EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 2,1-12.
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de
Oriente se presentaron en Jerusalén
y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos
su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.
Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para
preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.
"En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales
ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo,
Israel".
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con
precisión la fecha en que había aparecido la estrella,
los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del
niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle
homenaje".
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los
precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.
Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría,
y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le
rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y
mirra.
Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes,
volvieron a su tierra por otro camino.
Comentario del Evangelio por:
San Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia, obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental Homilías
sobre San Mateo, VII,5
Sigamos a los magos
Levantémonos, siguiendo el ejemplo de los magos. Dejemos que el mundo se
desconcierte; nosotros corramos hacia dónde está el niño. Que los reyes y los
pueblos, que los crueles tiranos se esfuercen en barrarnos el camino, poco importa.
No dejemos que se enfríe nuestro ardor. Venzamos todos los males que nos
acechan. Si los magos no hubiesen visto al niño no habrían podido escaparse de las
amenazas del rey Herodes. Antes de poder contemplarlo, llenos de gozo, tuvieron
que vencer el miedo, los peligros, las turbaciones. Después de adorar al niño, la
calma y la seguridad colmaron sus almas...
¡Dejad, pues, vosotros también, la ciudad sumida en el desorden, dejad al
déspota comido por la crueldad, dejad las riquezas del mundo, y venid a Belén, la
casa del pan espiritual! Si sois pastores, venid y veréis al niño en el establo. Si sois
reyes y no venís, vuestra púrpura no os servirá de nada. Si sois magos, no importa,
no es impedimento con tal que vengáis para presentar vuestra veneración y no
para aplastar al Hijo del Hombre. Acercaos con espanto y alegría, dos sentimientos
que no se excluyen...
¡Postrándonos, soltemos lo que retienen nuestras manos! Si tenemos oro,
entreguémoslo sin demora, no rehuyamos darlo...Unos extranjeros emprendieron
un tan largo viaje para contemplar a este niño recién nacido. ¿Qué excusa tenéis
para vuestra conducta, vosotros, que os echáis atrás ante el corto camino de ir a
visitar al enfermo a al prisionero? Ellos ofrecieron oro. Vosotros dais pan con harta
tacañería. Ellos vieron la estrella y su corazón se llenó de alegría. Vosotros veis a
Cristo en una tierra extranjera, desnudo ¿y no os conmueve?
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”