I NVOCACIONES A M ARÍA ,
LA M ADRE DE D IOS
Como el ángel enviado por Dios, te digo:
“Salve, María; alégrate, llena de gracia; no tengas
miedo, amada de Dios, el Señor está contigo.
Tú eres la doncella humilde de Nazaret, la
desposada con José, la Virgen anunciada por el
arcángel Gabriel. En ti se concentran el cielo y la
tierra, se realizan las profecías sobre la Hija de
Sión.
Como Isabel, tu pariente, me sumo a la
oración que tantos cristianos rezan a diario:
“Bendita entre todas la mujeres, dichosa porque
eres creyente y has acogido la Palabra en tu seno,
bendito el fruto de tu vientre”.
Con los evangelistas, te contemplo virgen y madre, escogida para dar a luz al Hijo
del Altísimo, por gracia del Espíritu Santo.
Como tu Hijo Jesús, te llamo “mujer”, porque en este nombre encuentro la mayor
posibilidad de ser engendrado hijo de Dios e hijo tuyo. Dichosa porque has escuchado y
cumplido la Palabra.
Como los cristianos, desde los primeros siglos, te reconozco y te canto: “Madre de
Dios, ruega por nosotros”.
A lo largo de los siglos, los creyentes en tu Hijo han descubierto en ti el derroche
de gracia divina, y te han reconocido Inmaculada, sin pecado, exenta de toda mancha,
Purísima, y yo hoy también me miro en tu belleza, de la que Dios se enamoró.
Tomo la oración de los santos cada noche: “Dios te salve, reina y madre de
misericordia. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”.
El pueblo de Dios tuvo la certeza de que no podías haber conocido la corrupción,
y te celebra asunta al cielo, elevada en cuerpo y alma a la gloria de Dios, y reina de
todas las criaturas, tú la madre virgen, desposada con el amor divino, Madre de Cristo.
El Concilio Vaticano II te declarado Madre de la Iglesia, Madre de todos los
hombres. Los últimos papas te han propuesto como guía, mediadora, Mujer eucarística,
invocaciones que nos acercan a tu entrañable protección. ¡Escucha el ruego de todos tus
hijos y ruega por nosotros, pecadores!
El Papa Benedicto XVI te contempla como la nueva Arca de la Alianza, como la
Custodia del Cuerpo de Cristo, la Tienda del Encuentro con Dios, “tienda viva de Dios”,
sobre la que se cernió la nube sagrada y fuiste llenada de la presencia divina, “lugar de
una autentica inhabitación del Señor”.
Mujer fuerte, atravesada por el dolor, Madre de la Esperanza, en esta hora en que
iniciamos un tiempo nuevo, ven, como lo hiciste al visitar a tu prima Isabel, ¡ayúdanos!
1 de enero de 2013. ¡Feliz Año Nuevo!