II Semana de Adviento
Sabado
San Juan Bautista es el cumplimiento del anuncio de Elías, la llegada de
Jesús Salvador
“Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron:
«¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?».
Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os
digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que
hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre
tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos
comprendieron que se refería a Juan el Bautista” (Mateo 17,10-13).
1. En aquel valle de Jericó, junto al Jordán, predicaba el Bautista,
cerca del camino de caravanas que de Perea van hacia Jerusalén. Tiene
cuerpo robusto, la piel curtida por el sol; cabellos largos. Resistente, parco
en comer y hablar. Mirada profunda, exigente. Voz poderosa, que llega.
Valiente, cumple su misión: " voz del que clama en el desierto ." Sus
discípulos preguntan a Jesús sobre la venida de Elías, que debe preceder a
la del Mesías. La respuesta de Jesús es clara: “ Elías ya ha venido” , es
Juan Bautista. Cumplió el encargo de Elías: ser el profeta de la última hora
y preparar al pueblo para el reino de Dios. San Juan Crisóstomo alaba así su
tarea: «Es deber del buen servidor no sólo el de no defraudar a su dueño la
gloria que se le debe, sino también el de rechazar los honores que quiera
tributarle la multitud... San Juan dijo “ quien viene detrás de mí, en
realidad me precede ”, y “ no soy digno de desatar la correa de sus
sandalias ”, y “ Él os bautizará con el Espíritu Santo y el fuego ”, y que
había visto al Espíritu Santo descender en forma de paloma y posarse sobre
Él. Por último atestigu￳ que era el Hijo de Dios y a￱adi￳ “ he ahí al Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo ”...
”…Juan, haciendo oficio de amigo, tomó la diestra de la esposa, al
conciliarle con sus palabras las almas de los hombres. Y Él, tras haberles
acogido, los ligó tan estrechamente a sí mismo que ya no regresaron a
aquél que se los había confiado... [Jesús] lo llam￳ “amigo del esposo”, pues
sólo él asistió a su boda».
A Elías se le reserva para " reconciliar a padres con hijos y
restablecer las tribus de Israel ". Un papel de reunificador. Esta venida
(en san Juan) no es reconocida por muchos. Hoy también hay carismas...
quizá tampoco reconocemos al Señor, que viene en ciertas personas y
acontecimientos (Adien Nocent). " Y no lo reconocieron, sino que lo
trataron a su antojo ". Dios está junto a nosotros, en nuestra vidas y en
las vidas de los que nos rodean. Y pasa desapercibido.
" Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de
ellos ". Solo hay creatividad en agonía o éxtasis, se dice… las pruebas de la
vida pueden servir para algo muy bueno, como aquel fraile recluido nueve
meses en una estrecha y oscura prisión, entre sufrimientos y privaciones
escribió los más profundos y bellos poemas espirituales de literatura
castellana. Cuando en la oración dejo de pensar en el “yo”, y quiero llegar
al “Tu” divino, cuando dejo de “oírme” y comienzo a escuchar a Dios,
cuando hay silencio al mismo tiempo que apertura de corazón, cuando hay
sinceridad ante el espejo del alma, hay comunión con Jesús.
Rezamos desde lo profundo de nuestro ser: «Oh Dios, restáuranos»,
«que amanezca en nuestros corazones tu Unigénito, y su venida ahuyente
las tinieblas del pecado y nos transforme en hijos de la luz» (oración).
“El bautismo es el punto final del Antiguo Testamento y el punto de
partida del Nuevo. Tenía como promotor a Juan, el Bautista, ´ porque
entre los hijos de mujer no ha habido uno mayor que Juan el
Bautista ’ (Mt 11,11) Juan era el último de una serie de profetas, porque
todos los profetas y la ley anunciaron esto hasta que vino Juan ” (Mt
11,13) El inaugura la era mesiánica, tal como está escrito: ‘ Comienza la
buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios...Apareció Juan el
Bautista en el desierto...Juan bautizaba ’ (cf Mc 1,1.4). (…) Todos los
profetas eran admirables, pero ninguno es mayor que Juan el Bautista (…)
en el claustro del seno materno saltó de gozo. Sin ver con los ojos de la
carne, bajo la acción del Espíritu Santo, reconoció al Maestro. La grandeza
del bautismo pedía un guía grande en el inicio de la nueva era” (San Cirilo
de Jerusalén).
San Agustín tuvo la experiencia de su conversión, de ese itinerario
largo hasta acabar rendido ante la Verdad: "¡Tarde te amé, hermosura
soberana, tarde te amé! Y Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por
fuera te buscaba; y me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste.
Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti
aquellas cosas que sin Ti no existirían. Me llamaste y clamaste, y
quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera,
exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora
siento hambre y sed de Ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que
procede de Ti" (San Agustín).
Al acabar esta semana vemos el sendero que nos marca el Señor,
que nos señala Juan Bautista con su vida: ir a la luz, dejarse querer por
Jesús (el buen pastor): " Como un pastor apacentará su rebaño,
recogerá con su brazo los corderillos, los tomará en su seno, y
conducirá él mismo las ovejas recién nacidas " (Is 40, 41). Y nosotros
colaborar con el Señor: "Cristo espera mucho de tu labor. Pero has de ir a
buscar las almas, como el Buen Pastor salió tras la oveja centésima: sin
aguardar a que te llamen. Luego, sírvete de tus amigos para hacer bien a
otros: nadie puede sentirse tranquilo —díselo a cada uno— con una vida
espiritual que después de llenarle, no rebose hacia afuera con celo
apostólico." (San Josemaría Escrivá). Juan no se echará atrás cuando el
viento, el ambiente frívolo, le azote, y más adelante dará su cabeza al
verdugo de Herodes, para que la Verdad siga viviendo.
Siguiendo el hilo de esta exigente llamada del Maestro, podemos
revisar cómo nos va el examen de conciencia, ese repaso al corazón, cada
día. "Y estas páginas blancas que empezamos a garabatear cada día, a mí
me gusta encabezarlas con una sola palabra: ¡Serviam!, ¡serviré!, que es
un deseo y una esperanza.... Y digo al Señor que vuelvo a empezar, Nunc
coepi!, que vuelvo a empezar con la voluntad recta de servicio y de
dedicarle mi vida, momento por momento, minuto por minuto" (S. Canals).
Su finalidad es un conocimiento más profundo del estado de nuestra alma,
y del conocimiento de la voluntad de Dios y de cómo vamos en cumplirla.
Ahí nos preguntamos: “¿D￳nde está mi coraz￳n?” Ahí reconocemos detalles
de vanidad, el buscar aplausos; quizás resentimientos y antipatías;
sensualidad o rutina… pero todo ello no importa, si acaba con un acto de
amor, de no dejarse llevar por el desánimo sino “arreglar” las faltas de
amor con un acto de amor, recomenzar, volver a empezar… y por eso va
bien terminar con un propósito. El examen nos predispone a tener un
corazón nuevo, para preparar esos caminos del Señor como San Juan, del
que decían: “ ¿Quién pensáis ha de ser este niño? Porque la mano del
Señor estaba con él " (Lc 1, 57-66). Señala la presencia de Jesús y
proclama: “ ése es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del
mundo ”,
Es la humildad de no querer brillo propio sino mostrar la luz del
Señor. Fortaleza de dar la vida, de quitar lo que nos aparta de Dios, pues la
debilidad se transforma en fortaleza cuando se aparta la ocasión. Apartar
significa con frecuencia huir de las ocasiones de enfriamiento, con pequeños
sacrificios en el cumplimiento del deber, ofrecer esos actos de
entregamiento por las intenciones que llevamos en el corazón.
2. Los escribas esperaban el retorno de Elías... Jesús dice que Elías
ya ha venido... ¡es El, Jesús, el nuevo Elías!... -“ El profeta Elías surgió
como fuego, su palabra ardía como una antorcha”. El fuego es una
imagen constante en la Biblia, para simbolizar a Dios. En el Sinaí, Dios se
manifestó en el fuego de la tormenta. Es natural que el portador de la
voluntad divina tenga un rostro de fuego. El fuego será el instrumento de la
purificación última de los últimos tiempos. Esa imagen sugestiva proviene
seguramente del hecho que, en los sacrificios primitivos, el fuego era el
elemento que unía el hombre a Dios. Se comía luego la víctima para
consumar la comunión con Dios.
-“ Elías, por tres veces, hizo caer fuego del cielo. Juan Bautista
dirá: "El que viene detrás de mi, os bautizará en el Espíritu Santo y
el fuego..." (Mateo 3,11). Y Jesús dirá: « He venido a traer fuego sobre
la tierra y ¡cuánto desearía que estuviera ya encendido ...!» (Lc 12,
49). Y, en Pentecostés, " vieron aparecer unas lenguas, como de
fuego ..." (Hch 2,3). ¡Dios. Ven a abrasarnos, a purificarnos! ¡Ven a
alumbrarnos, a guiarnos!
-“ Elías, tú que fuiste arrebatado en torbellino de fuego, en
carro de caballos de fuego” . Escucho la revelación. Acepto esas palabras
como unas imágenes: a su muerte, el profeta es «arrebatado en Dios»...
-“ Fuiste designado para el fin de los tiempos ”. Es el anuncio del
famoso «retorno de Elías» del que los escribas hablaban en tiempo de
Jesús, al preguntarse si no sería Juan Bautista, o Jesús. Esto debe
interpretarse, pues, espiritualmente. Para calmar la ira antes que estalle...
Para reconducir el corazón de los padres a los hijos... y restablecer las
tribus de Jacob... Dichosos los que te verán, dichosos los que se durmieron
en el amor del Señor, porque también nosotros poseeremos la verdadera
vida. Jesús dijo que había venido a asumir la función de Elías, el profeta. Sí,
vino a «calmar la ira antes que estalle», y a «conducir de nuevo los
corazones de los padres a los hijos»... Esa es la función confiada a la Iglesia
y a los cristianos: ser signos de la venida de Dios en el mundo. Para eso
recibimos, en Pentecostés, el fuego del Espíritu Santo (Noel Quesson).
3. Pedimos al Señor en el salmo que nos “ guíe como un rebaño; tú
que estás sentado entre querubes, resplandece (...) ¡despierta tu
poderío, y ven en nuestro auxilio! ”, y nos proponemos: “ Ya no
volveremos a apartarnos de ti; nos darás vida y tu nombre
invocaremos ”.
Llucià Pou Sabaté