Ferias de Navidad
DIA 9 DE ENERO
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.-1Jn.4,11-18:El amor perfecto exilia el temor.
El apóstol Juan, nos introduce en el tema del amor fraterno. Si Dios nos ha amado
primero, es nuestro deber, amarnos como verdaderos hermanos. Si nos amamos,
Dios vive en nosotros, y nosotros en ÉL, y sólo así, sabemos que es el Espíritu,
quien nos habita y el amor ha llegado en nosotros a su plenitud. Juan, testifica que
Jesús, es el Salvador del mundo, enviado por el Padre, porque lo ha visto, y esta
confesión, asegura estamos en ÉL y ÉL en nosotros. Pero este amor conocido, y en
el cual creemos, aumenta la confianza para el día del Juicio, porque queremos ser
como es ÉL, es decir, somos y pensamos, como pensó y obró Jesús. Por esta
identificación, imitación de Cristo, desaparece el temor, porque el amor divino
expulsa el temor, ya que encierra el esperado castigo; si hay amor, es porque se
alcanzó la plenitud en el camino de la justificación y glorificación en Cristo Jesús.
b.- Mc. 6, 45-52: Jesús camina sobre las aguas.
El evangelio, nos presenta otra de las manifestaciones de Jesús, caminar sobre las
aguas, ante la admiración de los apóstoles. Jesús obliga a los apóstoles, a subir a la
barca y dirigirse a Betsaida, territorio semi pagano, se trata de abrirse a la
universalidad. Despide a la gente, que se había saciado con la multiplicación de los
panes, y sube al monte a orar. El viento, les es contrario, por lo mismo, era
fatigoso para los apóstoles el remar, y Jesús se hace presente en medio de la
tormenta y de sus discípulos. “Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron
que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le habían visto y estaban
turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no
temáis.» (vv. 49-50). La expresión: “Soy Yo”, identifica a Jesús con Yahvé, como
Señor del mar (cfr. Job. 9, 8; 38, 16; Ex. 33, 22; 34, 6). La turbación de los
apóstoles, el que vieran a Jesús como un fantasma, manifiesta, lo poco que
comprendían a Jesús. El hecho de no terminar su viaje en Betsaida, sino en
Genesaret, debido a la tormenta, se entiende como el poco deseo que tenían los
discípulos de ir a los paganos, otra excusa, para no obedecer a Jesús; no quieren
salir de su mundo, por ello retornan a territorio judío. Como los discípulos,
conocemos a Jesucristo y si lo amamos, no podemos tener miedo, porque el amor
de Dios, expulsa el temor servil. Solo la entrega total a Jesús, la confianza en su
amor salvador, nos libera de todos los miedos que amenazan la vida del hombre de
hoy. Se trata de la gozosa libertad del amor cristiano y de la gratuidad, que Dios
entrega en Cristo. Si Dios es amor, también el hombre, porque es su imagen y
semejanza, está llamado a vivir del amor, pero debe contar con su miseria, se
integra a su vocación más sublime: la unión con Dios (cfr. GS 13). Jesucristo, es el
Sacramento del encuentro de Dios con el hombre, lo busca para redimirlo, lo que
significa, esperar una respuesta que debemos dar día a día. La Iglesia, en la que
está presente el Señor, por lo mismo, con ÉL por muchas borrascas que enfrente la
comunidad de los fieles, siempre nos dirá: “Soy yo, no temáis”.
Teresa de Jesús nos invita a servir a Dios con toda la vida. “Quien de verdad
comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida... Y qué
sabemos si sernos de tan corta vida, desde…nos determinamos a servir del todo a
Dios, se acabe?” (CV 12,2).