Feria de Navidad
3 de Enero
Jesús es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo
“Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien
yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de
mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido
a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan
dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una
paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el
que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas
que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con
Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el
Elegido de Dios»” (Juan 1,29-34).
1. Celebramos hoy la fiesta del "Santísimo Nombre de Jesús" –que
significa Salvador– e indica su misión, según había el ángel anunciado a la
Virgen y a su esposo. Jesu-Cristo tiene ahí asociada la misión
(Jesús=Salvador) a su persona (Cristo=Mesías, el ungido, el hijo de Dios).
También es inseparable del verdadero cristiano la actitud apostólica, al
participar de la filiación divina en Cristo participamos también de su misión
redentora.
Juan el Bautista, al ver a Jesús, pronunció estas palabras: « Éste es
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo » (Jn 1,29). Es la
primera vez que sale esta expresión en el Nuevo Testamento, la primera
vez que se aplica a Jesús. ¿Qué significan estas palabras, que en la liturgia
romana se pronuncian antes de comulgar? ¿En qué sentido Jesús es
«cordero» y cómo quita los pecados del mundo, los vence hasta dejarlos sin
sustancia ni realidad? Cuando yo era niño, me sentía necesitado de que me
explicaran esas palabras, cuando se alzaba el Cuerpo del Señor antes de
comulgar: “este es el Cordero de Dios…” Luego fui conociendo que los
antiguos hacían sacrificios, con corderos, y que el cordero se deja hacer y
llevar, como hizo Jesús, que quiso obedecer hasta la muerte y con su pasión
nos salv￳, por eso se a￱ade: “que quita el pecado del mundo”. Y al entrar
en el cielo, nos prepara una fiesta: “Dichosos los invitados a la Cena del
Cordero”…
San Cirilo de Alejandría (380-444) explica: “Un solo Cordero ha
muerto por todos, aquel que guarda todo el rebaño de los hombres para su
Dios y Padre, uno por todos para someter a todos a Dios, uno por todos
para ganarlos a todos, para que finalmente todos “ los que viven, no vivan
ya para ellos, sino para el que ha muerto y resucitado por ellos
(2Cor 5,15) En efecto, cuando todavía estábamos bajo el pecado y sujetos a
la muerte y la corrupción, el Padre ha entregado a su Hijo para nuestra
redención, él sólo por todos, ya que todo está en él y él es más que todos.
Uno sólo ha muerto por todos, para que todos vivan gracias a él.
Así como la muerte golpeó al Cordero, inmolado por todos, así la
muerte nos ha dejado en libertad, gracias a él. Todos estábamos en Cristo
muerto y resucitado por nosotros y a causa de nosotros. Verdaderamente,
una vez destruido el pecado ¿cómo no iba a ser destruido también la
muerte que viene del pecado? Muerta la raíz ¿cómo podía conservarse el
fruto? Muerto el pecado ¿qué razón quedaba para que muriésemos todos?
De modo que podemos decir con gozo, respecto a la muerte del Cordero:
Muerte ¿dónde está tu victoria, muerte dónde está tu
aguijón ?”(1Cor 15,55).
Joachim Jeremías subraya que hay alusiones al canto del siervo de
Dios (Isaías 53,7): «Como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la
boca». También a la Pascua y el sacrificio del cordero pascual (memoria de
la salida de Egipto, de la libertad de la tierra prometida): Jesús es el
Cordero Pascual (1 Co 5,7; Jn 19,36; 1 Pe 1,19; Ap 5,6…). La palabra
hebrea significa tanto «cordero» como «mozo», «siervo» de Dios que
«carga» con los pecados; puede verse el verdadero cordero pascual, que
con su expiación borra los pecados del mundo: «Paciente como un cordero
ofrecido en sacrificio, el Salvador se ha encaminado hacia la muerte por
nosotros en la cruz; con la fuerza expiatoria de su muerte inocente ha
borrado la culpa de toda la humanidad» (ThWNT 1343s). En las penas de la
opresión egipcia el cordero pascual era el signo de la salvación por su
sangre, ahora Jesús es el pastor que se ha convertido en cordero que quita
los pecados del «mundo», ya no es sólo Israel sino la humanidad.
Insiste Ratzinger: “Con ello se introduce el gran tema de la
universalidad de la misión de Jesús. Israel no existe sólo para sí mismo: su
elección es el camino por el que Dios quiere llegar a todos. Encontraremos
repetidamente el tema de la universalidad como verdadero centro de la
misión de Jesús. Aparece ya al comienzo del camino de Jesús, en el cuarto
Evangelio, con la frase del cordero de Dios que quita el pecado del mundo. /
La expresión «cordero de Dios» interpreta, si podemos decirlo así, la
teología de la cruz que hay en el bautismo de Jesús, de su descenso a las
profundidades de la muerte”. Por eso recitamos esta oraci￳n antes de
comulgar, en el contexto de la renovación del sacrificio de la Cruz, cuando
Jesús se nos da como alimento.
2. San Juan nos dice hoy: -“ Todo el que practica la justicia «ha
nacido» de Dios . Mirad qué magnífico regalo nos ha hecho el Padre:
que nos llamemos hijos de Dios... y además lo somos”. Podemos ir
saboreando interiormente estas palabras: «soy un hijo de Dios»... «Dios es
mi Padre»...
-“ La razón de que el mundo no nos conozca es que no ha
descubierto a Dios”. La verdadera grandeza del hombre es el hecho de
ser «hijo de Dios». ¡Es algo inaudito! El que no conoce a Dios, desconoce
también lo que es esencial en mí.
-“ Amigos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha
manifestado lo que seremos”. Lo esencial, mi vida divina... Ya ha
empezado, desde ahora, desde HOY, desde este mismo instante. Es una
realidad que se está haciendo, también en la medida que yo ayude... -
Sabemos: Cuando el Hijo de Dios se manifieste, seremos
semejantes a él...” : llegar a ser completamente «semejante» a Jesús, el
perfecto «Hijo de Dios». -“ Lo veremos tal cual es”. Ver a Jesús. ¡Ya le
vemos... un poco! Le veremos un día... a plena luz. Para Juan se trataba de
un "volver a ver". Recordaba aquellos momentos pasados con Jesús, y
aspiraba al nuevo reencuentro, definitivo.
-“ Todo el que tiene puesta en Jesús esa esperanza se purifica
para ser puro como El lo es”. El camino que conduce a Dios es el de una
purificación cada vez más perfecta. «Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios», había dicho Jesús. Quiero poner aquí
una breve carta, que leyó un niño muy maduro (a sus 9 años) en el funeral
(que me tocó celebrar) por su padre, que murió de cáncer, en poco tiempo
de enfermedad, sin que nada hiciera sospechar que duraría tan poco. El
niño, bien preparado en su fe cristiana sabiendo que morir es nacer a la
vida eterna, leyó:
"Querido Papá: Desde que Mami me dijo lo que podía pasar, tuve la
esperanza de que te quedarías con nosotros. Pero el Señor te ha llevado
con El. Esta Misa es para que veas lo que te queremos. Gracias por el
tiempo que has estado con nosotros y nos has querido. Nos has dado
muchas lecciones de bondad que nunca olvidaremos. Cuando sea un
hombre espero parecerme a ti. No te preocupes por mamá, porque yo cuido
de ella. Te quiero, te queremos".
-“ Todo el que comete pecado, comete rebeldía contra Dios.
Como sabéis, Jesús se manifestó para quitar el pecado, y en El no
hay pecado”. Ver a Dios. Ser semejante a Jesús. Estar sin pecado.
Mantengo en mí ese deseo. Esa gracia pido. Admiro a Jesús en quien no hay
pecado, quien jamás hizo mal alguno.
-“ Todo el que permanece en El, no peca. Todo el que peca ni le
ha visto ni le ha conocido”. Efectivamente, lo sé por experiencia: mis
pecados se insinúan en mi vida cuando no tengo presente a Jesús; porque
cuando «veo y conozco» a Jesús, no peco (Noel Quesson).
Esto nos pone en conexión con el Evangelio donde se habla de
bautismo. La persona que se acercaba a Juan para ser bautizada se
preparaba para este momento tan importante. La entrada en el lago y la
inmersión en el agua tenía el significado de dejar sumergida la vida pasada
e iniciar una nueva vida. Era una muestra de conversión por la cual salía del
agua dispuesto a cambiar en su forma de ser en la vida cotidiana y en su
relación con Dios.
3. Dijo el salmista: “ Un día los confines de la tierra
contemplarán la victoria del Señor ”. Ese día cantaremos juntos un
cántico nuevo de gozo, de gloria, de paz. Hoy nosotros, alzando la voz,
podemos decir más que el salmista: El Señor está con nosotros...
Aclámele la tierra entera .
Jesús ha nacido para mi la noche de Navidad, y queremos acercarnos
a este misterio, queremos participar de esta Vida, queremos emprender el
camino justo que es la Humanidad Santísima de Cristo. Queremos entender
el sentido de nuestra vida en Cristo. Queremos mirar, abrir los ojos, tener
los ojos abiertos y dejar que el Señor haga, realice este milagro en nuestra
poquedad. La tierra, la tierra estéril, la tierra agreste, se transformaba en
tierra esponjosa, en tierra amorosa: -" Ya no serás la desolada, serás la
amada ", porque el Señor cultiva nuestro campo, nuestra alma, como su
jardín, donde va realizando su obra. Vamos a abrir las verjas de nuestro
jardín, para que el Señor entre, vamos a contemplarlo, para saber mirar a
Cristo, dejarle hacer en nuestra alma, dejarle entrar en nuestro jardín y
colaborar con Él, en tener sus mismos sentimientos, en participar en sus
afanes, en participar en el amor a su Madre -que es nuestra Madre Santa
María-, y participar de nuestra nueva creación, en esta transformación –
como en Caná- de lo humano, lo terreno, en divino, el agua en vino, el
pobre corazón que tenemos en un corazón que sepa amar a la medida del
corazón de Cristo.
" Este es el día que ha hecho el Señor ”, la Pascua de Navidad, el
día más grande, aunque nos podemos plantear que si Navidad es el día más
popular, los teólogos dirán que es mayor la Pascua de Resurrección. Pero
también es cierto que si Jesús no hubiera nacido, no hubiera podido
resucitar. El Nacimiento es el momento más grande de la historia, al menos
en palabras de San Pablo: " Llegada la plenitud de los tiempos,
entonces, hijo de una mujer, vino Dios al mundo ". Así pues, " éste es
el día que ha hecho el Señor ", en este día las cosas humanas, la tierra
agreste, las cosas que todavía no son, quedan transformadas en divinas,
como dirá el prefacio de Navidad dirigiéndose a Dios Padre: “ gracias al
misterio del Verbo hecho carne, la luz de tu gloria brilló ante
nuestros ojos con nuevo resplandor, para que conociendo a Dios
visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible ”. Por Jesús, unidos a
él, las cosas humanas se convierten en divinas, es una nueva creación.
Jesús, ha venido a traer el sentido de nuestra Filiación Divina. Nunca más
estaremos solos, la tierra nunca más estará desolada. Ésta es la gran
verdad que hemos de extender, a la gente que nos rodea, a todo el mundo.
Llucià Pou Sabaté