Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
JESÚS, MIENTRAS ORA DURANTE LA NOCHE, SE CONVIERTE EN LA TIENDA DEL
ENCUENTRO
Los dos fragmentos de la Escritura ponen el acento en la presencia y en la intervención de
Dios en la vida cotidiana. Es una presencia fuerte, que podríamos definir muy bien como
teofánica, «manifestadora de Dios». Una presencia majestuosa en la que nos demuestra
que él se encuentra situado en el centro de la vida y de la historia y que le alcanzamos,
siempre a una equidistancia entre su presencia y su trascendencia, a través del diálogo de
la oración. Moisés aparece, en la primera lectura, como el confidente de Dios. La tienda
aparece como el lugar visible donde Dios viene al encuentro de su pueblo y se deja
encontrar. El Dios afable, dialogante, que toma la defensa de Moisés, manifiesta también su
calidad de Dios amigo, dispuesto a defender a su elegido. Y también solícito a la hora de
escuchar su oración.
Jesús, el Hijo predilecto, más grande que Moisés, es también un orante; más aún, es el
lugar de la oración, la nueva tienda del encuentro donde Dios se hace presente, el nuevo
templo donde Dios se reúne con los hombres. Jesús, mientras ora durante la noche, se
convierte en la tienda del encuentro, misteriosamente iluminada por la columna de nube,
por la gloria del Señor. Una gloria que le envuelve, aunque sea en pocos momentos como
en la Transfiguración, y en la que se manifiesta a los ojos de sus discípulos en toda su
grandeza. El Jesús que camina sobre las aguas es el Dios del éxodo liberador, el Creador
que domina sobre su criatura. Y es también el Dios que se manifiesta con el realismo de un
hombre, no de un fantasma, a pesar del estupor que despierta verle caminar sobre las
aguas del lago. De ahí que Jesús, ante esta revelación, pida fe en él, confianza en su
persona. En la oración de Moisés se manifiesta nuestra oración de intercesión, que nos
hace amigos y confidentes. En la oración de Pedro se manifiesta nuestra necesidad de
salvación.
ORACION
Señor, nos gustada vivir en tu presencia, como Moisés, tu siervo amigo; como Jesús, tú Hijo
amadísimo. Sabemos que, para Moisés, la tienda era el lugar del encuentro. Mas para
Jesús, también el cosmos era la tienda cubierta por la bóveda celeste, iluminada por las
estrellas brillantes, lugar de la presencia de nuestro inmenso Padre y Creador.
Concédenos experimentar en la oración, prolongada también algunas veces durante la
noche, tu viva participación en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana; concédenos
sentir que siempre estás despierto para escuchar y acoger nuestra súplica. Queremos ser
como Moisés, que hablaba contigo como un amigo habla con su amigo. Más aún, como
Jesús, inmerso en tu corazón de Padre.
Concédenos la sabiduría de una oracin de súplica como la de Pedro: “Seor, sálvame!”.
Pero también la generosa intercesión de la oración de Moisés por todas aquellas personas
a las que amamos y queremos que se salven en el cuerpo y en el espíritu: “! OH Dios
sánalas, por favor!”.