EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Libro de los Números 20,1-13.
En el primer mes, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Cin, y el
pueblo se estableció en Cades. Allí murió y fue enterrada Miriam.
Como la comunidad no tenía agua, se produjo un amotinamiento contra Moisés y
Aarón.
El pueblo promovió una querella contra Moisés diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto
cuando murieron nuestros hermanos delante del Señor!
¿Por qué trajeron a este desierto a la asamblea del Señor, para que muriéramos
aquí, nosotros y nuestro ganado?
¿ Por qué nos hicieron salir de Egipto, para traernos a este lugar miserable, donde
no hay sembrados, ni higueras, ni viñas, ni granados, y donde ni siquiera hay agua
para beber?".
Moisés y Aarón, apartándose de la asamblea, fueron a la entrada de la Carpa del
Encuentro y cayeron con el rostro en tierra. Entonces se les apareció la gloria del
Señor,
y el Señor dijo a Moisés:
"Toma el bastón y convoca a la comunidad, junto con tu hermano Aarón. Después,
a la vista de todos, manden a la roca que dé sus aguas. Así harás para ellos agua
de la roca y darás de beber a la comunidad y a su ganado".
Moisés tomó el bastón que estaba delante del Señor, como él se lo había mandado.
Luego Moisés y Aarón reunieron a la asamblea frente a la roca, y Moisés les dijo:
"¡Escuchen, rebeldes! ¿Podemos hacer que brote agua de esta roca para
ustedes?".
Y alzando su mano, golpeó la roca dos veces con el bastón. El agua brotó
abundantemente, y bebieron la comunidad y el ganado.
Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por no haber confiado lo bastante en mí
para que yo manifestara mi santidad ante los israelitas, les aseguro que no llevarán
a este pueblo hasta la tierra que les he dado".
Estas son las aguas de Meribá - que significa "Querella"- donde los israelitas
promovieron una querella contra el Señor y con las que él manifestó su santidad.
Evangelio según San Mateo 16,13-23.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué
dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado
ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de
la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará
atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el
Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a
Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de
los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita,
Señor, eso no sucederá".
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres
para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), presbítero, fundador de comunidad
religiosa, teólogo
Sermones sobre temas del día, n° 6, " fe y experiencia ", 2.4
«Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no la
derrotará»
Este es de nuevo un motivo de perplejidad para los creyentes, como leemos
en los Salmos y los Profetas, es decir, que los malvados prosperan, mientras que
los siervos de Dios parecen fracasar. Y así en tiempos del Evangelio. La Iglesia, por
tanto, tiene este privilegio especial, que no posee ninguna otra religión, a saber,
que habiendo sido fundada desde la primera venida de Cristo, no desaparecerá
hasta que Él vuelva otra vez.
Mientras tanto, en cada generación, parece que sucumbe y que sus enemigos
triunfan. El combate entre la Iglesia y el mundo, es así: parece que cada día el
mundo le gana terreno a la Iglesia, sin embargo, es la Iglesia la que en realidad se
lo gana al mundo. Sus enemigos están siempre triunfando, aparentemente
dejándola como vencida, y sus miembros se desaniman con frecuencia, sin
embargo, la Iglesia permanece...
Los reinos se fundan y se desploman; las naciones se extienden y se reducen; las
dinastías empiezan y terminan; los príncipes nacen y mueren; las coaliciones, los
partidos, las ligas, las ocupaciones, las corporaciones, las instituciones, las
filosofías, las sectas y las herejías se fundan y después desaparecen. Tienen su
tiempo, pero la Iglesia es eterna. Sin embargo, en su tiempo, parecen tener una
gran importancia...
En este momento, muchas cosas ponen nuestra fe a prueba. No vemos el
futuro; no vemos que lo que parece tener éxito ahora y crece más, no durará
mucho tiempo. Hoy, vemos filosofías, sectas y clanes extenderse, florecientes. La
Iglesia aparece pobre y impotente... Rogamos Dios, para que nos instruya:
necesitamos que nos enseñe, estamos muy ciegos. En una ocasión, cuando las
palabras de Cristo los habían puesto a prueba, los apóstoles le dijeron: "aumenta
nuestra fe" (Lc 17,5). Vayamos sinceramente: no nos conocemos; necesitamos su
gracia. Cualquiera que sea la perplejidad que el mundo nos inspira..., vayamos a él
con un espíritu puro y sincero. Pidámosle humildemente que nos explique lo que no
entendemos, que abajemos nuestro corazón cuando se obstina, y que seamos
capaces de amarle y obedecerle lealmente cuando le buscamos.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”