Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Adviento,
Semana No. 2, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Elías volverá * Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y
nos salve. * Elías ya ha venido, y no lo reconocieron
Textos para este día:
Eclesiástico 48,1-4.9-11:
Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les
quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el
cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te
compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el
cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que
estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel.
Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.
Salmo 79:
Pastor de Israel, escucha, / tú que te sientas sobre querubines, resplandece; /
despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los ejércitos, vuélvete: / mira desde el cielo, fíjate, / ven a visitar tu viña, /
la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido, / al hombre que tú fortaleciste. / No nos
alejaremos de ti: / danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
Mateo 17,10-13:
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen
los escribas que primero tiene que venir Elías?" Él les contestó: "Elías vendrá y lo
renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que
lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de
ellos." Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
 
Homilía
Temas de las lecturas: Elías volverá * Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y
nos salve. * Elías ya ha venido, y no lo reconocieron
1. Una palabra de fuego
1.1 La Biblia asocia más de una vez a Elías con el fuego (1 Re 18,25; 2 Re 1,10.12;
Sir 48,1). Su palabra purifica, trae ardor de fe y provoca incendios que propagan el
celo por la causa de Dios. Quizá tal es la esencia de este profeta: el celo, es decir,
el amor que reclama sus derechos.
1.2 Este mismo ardor brilla en Juan Bautista. Como Elías, también Juan fue
perseguido por quienes tenían el poder. Su palabra no pudo ser detenida por
amenazas, y aun muerto es elocuente en su coherencia, su vigor, su amor
inquebrantable.
1.3 Es posible que a nosotros un amor así nos parezca exagerado. Preferimos tal
vez una fe sin fanatismos, sin excesos, sin mucho compromiso. El problema de una
religión así es que fácilmente se vuelve cómplice de los intereses de los poderosos
de este mundo. Una fe acostumbrada a no sufrir es una fe acostumbrada a
negociar, a evitarse problemas, a venderse por el precio espúreo de una aparente
calma. Por eso, de tanto en tanto necesitamos profetas de fuego.
2. Profeta de los derechos de Dios
2.1 El que habla en nombre de Dios y de sus derechos se expone a dos cosas, y
ambas las sufrió el Bautista. En primer lugar, "no lo reconocieron"; en segundo,
"hicieron con él lo que quisieron".
2.2 Reconocer a los enviados de Dios es admitir sus credenciales, que no son otras
sino su fidelidad al Dios que les envía. Por eso dijo Cristo: "Jesús exclamó y dijo: El
que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado. Y el que me ve,
ve al que me ha enviado".
2.3 Es un pequeño problema epistemológico el que aquí asoma: ¿cómo saber que
alguien es enviado por otro sin conocer a ese otro? Es necesario, dirá san Juan,
recibir el testimonio, y esto es lo que realizan las obras de Cristo y de los que son
de Cristo; tales obras son señales capaces de despertar nuestra conciencia y
dirigirla al conocimiento del Padre y de su enviado.
2.4 Mas los que no miran las obras ni se interesan por la fidelidad no pueden
reconocer a los enviados de Dios y por eso sólo les interesa demostrar que tienen
más poder que los profetas. Maltratando al profeta, o incluso matándolo, pretenden
demostrar que no tiene poder alguno. Mas su inicuo obrar lo único que prueba es
que Dios prefiere instrumentos frágiles, pues no quiere revelarse en la ostentación
sino ne la sencillez .
3. Cristo en su pasión
3.1 Nuestro Señor anuncia su propio destino, que seguirá la regla común a los
enviados. Tampoco a Cristo se le reconocerá como enviado, y también a él le
tratarán a su antojo. Estremece pensar que la pasión del Señor es un punto más en
la larga serie de los que han sido desconocidos y torturados. Su sangre recoge la
sangre de tantos otros.
3.2 La Eucaristía, pues, es la catequesis suprema de la constancia en la misión.
Cristo, el Misionero por excelencia, revela en su Cuerpo "entregado" y en su Sangre
"derramada" el precio de la fidelidad al Dios que es digno de toda honra y de todo
amor.
Fr. Nelson Medina, O.P.