XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Camilo Maccise, OCD
1. Para conocer a una persona no es suficiente leer los datos en su Documento de
Identidad. Es necesario tener un curriculum vitae que ya nos da mayor información
de lo que es y de lo que ha hecho. Sin embargo, no basta tampoco eso. Hay que
tratar directamente a esa persona o convivir con ella un tiempo suficiente. Las
personas se van manifestando lentamente y las circunstancias de la vida en las que
se desarrolla, el ambiente en que nació y vive, las dificultades que ha tenido que
enfrentar, sus cualidades y limitaciones van apareciendo en el contacto con la
realidad cambiante. Sólo personas que han tenido la experiencia de vivir con otros
pueden darnos una idea de que cómo son, qué han hecho, cuáles son sus intereses
y sus proyectos y de ese modo nos ayudan a entrar en contacto con ellos.
2. En el evangelio de hoy, Cristo se dirige a nosotros y nos pregunta sobre la idea
que tienen los demás de su persona y de su proyecto. Como los discípulos podemos
responderle, a partir del mundo en que vivimos: unos afirman que fuiste sólo un
gran hombre, el más grande que ha existido y que tu programa centrado en el
amor es el único que puede realmente abrir caminos para mejorar nuestro mundo y
lograr una paz basada en el perdón y la reconciliación, en la justicia y en la
solidaridad. Otros, podemos decirle, afirman que fuiste un idealista que predicó algo
imposible. No faltan, añadimos, quienes sostienen que fuiste un revolucionario o
guerrillero que lideró al pueblo de Israel para liberarlo de la esclavitud de los
romanos y que fracasó en ese intento. Como a los discípulos, Jesús se dirige a
nosotros y nos interroga: y ¿vosotros quién decís que soy yo?
3. Le podemos responder recitando lo que aprendimos en el catecismo: eres el Hijo
de Dios que se hizo hombre para salvarnos. Pero esa respuesta sería sólo teórica si
no está sostenida por un conocimiento experiencial de su persona que vamos
adquiriendo en la medida en que leemos y meditamos los evangelios que nos lo
muestran actuando lleno de misericordia, liberando de toda esclavitud, cercano a
nosotros porque vive en nosotros: "yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin
del mundo", y se da a nosotros en la eucaristía que nos comunica su vida.
Entonces, como verdaderos discípulos suyos seremos testigos no de una teoría,
sino de una persona, Jesús de Nazaret, de su vida y de su resurrección y una señal
de su presencia en la historia.
Camilo Maccise