EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar:
"¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada
por un demonio".
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor,
atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel".
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".
Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros".
Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de
la mesa de sus dueños!".
Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y
en ese momento su hija quedó curada.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre san Mateo, nº 52, 1-3
El poder de una oración perseverante
Siendo así que debería haberse sentido desanimada, la Cananea se acerca aún
más y, adorando a Jesús, le dice: «¡Señor, ayúdame!». Pero mujer, ¿es que tú no
has oído lo que ha dicho: «He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de
Israel»? Sí, lo he entendido, contesta ella, pero es el Señor...
Es porque Cristo había previsto su respuesta que difiere conceder su petición.
Rehusó su petición para subrayar su piedad. Si no la hubiera querido escuchar, no
le hubiera concedido su petición, al final... Sus respuestas no fueron para apenarla,
sino más bien para atraerla y revelar ese tesoro escondido.
Pero te pido que consideres, al mismo tiempo que su fe, su profunda humildad.
Jesús dio a los judíos el nombre de hijos; la Cananea va todavía más allá de este
título y les llama los amos, tan lejos estaba ella de ser sujeto del elogio de otro:
«Los perritos comen de la miajas que caen de la mesa de sus amos»... Y es a causa
de ello que fue admitida entre los hijos. Cristo le dice entonces: «Mujer, grande es
tu fe». Y tardó en pronunciar esta palabra y recompensar a esta mujer: «¡Que se
cumpla según deseas!». Ya lo ves, la Cananea tuvo un parte grande en la curación
de su hija. En efecto, Cristo no le dice: que tu hija sea curada, sino: «¡Grande es tu
fe, que se cumpla según deseas!» Y aún fíjate bien en esto: allí donde los apóstoles
habían fracasado y nada habían obtenido, ella lo consigue. Este es el poder la una
oración perseverante.
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