II L UNES DE A DVIENTO
T IEMPO DE ABRIRSE A LA BELLEZA
Recurrir a hablar de la belleza te puede
parecer evasión, juego de palabras o arte de
endulzar lo amargo de la vida, pero que no es capaz
de evitar el dolor del mundo.
El sufrimiento puede ser penoso o redentor,
carga insoportable o motivo de amar más. Hoy la
Palabra de Dios se recrea en un paisaje maravilloso,
y no por ello deja de ser mensaje consolador. “El
desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el
páramo y la estepa, florecerá como flor de
narciso, se alegrará con gozo y alegría . Tiene la
gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor,
la belleza de nuestro Dios”.
M EDITACIÓN
“Gozo”, “alegría”, “regocijo”, “belleza”, “flores”, “gloria”, “justicia”, “paz”…
¿Quién no descubre en esta letanía un mensaje colmado de esperanza, una invitación
sincera a romper con la pena y la aflicción?
En el lenguaje profético, como sucede en la poesía, es más lo que se intuye que la
literalidad del texto. Más lo que se apunta, que lo que define, más lo que se
experimenta, que aquello que se puede expresar con palabras, por escogidas que sean.
Hoy, las lecturas ofrecen una conjunción muy significativa. La belleza acontece
en el alma. La justicia y la paz se besan. «Hombre, tus pecados están perdonados».
Jesús nos revela en qué cosiste el florecer del páramo, la curación de toda parálisis: en
la experiencia del perdón de los propios pecados.
¡Cuánto bloqueo injusto! ¡Cuánta incapacidad arrastrada indebidamente! Si
acudiéramos al regalo de la misericordia divina, percibiríamos la mayor libertad interior
de movimientos. Déjate perdonar, ábrete a la Palabra más entrañable de Jesús.
Con este texto se puede comprender lo inestimable del servicio de los amigos, de
quienes acompañan con fe a los que se creen irrecuperables. El Evangelio nos invita a
que nos convirtamos en personas reconciliadas o en acompañantes solidarios para que
otros descubran el don del perdón.´
S ÚPLICA
“Concédenos, Señor, la alegría de tu misericordia”.
A COMPAÑAMIENTO ESPIRTUAL
¿Tienes a alguien que te ayude en el camino espiritual? ¿Te vales por ti mismo?
¿Descubres el beneficio de la referencia amiga que te ayuda para el bien?
¿Has ayudado a alguien a que recupere la paz interior?