I M IÉRCOLES DE A DVIENTO
T IEMPO DE ASCENDER AL M ONTE DEL S EÑOR
“Aquel día, el Señor de los
ejércitos preparará para todos los
pueblos, en este monte, un festín de
manjares suculentos, un festín de vinos
de solera. La mano del Señor se posará
sobre este monte ” (Is 25, 6-10). “Jesús,
bordeando el lago de Galilea, subió al
monte y se sentó en él” (Mt 15, 29).
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: -«Me da lastima de la gente»
“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22). Aniquilará la muerte para
siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su
pueblo lo alejará”
M EDITACIÓN
¿Quién no ha experimentado, cuando está con los que ama, que todo le es
suficiente y, al contrario, cuando penas por la ausencia de los tuyos, nada te satisface?
Ante la Palabra de Dios, que no cesa de referirse al “monte”, ¿de qué monte se
trata, donde se nos ofrece tanto manjar?
En el contexto de las mismas lecturas, en las que aparece Jesús, sentado sobre el
monte, se descubre muy bien que Él es quien nos ofrece los manjares, y los vinos de
solera. Él multiplica el pan, y se dará a sí mismo en el cáliz de la última Cena.
Creer en Jesús es la razón esencial de sentirse satisfechos, colmados de
abundancia, porque la certeza de su amor, de su compasión, ternura, cercanía,
acompañamiento son los mejores bienes que nos pueden servir, el mejor banquete.
Creer en Jesús posibilita siempre la experiencia de la satisfacción profunda, que
sacia toda ansiedad, representada por el hambre y la sed. Él es el Pan de Vida; el agua
viva, la mesa santa, el monte colmado de bienes, para todos los que a Él se acercan.
La Palabra no nos tiende una trampa, para quedar sumergidos en una expectación
descomprometida. Jesús pide a sus discípulos lo poco que creen tener. Somos invitados
a colaborar con la Providencia divina.
S ÚPLICA
“Habitaré en la casa del Señor por años sin término”
S OLIDARIDAD
¿Puedes decir que alguien ha sentido, por tu generosidad, que le ha llegado el
alivio a su necesidad de pan o de sentido?