LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Isaías 60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)
De los símbolos para la Navidad, la estrella es uno de los más populares. Se pone
una estrella en cima del árbol navideño. Muchas veces se incluye la estrella en la
escena del nacimiento. Pero ¿qué significa la estrella navideña? ¿Por qué se ha
hecho símbolo tan central a la historia del nacimiento de Jesús? Se puede dirigirse
a estas preguntas por una mirada de cerca al evangelio de hoy.
En el pasaje se encuentran los magos preguntando acerca del rey de los judíos.
Han visto su estrella en el cielo y quieren llegar a donde queda. Saben que es la
estrella del rey de los judíos por la misma razón que el vidente pagano Balaam en
el Antiguo Testamento proclamó: “Un astro se levanta desde Jacob, un cetro se
yergue en Israel” (Números 24,17). Pero ¿por qué quieren ver el rey de los judíos?
A lo mejor saben de la sabiduría de estos reyes como la de Salomón. Quieren
aprovecharse de la oportunidad de conocer lo que tienen que hacer para vivir feliz.
Son como nosotros. Hay muchos tipos de placer y alegría en el mundo actual pero
queremos saber cuál rumbo deberíamos tomar para llegar a la felicidad que no
pasa.
Un lugar que queremos averiguar ciertamente es la Biblia. Pues se comprenden las
escrituras de mil años de la sabiduría. Los magos se dan cuenta que las
investigaciones de los cielos o cualquier otro objeto natural no pueden revelar los
paraderos del muy esperado rey de los judíos. Pues Dios ha revelado este
conocimiento en las escrituras de los profetas. De hecho, los sumos sacerdotes
encuentran en el profeta Miqueas que el Mesías ha de nacer en Belén.
En el principio los magos no se dan cuenta de que consultar a los judíos tiene un
riesgo. El rey y los otros líderes tienen celos de su autoridad y no quieren
compartirla con un rey nuevo. Es algo parecido que el riesgo que corremos cuando
vamos a los catedráticos no religiosos con nuestras preguntas sobre la fe. Sí,
saben mucho de la historia pero es posible que pongan criterios imposibles para la
fe como, por ejemplo, que la fe conlleve la certeza científica. Pero si tuviera tal
certeza, no sería la fe.
Los magos vuelven a ver la estrella en el cielo. No debe ser sorprendente. Pues,
aunque la naturaleza no puede guiarlos a la fuente de la sabiduría sin la ayuda de
la revelación divina, tampoco está en conflicto con la revelación. De todos modos,
los magos llegan a su destino, el rey de los judíos, por la casa de María y José. Allá
lo adoran ofreciendo sus regalos – oro, incienso y mirra. Nosotros también
queremos ofrecer a Jesús regalos, no de cosas materiales sino espirituales. Le
ofrecemos el significado de los regalos de los magos. El oro representa nuestras
virtudes, los atributos más nobles de nuestro ser. El incienso, que se ocupa en la
liturgia, es el símbolo apropiado para nuestra oración. Vamos a compartir
diariamente con Jesús como nuestro amigo en la oración. La mirra, una especie
usada en la preparación del cadáver pare el entierro, es nuestro compromiso para
seguir a Jesús hasta la muerte.
Y ¿qué es la sabiduría que buscamos junto con los magos del oriente? El evangelio
de hoy no la desarrolla. Sin embargo, nos deja con una pista. Tiene que ver con
las palabras y actos del niño que ahora sólo puede aceptar nuestro homenaje.
Tendremos que volver aquí los domingos de este año para verlo como adulto
escuchar su mensaje. Tendremos que volver aquí todos los domingos de este año.
Padre Carmelo Mele, O.P.