EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 19,13-15.
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre
ellos. Los discípulos los reprendieron,
pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el
Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos".
Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Clemente de Alejandría (150-v. 215), teólogo
El Pedagogo, Libro I- c.V; SC 70
«El Reino de los cielos es para aquellos que se le asemejan»
Resulta claro que la pedagogía de Cristo es, según se desprende de su mismo
nombre, la educación de los niños. Pero queda por examinar quiénes son estos
niños a los que se refiere simbólicamente la Escritura, y luego asignarles el
pedagogo. Los niños somos nosotros. La Escritura nos celebra de muchas maneras,
y nos llama alegóricamente con diversos nombres para dar a entender la
simplicidad de la fe.
Por ejemplo, en el Evangelio se dice: «El Señor, deteniéndose en la orilla del mar
junto a sus discípulos —que a la sazón se hallaban pescando—, les dijo: «Niños,
¿tenéis algo de pescado?» (Jn 21,4-5). Llama «niños» a hombres que ya son
discípulos.
«Y le presentaban niños» (Mt 19,13), para que los bendijera con sus manos, y,
ante la oposición de sus discípulos, Jesús dijo: «Dejad a los niños y no les impidan
que se acerquen a mí, porque de los que son como niños es el reino de los cielos»
(Mt 19,14; Mc 10,13-14; Lc 18,15-16). El significado de estas palabras lo aclara el
mismo Señor, cuando dice: «Si no se convierten y se hacen como niños, no
entrarán en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3; cf. Mt 19,14). Aquí no se refiere a la
regeneración (cf. Jn 3,3), sino que nos recomienda imitar la sencillez de los niños.
Son, por tanto, verdaderos niños los que sólo conocen a Dios como padre y
son sencillos, ingenuos, puros, los creyentes en un solo Dios .A los que han
progresado en el conocimiento del Verbo, el Señor les habla con este lenguaje: les
ordena despreciar las cosas de aquí abajo y les exhorta a fijar su atención
solamente en el Padre, imitando a los niños.
Por esa razón les dice: «No os inquietéis por el mañana, que ya basta a cada día su
propia aflicción» (Mt 6,34). Así, manda que dejemos a un lado las preocupaciones
de esta vida (cf. Sal 54 [55] ,23) para unirnos solamente al Padre.
El que cumple este precepto es realmente un párvulo y un niño, a los ojos de
Dios y del mundo; éste lo considera un necio; aquél, en cambio, lo ama.
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