Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Sábado después de Epifanía,
o Día 12 de Enero
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Nos escucha en lo que le pedimos * El Señor ama a su
pueblo. * El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo
Textos para este día:
1 Juan 5,14-21:
Queridos hermanos: En esto está la confianza que tenemos en él: en que si le
pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo
que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y Dios
le dará vida -a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un
pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida-. Toda injusticia es pecado,
pero hay pecado que no es de muerte.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de
Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios, y que
el mundo entero yace en poder del Maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha
venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros
estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida
eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.
Salmo 149:
Cantad al Señor un cántico nuevo, / resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles; / que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, / cantadle con tambores y cítaras; / porque el Señor
ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas, / con vítores a Dios en
la boca; / es un honor para todos sus fieles. R.
 
Juan 3,22-30:
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y
bautizaba. También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había
allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le habían
metido en la cárcel.
Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de
la purificación; ellos fueron a Juan y le dijeron: "Oye, rabí, el que estaba contigo en
la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ése está bautizando, y
todo el mundo acude a él." Contestó Juan: "Nadie puede tomarse algo para sí, si no
se lo dan desde el cielo. Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: "Yo no soy el
Mesías, sino que me han enviado delante de él." El que lleva a la esposa es el
esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz
del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que
menguar."
Homilía
Temas de las lecturas: Nos escucha en lo que le pedimos * El Señor ama a su
pueblo. * El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo
1. Los límites de nuestra oración
1.1 Una de las diferencias entre la fe y la magia es que la magia se presenta con
una promesa de omnipotencia. Brujos y hechiceros creen que todo finalmente se
puede conseguir a fuerza de mayor concentración mental, mejores recetas o
conocimientos más recónditos. La fe no es así. Nuestra fe no nos vuelve
omnipotentes; nuestra oración no es una varita mágica; no es tampoco una
amplificación de nuestra voluntad. Y ahí está el apóstol Juan para recordárnoslo.
1.2 El texto de hoy, en efecto, nos enseña dos límites de la oración cristiana. El
primero es que lo que pedimos concuerde con la voluntad divina. Orar no es hacerle
presión a Dios, sino dejarnos guiar, y además ayudar a guiar al mundo, por los
senderos del amor y la sabiduría de Aquel que mejor nos conoce y ama.
1.3 El segundo límite es más difícil de entender. Tiene que ver con aquello de no
orar por los pecados que llevan a la muerte (1 Jn 5,16). Es extremadamente arduo
determinar la naturaleza exacta de este pecado y si Juan cree que uno puede estar
seguro de que alguien lo ha cometido. En cualquier caso parece imposible que un
cristiano vea que un pecado gravísimo se comete y decide no orar por el que
cometió ese pecado, sólo porque está convencido de que ya ese es un pecado "que
lleva a la muerte".
1.4 Lo que sí parece cierto es que hay un límite a nuestra oración. No podemos
lograrlo todo con nuestra oración, al punto de pensar que podremos convertir a
cualquier persona, incluso si ella se obstina en no quererlo. Tal vez ese pecado que
lleva a la muerte alude precisamente a la condición del que se obstina en su maldad
rechazando toda posibilidad de gracia, de conversión o de misericordia hacia sí
mismo. Un caso extremo sería el de los condenados. Aunque la Iglesia nunca ha
definido la condenación de nadie en particular, ni aún Judas Iscariote, ha sido
convicción suya desde siempre que no hay que orar por los condenados, aunque de
hecho no sepamos quiénes puedan estar en esa condición.
1.5 Lo cierto, insisto, es que hemos de entender que nuestra oración no usurpa
soberanía a Dios; no es una fuerza sobre Él, sino de Él.
2. El Amigo del Esposo
2.1 El evangelio de hoy nos trae un tema distinto. Juan, el bautista, el coloso que
nos ha acompañado desde el adviento, se despide. Su misión ha concluido. Su dedo
ya señala al Esperado, el bendito Mesías, y sus palabras ya anuncian al Cordero que
quita el pecado. Ha preparado la Boda de su Amigo; ha vivido para ver el gran
momento; toda su energía y su tiempo han sido también su ofrenda, y la hora de la
ofrenda es llegada. ¡Dios, qué grande es este hombre!
2.2 Cristo-Esposo: así lo mira Juan. Poco se predica de las bodas de Cristo, y sin
embargo fueron la imagen que el Precursor escogió para retratar la vida de su
Amigo, y de paso la suya propia. Enseñanza y propósito: meditaré y predicaré más
a menudo en esta preciosa imagen: Cristo es el Esposo; nosotros, la Iglesia, somos
su Amada, somos el amor de su alma. Cristo no es un solterón empedernido, es un
Novio enamorado, es un Esposo fidelísimo, es el Divino Amante que quiere dar de
su amor como sólo se entrega el amor en la intimidad del tálamo más puro y más
bello.
2.3 Juan es el amigo del Esposo. ¡Cuánta humildad, cuánta pureza, cuánto vigor en
esa imagen! Él es el que entrega amor a su amigo haciendo posible el encuentro
con la Amada. ¿Hay amor más fino, varonil y puro que el de ese amigo del Esposo?
Tal modelo han de tomar el sacerdote, el predicador, el misionero. Todos ellos son
o somos, como el Bautista, amigos del Esposo, y nuestra meta es que la gente, la
Iglesia bella, se quede con Él, no con nosotros. ¡Y es tan hermoso ver cómo,
después de la comunión eucarística, cada uno queda en su asiento, y todos somos
uno en Él y junto a Él, pero cada uno lo siente suyo y se siente suyo!
Fr. Nelson Medina, O.P.