EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se
realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se
dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños
durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con
su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en
pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que
alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
Comentario del Evangelio por:
Tomás de Celano (c.1190 - c. 1260), biógrafo de San Francisco y de Santa
Clara
Vita Prima de san Francisco, § 84-86
San Francisco ante el primer pesebre de Navidad
Unos quince días antes de Navidad, Francisco dijo: “Quiero evocar el recuerdo
del Niño nacido en Belén y de todas las penurias que tuvo que soportar desde su
infancia. Lo quiero ver con mis propios ojos, tal como era, acostado en un pesebre
y durmiendo sobre heno, entre el buey y la mula...”
Llegó el día de alegría... Convocaron a los hermanos de varios conventos de los
alrededores. Con ánimo festivo la gente del país, hombres y mujeres, prepararon,
cada cual según sus posibilidades, antorchas y cirios para iluminar esta noche que
vería levantarse la Estrella fulgurante que ilumina a todos los tiempos. En llegando,
el santo vio que todo estaba preparado y se llenó de alegría. Se había dispuesto un
pesebre con heno; había un buey y una mula. La simplicidad dominaba todo, la
pobreza triunfaba en el ambiente, toda una lección de humildad. Greccio se había
convertido en un nuevo Belén. La noche se hizo clara como el día y deliciosa tanto
para los animales como para los hombres. La gente acudía y se llenaba de gozo al
ver renovarse el misterio. Los bosques saltaban de gozo, las montañas enviaban el
eco. Los hermanos cantaban las alabanzas al Señor y toda la noche transcurría en
una gran alegría. El santo pasó la noche de pie ante el pesebre, sobrecogido de
compasión, transido de un gozo inefable. Al final, se celebró la misa con el pesebre
como altar y el sacerdote quedó embargado de una devoción jamás experimentado
antes.
Francisco se revistió de la dalmática, ya que era diácono, y cantó el evangelio
con voz sonora...Luego predicó al pueblo y encontró palabras dulces como la miel
para hablar del nacimiento del pobre Rey y de la pequeña villa de Belén.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”