CRISTO, LUGAR UNIVERSAL DE ENCUENTRO
DOMINGO XX PER ANNUM
14 de Agosto de 2.011
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una
mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: Ten
compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Atiéndela,
que viene detrás gritando. Él les contestó: Sólo me han enviado a las ovejas
descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: Señor, socórreme. Él le contestó: No
está bien echar a los perros el pan de los hijos. Pero ella repuso: Tienes razón,
Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los
amos.
Jesús le respondió: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. En
aquel momento quedó curada su hija. Mateo15, 21-28
Es justo y bueno, Señor Dios, Padre de Jesucristo y de todos los hombres, que te
demos gracias los que te conocemos, y que todos los pueblos te alaben. Tu eres el
Amor no excluyente de nadie, Aliado con la humanidad entera, Casa patria y
paternal, abierta de par en par y de innumerables estancias , Lugar de encuentro y
de oración de todo el que amado por Ti se hace amante universal. En tu Hijo Jesús
has derribado los muros y barreras que nos dividen a los hombres, creando un
único hombre capacitado y comprometido para amar a todos. Con la singular
presencia resucitada de tu Cristo y la acción silenciosa y eficaz de vuestro Espíritu
las personas todas son atraídas, asumidas, animadas, purificadas y encaminadas
hacia Ti, Padre de todo y de todos, desde sus diferentes itinerarios religiosos y
respuestas de fe, ya se trate de la mujer siriofenicia o del centurión romano,
solícitos ante Jesús de la salud de su hija y de su siervo, alabados por su fe
excepcional por encima de la fe común israelita…
Bendito seas, Dios, por Jesucristo, que vino, viene y vendrá para reunir un pueblo
nuevo, sin fronteras. Nacido de mujer hebrea, de la estirpe de Abraham y de David,
se hizo ciudadano del mundo para abarcar a todos en su misericordia. El curó las
dolencias de los hombres en todos los caminos. En Él tenemos acceso al Padre
judíos y sirios, blancos, negros, amarillos y mestizos, por la fe y el Espíritu que nos
ha sido dado. Él preparó para todos la mesa de su cuerpo y de su sangre, mesa de
reconciliación y de unidad. La memoria de su muerte, Padre, nos fortalece y con su
resurrección nos alegramos., al celebrar el gran misterio del perdón y del amor en
medio de un mundo en gran parte dividido, excluyente y discriminador...
¡Ven, Señor Jesús! Envíanos tu Espíritu, que dé calor al corazón helado de esta
sociedad. Nos han hecho creer que no somos hermanos, que los nacidos más allá
de una línea marcada son extraños. Nos hemos hecho unos para otros extranjeros.
No somos todos igual de ciudadanos. Todavía para muchos, pobres, marginados,
emigrantes, extranjeros, no somos morada acogedora. Nuestras comunidades y
casas no son suficientemente un lugar de encuentro entre personas, lugar abierto a
la esperanza de los pobres… ¡Y eso que, Señor Jesús, sabemos que un mundo sin
clases ni fronteras, en el que a nadie se despida sin curar, es el signo creíble,
interpelante, fecundo y gozoso de tu presencia creadora y recreadora entre
nosotros! Y es por esto que, firmes en la fe, queremos afirmarnos y reafirmarnos
en Ti, nuestro amigo y nuestro Señor, siendo ante el mundo tu rostro y tu gloria, tu
palabra y tu obra, arraigándonos más y más en Ti para florecer y fructíficar, y
cimentando nuestras casas y nuestras cosas, no sobre la arena movediza del poder,
del tener y del placer, sino en la piedra viva y angular que eres Tú, desafiador de
destructores egoísmos excluyentes y desbordamientos consumistas, y constructor
único e indispensable de nuestra persona real y verdadera personalidad!
Juan Sánchez Trujillo