SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Is 52, 7-10; Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18
"Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Se￱or”, dice el Salmo responsorial;
resuena en esta noche, antiguo y siempre nuevo, el anuncio del Nacimiento del
Señor. Resuena para quien está en vela, como los pastores de Belén; resuena para
quien ha acogido la llamada del Adviento y, vigilante en la espera, está dispuesto a
acoger el gozoso mensaje, que se hace canto en la liturgia: “Hoy nos ha nacido un
Salvador”. Este anuncio, lleva consigo un impulso inagotable de renovaci￳n,
resuena en esta Noche Santa con singular fuerza: es la Navidad, memoria viva del
nacimiento de Cristo, que ha marcado un nuevo tiempo en la historia. Hoy “el
Verbo se ha hecho carne y ha venido a habitar entre nosotros” (Jn 1, 14). “Hoy”, en
esta noche el tiempo se abre a lo eterno, porque Cristo, ha nacido entre nosotros
surgiendo de lo alto. Ha irrumpido en la Historia por el regazo de una Mujer bendita
entre todas, Tú, el “Hijo del Altísimo”. Tu santidad ha santificado de una vez para
siempre nuestro tiempo: los días, los siglos, los milenios. Con tu nacimiento has
hecho del tiempo un “hoy” de salvaci￳n, que la muerte no tiene poder de poner
límites.
Nuestro actual Papa Benedicto XVI nos dice: ᆱ…En la Liturgia de la Noche Santa,
Dios viene a nosotros como hombre, para que nosotros nos hagamos
verdaderamente humanos. Escuchemos de nuevo a Orígenes: «En efecto, ¿para
qué te serviría que Cristo haya venido hecho carne una vez, si Él no llega hasta tu
alma? Oremos para venga a nosotros cotidianamente y podamos decir: vivo yo,
pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí (Ga 2,20)ᄏ (in Lc 22,3)…ᄏ (Benedicto
XVI, Homilía en la Solemnidad de la Natividad del Señor, 24 de diciembre de 2009).
El ap￳stol Pablo hace resonar estas palabras: "…ha aparecido la gracia de Dios,
portadora de salvaci￳n para todos los hombres…" (Tt 2,11). Por esta raz￳n, en la
noche de Navidad se entonan cantos de alegría en todos los rincones de la tierra y
en todas las lenguas. Esta noche, ante nuestros ojos se realiza lo que el Evangelio
proclama: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él...tenga vida" (Jn 3,16). Ésta es la verdad, que en esta Noche la Iglesia
quiere transmitir. Todos nosotros procuremos acoger esta verdad, que ha cambiado
totalmente la historia. Desde la noche de Belén, la humanidad es consciente de que
Dios se hizo Hombre: se hizo Hombre para hacer al hombre partícipe de la
naturaleza divina. Nuestro actual Papa Benedicto XVI dice: ᆱ…el cumplimiento de la
palabra que da comienzo en la noche de Belén es a la vez inmensamente más
grande y —desde el punto de vista del mundo— más humilde que lo que la palabra
profética permitía intuir. Es más grande, porque este niño es realmente Hijo de
Dios, verdaderamente «Dios de Dios, Luz de Luz, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre». Ha quedado superada la distancia infinita entre Dios
y el hombre. Dios no solamente se ha inclinado hacia abajo, como dicen los
Salmos; Él ha «descendido» realmente, ha entrado en el mundo, haciéndose uno
de nosotros para atraernos a todos a sí. Este niño es verdaderamente el Emmanuel,
el Dios-con-nosotros. Su reino se extiende realmente hasta los confines de la
tierra…ᄏ (Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Natividad del Se￱or, 24 de
diciembre de 2010).
Hoy la Iglesia invita a todos sus hijos y no solamente invita, sino quiere guiar a
todos sus hijos, y a todos los hombres de buena voluntad, como en su tiempo fue
la estrella a los magos, a todos los hombres, a contemplar al Dios que se hace
hombre donándose por amor a todos los hombres, ya desde pequeño, y por eso
dejemos que esta luz que ha disipado la oscuridad de la noche, dejemos que
penetre en nuestros corazones, para que disipe la oscuridad y el misterio del
hombre.
Es oportuno citas las palabras de San Agustín: «…ᆱSalten de júbilo los hombres,
salten de júbilo las mujeres; Cristo nació varón y nació de mujer, y ambos sexos
son honrados en Él. Retozad de placer, niños santos, que elegisteis principalmente
a Cristo para imitarle en el camino de la pureza; brincad de alegría, vírgenes
santas; la Virgen ha dado a luz para vosotras para desposaros con Él sin
corrupción. Dad muestras de júbilo, justos, porque es el natalicio del Justificador.
Haced fiestas vosotros los débiles y enfermos, porque es el nacimiento del
Salvador. Alegraos, cautivos; ha nacido vuestro redentor. Alborozaos, siervos,
porque ha nacido el Señor. Alegraos, libres, porque es el nacimiento del Libertador.
Alégrense los cristianos, porque ha nacido Cristo» (San Agustín, Sermo 184,2: PL
38,996).
Dios entra en la historia y en el tiempo, para redimir la vida del hombre (historia),
y el tiempo de muerte, horizontal, rutinario, hacerlo eterna creación de la
manifestación de la obra de Dios. Como no bendecir a Dios porque con el
nacimiento de Cristo, la Vida retorna a su originalidad, que es su manifestación del
Amor de Dios. Un hombre que viene a este mundo, es una bendición de Dios, no
solo para el hogar que lo acoge, sino para toda la humanidad; siendo que todo
hombre que viene a este mundo es un regalo de Dios –bendición para la
humanidad.
“…El sí de las promesas ha llegado, la alianza se cumple, poderosa, el Verbo eterno
de los cielos con nuestra débil carne se desposa. (…) A Dios sea la gloria
eternamente, al Hijo suyo Amado Jesucristo, que quiso nacer para nosotros y
darnos su Espíritu divino…” (Liturgia de las Horas, T. I, Tiempo de Adviento, p.
186).
Que este día sea un Día de Bendición en el Señor. La Paz de Cristo. Recen por mí,
P. Oscar.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar