I M ARTES DE A DVIENTO
T IEMPO DE BUENOS A UGURIOS
Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y
de su raíz florecerá un vástago . Habitará el
lobo con el cordero , la pantera se tumbará con el
cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un
muchacho pequeño los pastorea ” (Is 11, 1-10)
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y a los entendidos, y las has revelado a la
gente sencilla” . (Lc 10, 21-24)
Que en sus días florezca la justicia y la
paz hasta que falte la luna” (Sal 71).
M EDITACIÓN
¡Cómo necesitamos los buenos augurios! En un momento de acoso de
circunstancias adversas, la voz del profeta se eleva contra tanto comentario pesimista
para anunciar un futuro de paz, de convivencia, de florecimiento fecundo de la creación
entera.
Estas verdades sólo las creen los que con corazón sencillo dan fe a la Palabra,
quienes se fían de Dios, de su Providencia, y a pesar de tener que atravesar por desiertos
y arideces interiores, albergan la certeza de que la Palabra de Dios se cumple.
Nuestra expectación no se limita a una mejora social, que la deseamos de todo
corazón, sino a que el alma sienta el consuelo de la paz interior, representada en la
convivencia del lobo y el cordero; el gozo profundo porque se instaura la justicia, que es
santidad de vida, bien hacer.
Las personas de buena voluntad y los humildes son profecía histórica de un
tiempo nuevo. Ellos, en medio de nuestra sociedad, mantienen la antorcha de la espera
paciente y confiada, apoyados en la serena percepción íntima de la ayuda de Aquel que
no nos abandona, aun en medio de la estepa.
S ÚPLICA
Dios mío, “rige a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud”.
O BSERVACIONES
¿Percibes signos esperanzadores en tu entorno?
¿Eres capaz de señalar algunos testimonios de personas cercanas que viven, en
medio de la prueba, con serenidad?
¿En quién pones tu confianza?
¿Das gracias a Dios por el don de la fe, que te hace posible iluminar la realidad?