Comentario al evangelio del Martes 01 de Enero del 2013
Queridos amigos y amigas:
Os deseo de corazón la bendición de Dios en este nuevo año 2013. Que Él, como leemos en el libro de
los Números, os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros, y os conceda su favor; que el
Señor se fije en vosotros y os conceda la paz, que manifieste su amor a sus más de seis mil millones de
hijos e hijas, para que nadie se sienta huérfano en este difícil y maravilloso mundo en el que vivimos.
Abrimos el año con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. En la carta de Pablo a los gálatas
encontramos seguramente el texto más antiguo del Nuevo Testamento referido a la madre de Jesús:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer. Y en el evangelio de Lucas
descubrimos a una María que conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón.
La tradición de la Iglesia ha reflexionado sobre lo que queremos decir con esa fórmula tan atrevida:
Madre de Dios. Ahora podemos centrar nuestra atención en un aspecto concreto: María sigue
engendrando al Hijo de Dios en nosotros. Al reconocerla como Madre de Dios estamos afirmando su
función maternal en nuestra experiencia de fe. El Dios que nace en nosotros es también un Dios nacido
de mujer. Lo que no podemos explicar fácilmente con nuestras palabras lo encontramos reflejado en el
itinerario de muchos creyentes que han tomado conciencia de lo que ha significado para ellos la
mediación de María.
Hoy celebramos también la Jornada Mundial de la Paz. El Papa Benedicto XVI nos dirige un mensaje
cargado de fuerza profética: Benditos los que construyen la paz (publicado hace unos días en Ciudad
Redonda). Merece la pena meditarlo con atención en éste día.
Feliz Año 2013 a todos. Ojalá sea un año vivido con María, para que pueda ser por eso mismo pacífico
y pacificador.
Vuestro hermano en la fe,
Fernando González
Fernando González