DESDE ENTONCES, PEDRITO PARTE EL QUESO
DOMINGO 21 ORDINARIO 011 A
Hace muchos años, cuando muchos de mis lectores no habían nacido, en mi natal
Guanajuato, estaba un día confesando una larga fila de niños de primera comunión
cuando apareció un grupo de varios jóvenes que se notaban inquietos porque
querían acercarse a mí y no podían por los niños. Los llamé y se identificaron, eran
estudiantes de leyes de la Universidad, y como estaban en un rally querían
hacerme una pregunta. Yo me persigné y me encomendé a Dios porque me
imaginaba que me preguntarían sobre derecho romano en conexión con el derecho
de la Iglesia u otras linduras, pero mi sorpresa fue grande, muy grande cuando me
preguntaron: “Díganos, Padre, cuáles son los mandamientos de la Ley de Dios”. Me
acuerdo que llamé a uno de los niños que esperaban confesarse y él les dijo
entusiastamente cuáles eran los dichos mandamientos, a los flamantes estudiantes
de leyes.
Siempre recuerdo con esto, que Jesús una vez se acercó a sus apóstoles con dos
preguntas, en las que adivino a un Cristo muy humano. De hecho, siento que como
somos tan grandes cada uno de nosotros, que nosotros mismos no somos capaces
de conocernos en su totalidad, y si quisiéramos conocernos mejor, bastaría
preguntarles a las gentes que nos conocen, que nos tratan, con las que convivimos,
y ellas nos darían datos que a nosotros seguramente se nos habrán escapado. Sin
embargo, no era precisamente esto lo que Cristo quería conocer, sino la
comprensión de su misión y de su persona. En cuestión, estando fuera del territorio
judío en Cesarea de Filipo, quizá en el camino les preguntó en primer lugar qué
pensaban las gentes de él, ya que los apóstoles se mezclaban entre la gente y los
oían. Por la respuesta, Cristo se dio cuenta que las gentes no habían entendido
cabalmente su misión y lo consideraban uno más de la bola, uno de los profetas
que de cuando en cuando aparecían en su tierra. Pero la inquietud de Cristo fue
más allá y por eso se lanzó con una pregunta más directa: “Y ustedes, quién dicen
que soy yo?”. Si los apóstoles hacía poco que lo habían reconocido como el Hijo de
Dios cuando en una madrugada tormentosa en medio del lago de Galilea lo vieron
acercarse a ellos caminando sobre las aguas, ahora el turno le tocaba a Pedro. Él no
echó mano de sus escasos conocimientos aprendidos en su niñez allá en la
sinagoga de Cafarnaúm, sino que dejó que el Espíritu Santo lo tocase y por eso su
respuesta fue clara y contundente: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!”.
Para Jesús fue un descanso oír a Pedro expresarse de esa manera, pues por fin
podía situarse frente a sus apóstoles con su verdadera personalidad y con una
misión que poco a poco irían entendiendo ellos. Y de tal manera complació a Cristo
la respuesta de Pedro que en ese momento lo nombró para estar al frente de la
Iglesia que fundaría para salvación de todos los hombres. Comienza por cambiarle
el nombre y de Simón, desde entonces se llamaría Pedro que significa roca, pues se
necesitaba algo inconmovible para soportar la salvación de los hombres en todas
las épocas de la historia, y en seguida, le promete darle las llaves del Reino de los
cielos, le promete su asistencia perpetua, que siempre será superior a cualquier
poder del mal, porque desde entonces “todo lo que ates en la tierra quedará atado
en el cielo, y todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo”. De manera
que tenemos una familia numerosa con una cabeza fuerte y sólida, que asegura la
salvación para todos los hombres. Será la única Iglesia de Jesús a la que el Papa
dará continuidad y asegurará que el mensaje de Salvación efectivamente llegue a
todos los hombres. Son interesantes en ese sentido las primera palabras de
Benedicto XVI en el balcón de la Basílica de San Pedro, porque en ellas se adivina
que el único protagonismo será el de Cristo y no el del Papa que se declara
simplemente servidor del único Rey y Señor de la historia, Cristo Jesús. Vivamos,
pues con intensidad, nuestra pertenencia a la única Iglesia de Jesús.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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