II S ÁBADO DE A DVIENTO
T IEMPO DE NOVEDAD
“Está escrito que te reservan para el
momento de aplacar la ira antes de
que estalle, para reconciliar a padres
con hijos” (Ecco 48, 1-4)
“Elías vendrá y lo renovará todo”
(Mt 17, 10-13).
M EDITACIÓN
Sorprende la afirmación bíblica de que se deban reconciliar los padres con los
hijos. Normalmente, creemos que son los hijos los que deberían volver hacia los padres.
Se juzga que es un movimiento de inmadurez permanecer en la emancipación filial. El
evangelio de San Lucas se hará eco de la misma afirmaci￳n profética: “Para hacer
volver los corazones de los padres a los hijos” (Lc 1, 17).
El profeta Ezequiel advierte en el mismo sentido. “Y dije a sus hijos en el
desierto: No sigáis las reglas de vuestros padres, no imitéis sus normas, no os
contaminéis con sus basuras” (Ez 20, 18).
En las expresiones reveladas descubrimos, al hilo de la lectura del Evangelio que
hoy proclama la liturgia, una llamada a la renovación, más que al retorno a lo antiguo,
representado por la generación más adulta.
No es una legitimación de la ruptura generacional, sino una forma de decir que se
ha de mirar hacia adelante, sin mitificar el título de mayor para imponer de forma
despótica la forma de ser y de pensar.
La actitud a la que nos llama el Adviento es la de mirar hacia adelante, en la
medida en que lo viejo ha pasado. El argumento de autoridad no son los años, sino la
autenticidad, la frescura de la novedad de vida, en seguimiento de lo que se sabe que es
mejor.
S ÚPLICA
“Danos, Se￱or, un coraz￳n nuevo”.
C UESTIONES
¿Te afirmas en tus puntos de honra, para defenderte de la novedad que se te
anuncia?
¿Te justificas en el argumento de autoridad para no abrirte a la renovación?
¿Abandonas lo que hay en ti de viejo y caduco, para optar por la novedad de vida?