Carta del Obispo de Posadas. 21° domingo del año. 21 de agosto de 2011.
EVANGELIZAR LA CULTURA:
Con la realización del Congreso de Catequesis y con tantas propuestas que se van realizando en
la Diócesis en donde participan muchos cristianos que realizan un camino de formación y de
discipulado, intentamos generar las condiciones para asumir cada vez con mayor compromiso el
ser una Iglesia que renueva con mayor ardor la dimensión misionera. En este proceso vamos
ahondando la comprensión que no podremos evangelizar este inicio de siglo XXI si no nos
ejercitamos en la virtud de la caridad.
La experiencia de ser amados por Dios, y de amar al mundo y al hombre (varón-mujer) de
nuestro tiempo, así como este espacio y este momento de la historia en que el Señor nos puso
para ser sus instrumentos tienen inmediatas consecuencias espirituales y pastorales.
Por el contrario, los sectarismos e integrismos son una antigua tentación que reaparece en la
historia que vive la Iglesia, con distintos ropajes. La tentación de “grupismos” o bien opciones
pastorales exclusivas, actitudes cerradas que han terminado muchas veces en formas sectarias,
son los que se sienten mejores, los salvadores y los que siempre miran al mundo y a los que no
están con ellos, como sospechosos. De esta especie que son estilos integristas, en nuestros días
los hay de derecha, de izquierda o con otras motivaciones, pero siempre enraizados en la
soberbia. Es fundamental entender que el hecho de que la Iglesia posea los tesoros de la
revelación, no impide que podamos encontrar en el mundo muchos valores, presencias de Dios,
“Las semillas del Verbo”. Por ello de diversas maneras en este tiempo pos-sinodal nuestras
comunidades van tomando algunos temas como ejes de formación y discipulado. Entre esos
temas esta el de “la vida”, pero también en asambleas parroquiales o en los mismos consejos
pastorales, se van asumiendo las orientaciones de nuestra Diócesis en relación a las propuestas
hechas sobre jóvenes, laicos y familia.
El texto de este domingo (Mt. 16, 13-20) nos señala que al igual que el apóstol Pedro la Iglesia
debe siempre confesar: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo”. Acompaados con la certeza
que nos dio el Seor: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare Iglesia y el poder de la muerte
no prevalecerá contra ella” (Mt. 16, 18). La Iglesia entiende su identidad, vocacin y misin en la
confesión de la persona de Jesucristo, su Señor y maestro.
En este domingo en que reflexionamos sobre el pasaje del Evangelio que se refiere a la confesión
del Apóstol San Pedro, creo oportuno recordar un texto del documento “Jesucristo Seor de la
historia”, que expresa esta dimensin de la Iglesia que desde su conversin a Jesucristo busca ser
abierta y servir a la humanidad. Este documento fue escrito por los Obispos argentinos con
motivo del ao jubilar y nos decía: “ La Iglesia se sabe enviada por Jesucristo vivo al encuentro
de los seres humanos de todos los tiempos. Por eso, cuando la familia humana comienza a
transitar un nuevo milenio, ella quiere renovarse en su vocación de acompañar y servir a la
humanidad. La Iglesia del tercer milenio, arraigada en los sentimientos de Cristo Jesús, quiere
experimentar como suyos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres
de este nuevo tiempo; desea ardientemente sentirse íntima y realmente solidaria del género
humano en esta etapa del camino. Esta vocación a la compañía y la solidaridad es la que se
expresa cuando afirmamos que la Iglesia es el Pueblo de Dios peregrino. Pero por el mismo
hecho de ser peregrina, sabe que también sus hijos desde los laicos hasta los obispos cometen
errores, caen, se resisten a la conversión. Por eso reconoce que debe estar dispuesta a pedir
perdón y a renovarse permanentemente bajo el impulso del Espíritu Santo. Sin embargo, la
Iglesia es siempre, con sus luces y sus sombras, signo e instrumento de salvación para todos los
hombres”. (21)
Junto al Apóstol Pedro que confesó a Jesús: “Tú eres el Mesías el Hijo del Dios Vivo” queremos
como Iglesia ser testigos e instrumentos de evangelización y humanización en nuestro tiempo.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. Juan Rubén Martínez.