremos entablar un diálogo abierto para comunicar experiencias de salvación y
aunar esfuerzos para construir un mundo mejor? Pongámonos en los zapatos de los
otros: ¿Será que podemos dialogar cuando sabemos que la única solución es aceptar
que estamos absolutamente equivocados?
Nos dice el fragmento de los Hechos que el gentío escuchaba con
aprobación lo que decía Felipe y la ciudad se llenó de alegría.. A pesar de ser
enemigos declarados, la presencia y la predicación del judeocristiano Felipe en
Samaría, fue causa de gran alegría. La humandidad vieja nos ha enseñado que en el
mundo hay ganadores y perdedores y que tenemos que competir, luchar contra
otros, dejar a un lado a muchos rivales y engañar, si es necesario y para ser
ganadores, para tener éxito, para estar arriba. Tenemos que hacer un nuevo ejercicio
para aprender a ganar, sin llevarnos a nadie por los cuernos, sin perdedores, sin
vencidos. Un nuevo juego de la pirinola: todos ponen, todos toman, todos ganan.
Nuestra lucha no ha de ser contra personas específicamente, sino contra la vieja
humandiad que habita en todos. Al única perdedora será la infelicidad, la
mediocridad y la muerte.
¿Entonces no vamos a comunicar nuestra experiencia de fe a otros pueblos, a
otras culturas? ¡Claro que sí vamos a comunicar nuestra experiencia de salvación!
Debemos dar razón de nuestra esperanza, escribió Pedro en la segunda lectura (1P
3,15-18). En medio de las crisis más profundas por las que puede pasar la
humanidad, de las injusticias y las opresiones, tenemos que dar testimonio al porqué
creemos, por qué vivimos en esperanza, por qué nos empeñamos en confiar en la
misericordia y en la voluntad salvífica de Dios. Porque el amor se manifestó en
Jesucristo quien murió, resucitó y sigue dando vida al mundo. Porque somos
testigos de la forma como Jesucristo transforma radicalmente la vida de las personas
y de las comunidades. Porque aunque hemos experimentado sufrimientos, como
todos los seres humanos, también hemos disfrutado las mieles de una vida nueva
conducida por e Espíritu Santo por cuyo poder fue resucitado Jesucristo de entre los
muertos.
Todos tenemos que ser misioneros y anunciar convencidos la razón de
nuestra esperanza. En nuestras casas, en nuestros trabajos, aquí, allá, en la
Cochinchina o en la Patagonia. Que otras personas tengan la posibilidad de conocer
a Jesús y seguir sus pasos, pero no podemos hacer proselitismo desprestigiando las
demás experiencias religiosas, ni imponer nada a nadie. Dar razón de nuestra
esperanza, como dijo Pedro: con mansendumbre, respeto y buena conciencia.
El Paráclito:
El fragmento del Cuarto Evangelista (o Evangelio según san Juan) que
leemos hoy, manifiesta en primera medida en qué consiste el amor a Jesús. “Si me
aman, guardarán mis mandamientos”. No se pide esto porque Él hubiera dado otra
serie de mandamientos aparte de los contenidos en la ley mosáica, o porque
impulsara el legalismo judío. Para Jesús no hay más mandamiento que el amor a
Dios, a uno mismo y al prójimo. Amamos a Jesús, somos sus seguidores en la
medida que despleguemos todo nuestro amor tal como él lo hizo.
El Evangelio que leímos hace ocho días terminaba invitando a hacer las
obras de Jesús: Les aseguro que el que cree en mí, también hará las obras que hago yo, y las
hará aún más grandes. Pues yo me voy al Padre.” (Jn 14,12). Jesús ya hizo su obra, esta es
la hora nuestra, esta es la hora de la Iglesia. Ahora nos corresponde a nosotros
continuar con su obra.
Pero continuar la obra de Jesús, amar como Él amó no es tarea fácil para
nuestra humanidad limitada y tendiente a la currupción. Para ser continuadores de
su misión necesitamos la misma dinámica y fuerza salvadora que lo impulsó a Él: el
Paráclito, el Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo. La palabra paráclito viene del
verbo griego parakalein , que significa el llamado para ayudar, acompañar, aconsejar.
Es el abogado, el intercesor, el consolador.
Jesús realizó la obra del Padre y la comundiad cristiana está llamada a
continaur la esa misión salvadora, la cual realizará sólo con la ayuda del Paráclito,
que es enviado por Jesús, de parte del Padre (Jn 15,26 y 16,7). Con la fuerza del
Paráclito la comundiad cristiana dara testimonio de Jesús (Jn 15,26) y será conducida
a la verdad plena (Jn 16,13).
Al dar testimonio de Jesús resucitado, la piedra desachada por los arquitectos,
convertida en piedra angular, necesariamente la comundiad entrará en conflicto con
el mundo. Al dejarse conducir por el Paráclito a la verdad plena (verdad que sin
lugar a dudas la encontrará en Jesús), la comundiad cristiana descubrirá la falsedad
del mundo (Jn 16,7-10). Por esto, como afirma Josep Oriol Tuñí, la comundiad que
se deja guiar por el Paráclito entrará en conflicto con el mundo: “En este contexto, el
Paráclito ha de chocar con la oposición del mundo, que continúa el proceso contra Jesús (si a mí me
han perseguido, también los perseguirán a ustedes: (Jn 15,20) y su tarea fundamental será dar
testimonio de Jesús mediante el testimonio de los discípulos (Jn 15,26-27). La oposición que
encontró Jesús la enontrarán también el Paráclito y los discípulos ” 1
Vale aclarar que en éste fragmento que leemos del Cuato Evangelista, el
término mundo tiene una connotación negativa. Aquí el mundo es todo lo opuesto
al proyecto de Jesús, el mundo del egoísmo, del afán de dinero y poder, de la
injusticia y la opresión. Es todo el sistema corrupto que atenta contra la vida, la
libertad, la dignidad y los demás derechos de las personas.
Por eso dice el texto que el mundo no conoce al Paráclito; porque sólo
entiende el lenguaje del poder y de los miedos humanos, a veces camuflados de
gradeza. El mundo no entiende el lenguje de la defensa del pobre; no sabe qué es
eso de ponerse junto al necesitado para caminar con él, para defenderlo y para
dejarnos conducir a la verdad plena.
Si caminamos con Jesús, si asumimos su proyecto y lo continuamos,
comprenderemos este lenguaje que el mundo no conoce y que combate porque
descubre su falcedad. El Paráclito será nuestro guía, nuestro consejero, nuestro
defensor; y nos ayudará a descubrir la realidad de Jesús y la equivocación del mundo.
Frente a la aparente victoria del príncipe de este mundo, comprenderemos en carne
propia la victoria de Jesús y su causa salvadora.
Oración
1 ORIUL TUÑÍ Josep, Evangelio Según San Juan. 122
Señor Jesús te bendecimos, te alabamos, te ensalsamos, te damos gracias.
Para ti sea la gloria, el honor, el reconocimiento, la bendición, porque tú eres la
expresión más patente del amor misericoridioso de Dios, Padre y Madre. A ti nos
unimos con fe, con confianza, con deseos sinceros de ser continuadores de tu obra
salvadora a favor de toda la humanidad.
Nos disponemos a ser evangelizadores con toda la Iglesia, con todas las
Iglesias, con todos los hombres y mujeres que creen en ti y en ti han encontrado
salvación y vida eterna. Te damos gracias por tantos evangelizadores y
evangelizadoras que nos han comunicado tu Palabra, tu Espíritu, tu proyecto, en
medio de los errores propios de su época, de las comprensiones, de las mentalidades
que hoy ya estamos superando. Te pedimos que nos purifiques, que nos libres de
todo tipo de fundamentalismo para anunciarte con vigor, con pasión, con fuerza,
con energía, pero también con humildad, con sencillez de corazón y con
generosidad de espíritu.
Pedimos que tu Espíritu Paráclito siempre nos acompañe. Porque como
seres humanos somos débiles, a veces fallamos, nos desanimamos, nos podemos
equivocar de camino, podemos desviar la sagrada misión que nos encomientas.
Contamos con el Parácito para que nuestras opciones, nuestra lucha, nuestra
entrega, nuestra causa, sea la tuya. Contamos contigo, contamos con el Paráclito,
cuenta con nosotros. Estamos en camino contigo, hasta el final de los tiempos…
Amén.