III L UNES DE A DVIENTO
T IEMPO DE PROFECÍA
“A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,
pondrás la mano sobre la cerviz de tus
enemigos, se postrarán ante ti los hijos de
tu padre” (Gn 49, 8-10).
“Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo” (Mt 1, 17)
S ÚPLICA
“Que florezca la justicia, y la paz abunde
eternamente” (Sal 71)
C ONSIDERACIÓN
En un momento en que las noticias
domésticas y las lejanas atentan
diariamente contra la esperanza, porque la
violencia, la pobreza, la falta de trabajo, y hasta el hambre, se imponen de manera
dramática, parece fuera de lugar que se eleve una voz positiva, extasiada en contemplar
un futuro amable, positivo, colmado de luz y de belleza.
Es tiempo de interrumpir la inercia de la visión negativa de la realidad para
descubrir signos de esperanza, gestos permanentes que iluminan el trayecto penoso, la
travesía por el desierto sin horizonte.
Los ojos abiertos del profeta evocan los ojos abiertos del ciego que vuelve a ver y
por la visión, rostro a rostro, de Jesús de Nazaret, se dispone a seguirlo de cerca, para
compartir la suerte del Maestro.
Se nos anuncia un futuro florecido, que es presente para el que cree, porque del
cielo llueve la justicia, la santidad, y de la tierra brota la salvación, alumbrada en el seno
de una mujer nazarena.
Atrévete a iluminar todo acontecimiento con la noticia del nacimiento de Jesús, y
por aciagos que sean los días, siempre habrá una razón para bendecir a Dios.
P REGUNTAS
¿Te atreverás a ser augurio de bondad, verdad y belleza?
¿Te descubres anunciando y comentando realidades positivas, o en la inercia
social de la crítica violenta y desesperanzada?
¿Qué haces o estás dispuesto a hacer para que los que están junto a ti descubran lo
positivo?