La lógica de Dios es diversa a la del mundo
17/08/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos
es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para
su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a
su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza
y les dijo: “Vayan también ustedes a mi via y les pagaré lo que sea justo”. Sali
de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la
plaza y les dijo: “¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?”. Ellos le
respondieron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Vayan también
ustedes a mi via”.
Al atardecer, el dueo de la via le dijo a su administrador: “Llama a los
trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a
los primeros”. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y
recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero
también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle
al propietario, diciéndole: “Ésos que llegaron al último slo trabajaron una hora, y
sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y
del calor”.
Pero él respondi a uno de ellos: “Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso
no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero
darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo
que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?”.
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos».
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Gracias, Señor, porque me sigues llamando y me das ahora la oportunidad de
poder tener un diálogo de amor contigo. Aumenta mi fe, porque tengo la esperanza
de que, con tu ayuda, puedo crecer en el amor para saber acoger a los demás.
Petición
Señor, que sepa abrir mi corazón y mi vida a Ti y a los demás.
Meditación
«El que narra la parábola es san Mateo, apstol y evangelista […]. Me complace
subrayar que san Mateo vivió personalmente esta experiencia (cf. Mt 9, 9). En
efecto, antes de que Jesús lo llamara, ejercía el oficio de publicano y, por eso, era
considerado pecador público, excluido de la "viña del Señor". Pero todo cambia
cuando Jesús, pasando junto a su mesa de impuestos, lo mira y le dice: "Sígueme".
Mateo se levantó y lo siguió. De publicano se convirtió inmediatamente en discípulo
de Cristo. De "último" se convirtió en "primero", gracias a la lógica de Dios, que
¡por suerte para nosotros! es diversa de la del mundo. "Mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos", dice el Señor por
boca del profeta Isaías ( Is 55, 8)» (Benedicto XVI, 21 de septiembre de 2008).
Reflexión apostólica
«Para aspirar a ser miembro del Regnum Christi se requiere solamente la voluntad
de responder más plenamente a la propia vocación cristiana con la ayuda de los
medios de formación y de apostolado que éste ofrece. No se requiere haber
alcanzado un cierto grado de santidad; ni siquiera un cumplimiento mínimo de
ciertos deberes cristianos, pues el Movimiento se concibe más bien como una ayuda
para avanzar por el camino de la vida cristiana a través de una creciente fidelidad a
los compromisos de la fe y del amor » ( Manual del miembro del Regnum Christi , n.
48).
Propósito
Acoger con una gran sonrisa a todas las personas con que tenga contacto en este
día.
Diálogo con Cristo
Dame, Espíritu Santo, la sabiduría y entendimiento para buscar siempre la unión
eliminando radicalmente la crítica y la desconfianza en mis relaciones con los
demás. Gracias por los testimonios del trabajo en equipo que día con día veo en tu
Iglesia y en el Movimiento. Quiero vivir esa alegría en mi entrega cotidiana,
especialmente dentro de mi familia, en mi trabajo, con mis amistades.
«El Movimiento es, ante todo, una verdadera familia en la Iglesia. Por eso, la vida
de los miembros se desarrolla en un marco de comunión espiritual y de caridad
fraterna, como ocurre y ha ocurrido siempre en la Iglesia desde los inicios del
cristianismo»
( Cristo al centro, n. 1833).