MISA DE LA VIGILIA
(24 de diciembre)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas Bíblicas:
a.- Is. 62, 1-5: El Señor te prefiere a ti.
El profeta siente dentro de sí la necesidad de predicar, anunciar la grandeza de la
futura Sión, el infinito amor de Yahvé por su pueblo. Conoce la actitud escéptica
con que escucharán sus palabras, los intereses creados que tienen sus oyentes,
desilusión que tiene por todo aquello que no sea cuantificable, como el dinero, y los
bienes materiales. A pesar de todo, por amor de Sión no callará, y no se detendrá
hasta instaurar la justicia, que sea el esplendor de la ciudad. Sólo así Jerusalén, se
convertirá en luz y guía de los pueblos y de todos los reyes; será una gran
trasformación que Yahvé, le cambiará el nombre. Había sido llamada la
desamparada, la desconsolada, desde ahora la llamarán: “Mi complacencia”
“Desposada” (v. 4). Pero estos nombres no son suficientes, no reflejan lo que el
profeta sentía y preveía para Sión, deja que sea Yahvé, quien le dé un nombre: el
de Esposo. Dios convirtió a su Hijo en Señor, luego de su misterio pascual,
identificándose de este modo con el Dios del AT. Si la grandeza de Jerusalén,
consistía en gozar de la presencia de Yahvé en ella, en su Templo, en Jesús, el
Verbo de Dios Padre, se hizo hombre, habitó entre nosotros y vemos su gloria hoy.
b.- Hch. 13, 16-17. 22-25: Pablo da testimonio de Cristo, Hijo de David.
En Hechos, el apóstol Pablo nos exhorta a creer que las promesas del AT., se han
cumplido en Cristo Jesús, muerto y Resucitado. Comienza haciendo una referencia
al pasado de Israel hasta afirmar, que las promesas hechas a David, se han
cumplido en Jesús, ÉL es el Salvador. “Depuso a éste y les suscitó por rey a David,
de quien precisamente dio este testimonio: He encontrado a David, el hijo de Jesé,
un hombre según mi corazón, que realizará todo lo que yo quiera. De la
descendencia de éste, Dios, según la Promesa, ha suscitado para Israel un
Salvador, Jesús.” (vv. 22-23). Dios, había prometido un rey que gobernaría para
siempre, pero hasta ahora, no se había cumplido esta palabra. La dinastía había
desaparecido hacía tiempo, por lo mismo, la esperanza de Israel se había orientado
hacia el futuro, es decir, Dios enviaría una persona para inaugurar un nuevo tiempo
para Israel: son los tiempos del Mesías.
c.- Mt. 1,1-25: Genealogía de Jesucristo, hijo de David.
Abrimos el evangelio de Mateo, y nos encontramos inmediatamente con la
genealogía de Jesucristo (vv.1-17). Como plenitud de la revelación a Jesucristo, lo
pone en íntima relación con la preparación que nos presenta en el AT., el
evangelista, presenta su árbol genealógico para demostrarlo. El nombre Jesucristo,
encierra una fórmula de fe, Jesús, es el Cristo, el Ungido, el Mesías, hijo de David,
hijo de Abraham; genealogía que nos introduce en la historia y en la teología de la
revelación. El evangelista, nos presenta al protagonista de su obra Jesucristo, su
Nombre, es una clave de lectura que hay que ahora demostrar a sus lectores. El
Mesías, debía descender del rey David, Jesús desciende de David; de ahí que
Mateo, divida su genealogía en tres partes compuesta de catorce nombres, este
número quiere significar, perfección y plenitud, porque doble de siete. En este caso
concreto viene a significar, la disposición divina para ordenar la historia salvífica
anterior, que encuentra su cénit en Cristo Jesús. El origen de Jesús se remonta
hasta Abraham, es decir, el comienzo de Israel. Por lo mismo, son mencionados
todos los patriarcas, Judá y sus hermanos, es decir, todo Israel. Luego, viene el
destierro babilónico y se hace un resumen de la historia de Israel, hasta que:
“Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que
nació Jesús, llamado Cristo” (v. 15-16).
En la segunda parte del texto, nos presenta el nacimiento de Jesús (vv.18-25).
María concibe a su hijo Jesús, sin concurso de varón, por obra del Espíritu Santo.
Esta última denominación evoca en Mateo, el poder creador de Dios, para pasar a
describir las consecuencias del hecho: el desconcierto de José. María y su esposo
José estaban desposados. Es decir, el contrato había sido hecho,
responsablemente, lo que faltaba era la boda, que culminaba cuando la novian iba
a vivir a casa del esposo. El nuevo estado de María, crea problemas a José,
seguramente informado por ella misma de la situación, había que tomar una
resolución. Las dudas de José, no van orientadas tanto por la culpa o inocencia de
María, sino por el rol que a él, le corresponde en toda esta historia. Es el ángel del
Señor, quien lo aclara todo: deberá poner el nombre al niño, es decir, será su padre
legal. Una vez conocida su tarea; todo está resuelto. Las palabras del ángel,
resumen de la historia del nuevo testamento: Jesús, salvará al pueblo de sus
pecados. Con el nacimiento de Jesús, queda superada la infinita separación entre
Dios y el hombre. Porque ÉL es el Emmanuel, Dios cono nosotros, para salvación de
toda la humanidad. Ya el nombre Jesús, indica Salvador; toda su obra y palabra nos
enseñan, que Dios, se quedó de nuestro lado en su Hijo, muy amado para siempre.
La Santa Madre Teresa de Jesús, gozaba con estas fiestas de Navidad. Preparaba
obras de teatro y poesías para conmemorar el inicio de la historia de salvación:
Dios con nosotros. “Pues el amor/ nos ha dado Dios/ ya no hay que temer:
/muramos los dos. Danos el Padre/ a su único Hijo; hoy viene al mundo/ en pobre
cortijo. / ¡Oh gran regocijo, / que ya el hombre es Dios! / No hay que temer: /
muramos los dos.” (Poesía 15 Villancico a la Natividad).