FELIZ DE TI POR HABER CREÍDO
Lc 1, 39-56
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
MARIA, VIVE EL GOZO Y LA ALABANZA AGRADECIDA
María, vive el gozo y la alabanza agradecida por el don de la vida que está en ellas, signo de la
bondad de Dios y se confía con un corazón sencillo en el Señor, porque «es misericordioso
siempre con aquellos que le honran» ¿Somos nosotros conscientes de que la pobreza y la
sencillez de corazón son las condiciones esenciales para agradar a Dios y ser colmados de su
riqueza? Los frutos de las obras de Dios se desarrollan no en la agitación ni con violencia, sino
lentamente y en silencio. Dios actúa siempre en el secreto y no con ostentación, sin que por
ello el resultado deje de ser eficaz y extraordinario.
No se puede obligar a una planta a que florezca por la fuerza; precisa germinar lentamente e ir
creciendo hasta su punto de madurez y esplendor. Tampoco se pueden forzar los tiempos del
Espíritu. Dios sabe ir llevando a la madurez el proyecto de cada uno, de acuerdo con los
tiempos y momentos que sólo él conoce. Como Maria, se nos invita compartir esta ternura del
Señor confiando nuestros proyectos y nuestra misma vida a aquel que nos ha amado primero y
sólo desea nuestro bien, dirigiéndole nuestra alabanza porque «ha escogido lo que el mundo
considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para
confundir a los fuertes... de este modo, nadie puede presumir delante de Dios» (l Cor 1,27-29).
ORACION
Señor misericordioso y fiel, tú has puesto en labios de María, la oración de alabanza y
agradecimiento, haciendo germinar en su corazón la alegría, fruto de tu visita amorosa y
paternal: concédenos también a nosotros, deseosos de recorrer el mismo camino, descubrir en
la oración la actitud de alabanza agradecida, por los múltiples beneficios que nos concedes sin
mérito alguno de nuestra parte, y el agradecimiento gozoso por las maravillas que
continuamente permites pregustar en tu Iglesia y en el contacto con nuestros hermanos en la
fe.
Eres Padre de todos y no quieres que ninguno viva sumido en la tristeza sin experimentar tu
amor: haz que, sobre todo los pobres de cuerpo y espíritu, los últimos y los pecadores,
experimenten tu presencia misericordiosa y sepan confiar en ti en los momentos difíciles de su
vida sin descorazonarse o alejarse de ti.
Te pedimos además que cada uno de nosotros pueda escribir en su vida su propio Magníficat
siguiendo el modelo del de María, para poder descubrir en la oración que las riquezas que nos
confías superan en mucho nuestra pobreza y que los dones que pones en nuestras manos y en
las de nuestros hermanos son un signo de que siempre cuidas de nosotros con amor de Padre.