XX Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A (Año Impar)
Introducción a las lecturas
El libro de los Jueces cuenta la historia de Israel desde la llegada a la tierra
prometida hasta el comienzo de la monarquía, un tiempo revuelto en que los
israelitas se mezclan con los pueblos ocupados y adoptan sus dioses. Los
“jueces” son líderes carismáticos, que no sólo juzgan, sino que gobiernan
durante una época en que apenas hay instituciones civiles. Su misión es
reprochar al pueblo sus constantes infidelidades (sobre todo la idolatría) frente a
la fidelidad de Dios y procurar que se enmiende para obtener de nuevo el favor
de Dios.
Algunos actos de estos jueces manifiestan, por su crueldad, que todavía estamos
en tiempos bárbaros, muy lejos del espíritu del Evangelio, aunque, por otra
parte, sean reflejo de la seriedad con que se trata de cumplir los compromisos
adquiridos ante Dios. Es importante apreciar su valor, pese a todo, situándolos
en su contexto histórico. También se ridiculiza a la monarquía, que todavía Israel
no ha inaugurado en su propio suelo: es un timbre de gloria depender sólo de
Dios, sin intermediarios institucionales. Al final de la semana, el libro de Rut
exalta los valores familiares y la bendición de Dios sobre los que le son fieles (en
este caso, las mujeres principalmente).
Nuevamente leemos una serie de parábolas de Jesús, que subrayan aspectos de
su predicación sobre el reino: el riesgo que corren los que lo rechazan, el peligro
de las riquezas, la hipocresía de los que contradicen con su conducta lo que
enseñan de palabra, la generosidad desconcertante de Dios y la radicalidad que
supone el mandamiento de amarlo con todo el ser, amando a la vez
consecuentemente al prójimo.
Celebramos la Asunción de Nuestra Señora: en ella contemplamos el destino de
toda la humanidad redimida, anticipado en María, que fue “elevada en cuerpo y
alma a los cielos”, es decir, que goza de Dios para siempre y en toda su
integridad humana.- Entre los primeros dominicos, recordamos a san Jacinto de
Polonia, evangelizador del este de Europa, y al beato Manés, hermano de santo
Domingo.- San Bernardo de Claraval es conocido por la dulzura de su
temperamento y el vigor de su espiritualidad, que conquistó a multitud de
jóvenes para la vida monástica medieval.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega (Burgos)
Con permiso de dominicos.org