I Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Año Impar)
Lunes
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 1, 1-6: Dios nos ha hablado por su Hijo.
b.- Mc. 1, 14-20: Convertíos y creed en la buena noticia.
Jesús comienza su ministerio, luego de la misión de Juan, o mejor, después de su
encarcelamiento. El término, “fue entregado” (v. 14), viene a significar que el
ministerio de Jesús no va ser paralelo al de Juan, porque éste representa al AT. Ese
es el significado de: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva” (v.15). Comienza su ministerio en Galilea,
tierra de judíos y paganos, con lo cual ya se perfila por dónde irá la predicación del
evangelio. Jesús predicaba la Buena Nueva de Dios, quiere decir, que Dios sí es la
buena noticia, que se revela como gracia y ternura, del reino de Dios que está
entrando en la vida de los hombres por la predicación. Del Reino de Dios habían
hablado los profetas, la novedad está en que Jesús lo hiciera en Galilea, la provincia
siempre sospechosa de sincretismo y no en Jerusalén, la sede del gobierno y del
templo. La colaboración del hombre consiste en un cambio de mentalidad, la
metanoía, es decir, adhesión a la buena nueva. En la sociedad de los tiempos de
Jesús cada grupo religioso-político entendía el Reino de Dios según sus necesidades
y expectativas, aunque para todos revestía un carácter escatológico, era el
cumplimiento de lo anunciado por los profetas. De ahí que no fuera fácil para Jesús
darse a entender a sus discípulos y las gentes que lo escuchaban, sobre todo
cuando se lo presentaba como Mesías. El Reino proclamado por Jesús viene del
cielo, por lo mismo milagroso, sobrenatural. La conquista del Reino se hace con
paciencia, porque crece en el hombre sin que él sepa cómo (Mc. 4, 26-29). Si se
acoge con fe, humildad y obediencia, significa que ha entrado en la órbita de ese
Reino que ha llegado sin su trabajo o esfuerzo, sino que para él es realmente,
Buena Noticia.
En un segundo momento Jesús llama a sus cuatro primeros discípulos. Marcos
siempre muy parco en noticias nos habla cómo se dan las cosas cuando Jesús llama
a su seguimiento. Lucas, justifica la llamada, luego de la pesca milagrosa (Lc. 5),
Juan, nos dice que Pedro y Juan eran discípulos del Bautista (Jn. 1, 35). Según el
evangelista ante la llamada de Jesús, no queda más que obedecer. Sólo nos dice
que Pedro y Juan eran pescadores; los llamados están en su trabajo, por lo tanto,
no estaban preparados, Jesús los llama desde su vida cotidiana. Otra particularidad
es que Jesús llama a sus discípulos, los escoge, al revés de lo que se hacía con los
rabinos que eran sus discípulos los que escogían sus maestros. La llamada en Cristo
Jesús, equivale a la palabra que crea la decisión de seguirlo (cfr. Sal. 33, 9; Is. 55,
10ss). De ahí la inmediatez de la respuesta, sin objeciones de parte de los
pecadores, es el momento de la gracia que actúa eficazmente. Seguir a Jesús es
fruto de la gracia contenida en la llamada, es decir, en su palabra. Seguirle, es
esencialmente obediencia activa, dejar todo lo que impide dicho seguimiento (cfr.
Dt. 8,19; 1Re. 18, 21). Marcos, da por entendido que los llamados reconocen en
Jesús al Hijo de Dios, para seguirle con esa inmediatez. Sólo a Dios se le sigue y
obedece, como lo presenta el evangelista. Esto es importante dejarlo claro, sólo a
Jesucristo se obedece en la comunidad eclesial, ya que los responsables de ella,
también deben obedecer, porque sólo ÉL es Dios. Los responsables son ministros,
servidores de sus hermanos de comunidad. Como resucitado en medio de su
comunidad, Jesús sigue llamando al hombre a su seguimiento. Como el profeta, hay
que dejarse seducir por el llamado y por ÉL que llama a seguir sus huellas desde la
vida cotidiana donde nos encontremos.
Teresa de Jesús cuenta con los amigos más íntimos de Jesús, los santos, los que se
han tomado en serio el Evangelio. “Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena, y
muy muchas veces pensaba en su conversión” (V 9,2).