III S ÁBADO DE A DVIENTO , 22-XII
T IEMPO DE AGRADECIMIENTO
“El Se￱or me ha concedido mi petici￳n. Por eso se lo
cedo al Se￱or de por vida, para que sea suyo” (1 Sm 1,
28).
“El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre
es santo” (Lc 1, 46-56)
M EDITACIÓN
entrañas al servicio del santuario.
Los creyentes tienen siempre la clave de saberse
favorecidos de Dios, de que nada es propio, todo es
don gratuito. Desde esta conciencia les surge la
respuesta agradecida y generosa. Ana, la madre del
profeta Samuel, consciente del favor divino, vuelve al
templo a cumplir la promesa de entregar el hijo de sus
María reconoce el favor del Dios y canta el Magnificat en presencia de su prima
Isabel. En este cántico se descubren resonancias bíblicas de la respuesta agradecida de
los creyentes del Antiguo Testamento. En las palabras de María podemos encontrar la
forma de elevar nuestro cántico de gratitud por el don de la fe, de sabernos amados y
redimidos por Dios, por tantos motivos que a lo largo de la vida cada uno ha
experimentado como favor del cielo.
En la respuesta agradecida, intuyo la respuesta creyente de San José, el esposo de
María, quien, seguro, en su corazón, elevaría la acción de gracias por verse sobrepasado
en la vocación que recibía de dar cobertura de paternidad a quien había sido engendrado
por obra del Espíritu Santo. El Papa Benedicto XVI, señala que José es el padre legal de
Jesús”.
¿Cuál sería el magnificat de san José? Si dar a Jesús la herencia de la casa de
David era importante, lo fue mucho más el ser testigo directo del origen divino del hijo
de María. El silencio del esposo de la Nazarena es un cántico de sobrecogimiento, de
respeto y de ternura.
S ÚPLICA
“Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste
del barro de la tierra”.
I NVITACIÓN
¿Tienes motivos de cantar la misericordia divina?
¿Podrías poner razones históricas en tu vida, para entonar la acción de gracias al
Señor? ¿Cuáles?