I Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Año Impar)
Viernes
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 4,1-5,11: Empeñémonos en entrar en aquel descanso.
b.- Mc. 2, 1-12: El Hijo de Dios tiene poder para perdonar pecados.
Jesús regresa a casa de Pedro. Le traen un paralítico, que debido al gentío, es
descolgado por sus amigos desde el techo donde se encontraba Jesús. Sus primeras
palabras son para el enfermo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Estaban allí
sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: “¿Por qué éste habla
así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios s￳lo?” (vv. 5-7).
Aquí está el eje del relato, Jesús declara su potestad de Hijo de Dios para perdonar
pecados sobre la tierra (v.10), poder que la Iglesia mantiene vivo porque ÉL se lo
entregó para reconciliar a los hombres con Dios (cfr. Jn. 20, 22-23). La curación de
la enfermedad y el perdón de los pecados están muy relacionados. El perdón de los
pecados, rompe la idea que se tenía que las enfermedades eran consecuencia de
pecados graves. Cuando Jesús perdona los pecados, elimina la raíz del mal, y al
desaparecer la enfermedad, fruto de la curación, confirmación que sus pecados
han sido perdonados. Si Jesús puede realizar lo más difícil como el sanar a un
enfermo, algo comprobado, bien podía perdonar los pecados de ese hombre. Ahí
está demostrada la potestad de Jesús de perdonar los pecados; su palabra no era
vana, al contrario, creadora. Con ello vence a sus adversarios, los escribas, ¿podía
Dios darle la facultad de perdonar los pecados a un blasfemo, como lo declararon
ellos, o devolverle la salud a un enfermo de parálisis? A la pregunta de Jesús:
“¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir:
"Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo del hombre
tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: "A ti te digo,
levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» (vv. 9-11). La comunidad primitiva
comprende que perdonar pecados es lo más importante, la acción más poderosa
que realiza Jesús Resucitado, porque tiene el poder para hacerlo (cfr. Jn. 20, 22).
La acción salvadora de Dios no es para el final de los tiempos, sino que está
actuando hoy, de la que participa la comunidad eclesial ahora, y que comienza con
el perdón de los pecados. Dios misericordioso, se vuelve compasivo con el pecador
y el enfermo, lo reconcilia primero para introducirlo luego en las vías de la
salvación. La conexión causal, enfermedad pecado queda rota y la comunidad
cristiana se liberó de ese concepción judía. La verdadera salvación está en la
reconciliación con Dios que se realiza con el perdón de los pecados. El Hijo del
Hombre perdona los pecados por potestad propia, él mismo que vendrá con poder y
gloria al final de los tiempos ejerce ya ese derecho de perdonar los pecados de los
hombres en la Iglesia hasta su manifestación definitiva.
Teresa de Jesús se sabe pecadora pero profundamente amada por Jesús salvador.
“En los santos que después de ser pecadores el Se￱or ton￳ a Sí hallaba yo mucho
consuelo, pareciéndome…que como los había el Se￱or perdonado, podía hacer a mí;
salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho: que a ellos solo una vez los
había El Señor llamado y no tornaban a caer, y a mí eran ya tantas que esto me
fatigaba. Mas considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de
su misericordia jamás desconfié; de mí, muchas veces” (V 9,7).