Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Jueves después de Epifanía,
o Día 10 de Enero
------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Quien ama a Dios, ame también a su hermano * Se
postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. * Hoy se cumple esta
Escritura
Textos para este día:
1 Juan 4,19_5,4:
Queridos hermanos: Nosotros amamos a Dios, porque él nos amó primero. Si
alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien
no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos
recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su hermano.
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios
que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos
sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus
mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido
de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es
nuestra fe.
Salmo 71:
Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes, / para que rija a tu
pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud. R.
Él rescatará sus vidas de la violencia, / su sangre será preciosa a sus ojos. / Que
recen por él continuamente / y lo bendigan todo el día. R.
Que su nombre sea eterno, / y su fama dure como el sol; / que él sea la bendición
de todos los pueblos, / y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.
Lucas 4,14-22a:
 
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se
extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre
los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del
profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para
anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los
ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del
Señor." Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír." Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban
de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Homilía
Temas de las lecturas: Quien ama a Dios, ame también a su hermano * Se
postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra. * Hoy se cumple esta
Escritura
1. Amar a los nacidos de Dios
1.1 Un hecho en el que no solemos reparar es que el amor cristiano es
fundamentalmente amor a los hermanos. El amor cristiano no es una vaga simpatía
por la humanidad ni una romántica declaración del bien de la raza humana;
tampoco puede traducirse en simple filantropía o en un programa político o de
construcción de la sociedad, así se trate de aquella sociedad que nos parece que
retrata mejor los valores del Reino.
1.2 El amor predicado por el apóstol es aquel que nace ante la obra del amor. Así
como en el plano puramente humano amamos lo amable, según los sentidos o
según los intereses, así en este nivel de la vida de la gracia que ha llegado por
Jesús amamos lo amable, es decir, amamos la obra que Dios ha hecho en alguien,
arrancándolo de las tinieblas y acercándolo a la luz.
1.3 Este modo hablar puede extrañarnos. Estamos dispuestos a pensar el amor
cristiano como una realidad sin fronteras y parece que al decir que amamos a los
nacidos de Dios estamos encerrándonos sólo en los que son o piensan como
nosotros. La cosa es más compleja. Cada amor se define por su objetivo, el amado,
pero también por su motivo, su causa. El amor cristiano tiene siempre una causa:
Dios y lo que nace de Dios. Esto implica que amamos a los que ya son de Dios y
amamos a los que no son para que sean de él, para que nazcan de él. Amamos a
todos pero esto no quiere decir que aprobamos a todos ni que estamos de acuerdo
con todos ni que nos parecen iguales todos.
1.4 Con otras palabras: amamos a los que ya son hermanos, porque sentimos y
sabemos que han nacido de Dios, y amamos a los que no lo son para que un día
estén en comunión con nosotros, y con el Padre y el Hijo.
2. Sus mandamientos no son pesados
2.1 Seguramente nos puede extrañar la frase del apóstol Juan: "sus mandamientos
no son pesados" (1 Jn 5,3). Es una expresión que deberíamos leer en paralelo con
aquello que nos dice el Señor en alguna parte del Evangelio: "mi yugo es suave"
(&&). En contraste con las obligaciones onerosas de los fariseos, Jesús habla de un
yugo suave, y su apóstol nos habla de mandamientos que no son pesados.
2.2 La clave está en ese concepto que Juan nos ha venido repitiendo: nacidos de
Dios. Por eso dice: "Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo" (1 Jn 5,4).
Nacer de Dios es empezar a tener la vida de Dios. Y con la vida que él nos da están
también la fuerza y la gracia para realizar lo que a él le agrada. Lo difícil, pues, no
es obedecer a Dios, sino obedecerlo sin tener por dentro su vida.
2.3 Esta es otra manera de referirnos al tema tan frecuente de la relación entre la
ley y la gracia. La ley prescribe cosas buenas (Rom 7,12) pero que resultan a la
larga impracticables (Rom 7,14-18). De este modo su función es más la de una
denuncia que la de una curación de nuestros pecados. Por eso tenía que venir un
tiempo de distinto, que san Pablo llama "la gracia" y san Juan "nacer de Dios". En
ese nuevo estado sí somos capaces de obedecer como por propio impulso lo que
Dios quiere, porque ya no sólo lo quiere afuera de nosotros sino también adentro.
Fr. Nelson Medina, O.P.