Da a los ricos lo que es suyo y a los pobres de lo que es tuyo
Domingo 3º. Adviento 2012 C
El presente domingo, tercero de Adviento tiene claramente dos partes, y aunque fuera por
encimita, se siente la fragancia, el aroma de los montes, del agua que corre y baja
inundando de alegría los corazones y los valles de los hombres por la presencia del Señor
entre nosotros. Ya el profeta Sofonías inaugura los textos de la Escritura invitándonos a no
desfallecer en medio de las dificultades, y que nuestras manos no desfallezcan, porque el
poderoso Señor está en medio de nosotros, se goza y se regocija entre nosotros, nos ama y
se llena de júbilo por nuestra causa. Pero luego viene el Apóstol San Pablo a reafirmar el
aserto del profeta: “alégrense siempre en el Se￱or, alégrense, el Se￱or está cerca, no se
inquieten por nada, más bien presenten en toda ocasión sus peticiones en la oración y la
súplica, llenos de gratitud”. ¡Qué gran consejo del Apóstol, nada del otro mundo, no se
apuren, no vivan preocupados, no vivan en la angustia del día de mañana, porque el Dios
que es Padre, que es amigo y que es hermano vive entre nosotros, en nuestras casas, en
nuestro trabajo y en nuestras diversiones, pero necesitamos sentirlo cerca, invocarlo,
hacerlo presente en nuestra oración, una oración sencilla que Apóstol describiría como la
de un hijo, cercano al corazón del Padre y no la de un esclavo, con cadenas y aherrojado.
Dios es nuestro Padre y a él confiamos el cuidado de nuestro mundo.
Pero la segunda parte de nuestro texto, está marcado por la presencia de Juan el Bautista,
presente en las márgenes del río Jordán, donde él logró captar las miradas y los oídos de
muchas gentes que dejaron el templo y sus sacerdotes, para venir a escucharlo a él pues la
palaba de los profetas hacía mucho que no escuchaba y era entonces la gran novedad. En
torno suyo se agrupaban los pobres, que eran la gran mayoría, pero también gente pudiente,
acomodada, bien vestida y con abundancia de comida. También se desplazarían los
comerciantes y mercaderes. San Lucas no se detiene en detalles, e inmediatamente nos
describe la pregunta de aquellas gentes: “¿Qué debemos hacer?”. Nosotros creeríamos que
los invitaría a convertirse, a hacer penitencia, a meterse con él al desierto, o a lo mejor a ir
al templo a rezar, a ponerse de rodillas, pero nada de eso, simple y sencillamente les dice:
“Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y a quien tenga comida, que
haga lo mismo”. Prácticamente los invitaba a desnudarse, a dejar sus vestiduras para poder
ser bautizados. Qué asombroso, se parece mucho a lo que Cristo mismo vendrá a decirnos,
pues el camino al Padre pasa por la casa de nuestros hermanos, y no podremos decir que ya
somos seguidores de Cristo porque vamos a misa y rezamos y vamos en peregrinación a la
Villa de Guadalupe. Para ser discípulos de Jesús tenemos que vivir en la justicia, dando a
cada uno lo que le corresponde y vaya que de nuestras propias cosas más de una de ellas le
corresponde a nuestro prójimo, y no podemos declararnos seguidores suyos si tú tienes con
que cubrirte y tienes techo y tu hermano no tiene nada. También los publicanos que habían
venido a que los bautizara le preguntaban lo mismo y les aconsejó no cobrar más de lo
establecido, pues ellos estaban acostumbrados a cobrar para Roma, pero dejando su propia
tajada. Finalmente a los mismos soldados del templo les remarc￳: “No extorsionen a nadie,
no denuncien falsamente, sino conténtense con su salario”.
¿Qué sacamos en claro los cristianos? Si queremos aquella alegría de la que hablábamos al
principio, vamos a convertir nuestros corazones comenzando por vivir en un interés
desmedido por tus hermanos más necesitados, alegrando el camino de los que tienen más
difícil el camino, sin entorpecer los pasos de los que quieren vivir en la paz y en la
fraternidad, e indudablemente, quitando de nuestro medio y de nuestros corazones todo lo
que puede apartar a nuestros hermanos de la distribución de los bienes que el Señor Jesús
ha destinado para todos los hombres. Eso constituirá una perfecta Navidad este año.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en alberami@prodigy.net.mx