Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 1, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Animaos, los unos a los otros, mientras dure este "hoy" *
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." * La lepra
se le quitó, y quedó limpio
Textos para este día:
Hebreos 3,7-14:
Hermanos: Como dice el Espíritu Santo: "Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis el
corazón, como cuando la rebelión, cuando la prueba del desierto, donde me
pusieron a prueba vuestros padres y me tentaron, a pesar de haber visto mis obras
durante cuarenta años; por eso me indigné contra aquella generación, y dije:
"Siempre tienen el corazón extraviado; no han conocido mis caminos, por eso he
jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.""
¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo,
que lo lleve a desertar del Dios vivo. Animaos, por el contrario, los unos a los otros,
día tras día, mientras dure este "hoy", para que ninguno de vosotros se endurezca,
engañado por el pecado. En efecto, somos participes de Cristo, si conservamos
firme hasta el final la actitud del principio.
Salmo 94:
Entrad, postrémonos por tierra, / bendiciendo al Señor, creador nuestro. / Porque
él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo, / el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: / "No endurezcáis el corazón como en Meribá, / como
el día de Masá en el desierto; / cuando vuestros padres me pusieron a prueba / y
me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.
"Durante cuarenta años / aquella generación me asqueó, y dije: / "Es un pueblo de
corazón extraviado, / que no reconoce mi camino; / por eso he jurado en mi cólera
/ que no entrarán en mi descanso."" R.
 
Marcos 1,40-45:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres,
puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
"Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo
despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que
conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés." Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes
ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún
pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Homilía
Temas de las lecturas: Animaos, los unos a los otros, mientras dure este "hoy" *
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." * La lepra
se le quitó, y quedó limpio
1. Cuidado con el corazón
1.1 Nuestra cultura occidental cuida con métodos cada vez más eficaces la salud
física; no así la salud espiritual. Cuidamos el órgano del corazón pero hemos
olvidado o desobedecido a aquello que nos advierte la Carta a los Hebreos: "tengan
cuidado, hermanos, que no se encuentre en alguno de ustedes un corazón malo e
incrédulo que lo aleje del Dios vivo" (Heb 3,12).
1.2 ¿Qué presupone esta exhortación? En primer lugar, que el corazón no es un
asunto "privado". Nuestra sociedad piensa, o mejor, sueña con un mundo en que
las decisiones se dividen en dos: las públicas y las privadas. Y suponemos que lo
que cada quien haga, piense o sienta en su mundo "privado" no debe ser
incumbencia de nadie más. Una serie de hechos recientes nos están mostrando qué
terrible engaño es este y qué poca consistencia tiene. Desde el caso extremo del
psicópata asesino o violador hasta los desastres morales de generaciones enteras
de jóvenes vamos comprendiendo, por la violencia de los hechos desnudos, que no
es posible dejar el corazón para deleite de los peores demonios y a la vez esperar
con estúpida ingenuidad que el mundo va a funcionar bien por la fuerza de los
parlamentos o de la super-tecnología.
1.3 La Carta a los Hebreos nos despierta del engaño individualista propio del
consumismo y de la cultura del yo instrumentalizador e instrumentalizado. Nos
invita no sólo a que cada uno cuide su corazón, en cuanto centro de las decisiones,
afectos, recuerdos, ideas y deseos, sino que mutuamente cuidemos de nuestros
corazones. Esto supone que, como decía san Agustín en su Regla, "Dios, que habita
en vosotros, os cuidará por medio de vosotros". En último término lo que está en
juego aquí es: ¿de veras creemos que Dios habita, reina y actúa en medio de su
pueblo de redimidos?
2. Una acción vigorosa
2.1 Por otra parte, no hemos de ilusionarnos en cuanto a la acción de Dios entre
nosotros. Baste mencionar el impresionante pasaje de los esposos, Ananías y
Safira, que quisieron engañar a los apóstoles aparentando una generosidad que no
tenían (Hch 5,1-11). Dios escruta el alma y si va a hacer sentir su presencia va
también a desnudar lo que está en el alma humana.
2.2 Esto es bueno recordarlo porque se ha entrado en la Iglesia una especie de
positivismo trasnochado que predica que sólo podemos contar con el "fuero
externo", y que para elaborar los planes pastorales o de evangelización sólo
contamos con los "fenómenos", de modo que en ningún caso cabe hablar más allá
de lo que es "público", verificable (por los sentidos) y evidente a todos. ¡La acción
del Espíritu Santo no queda aprisionada en moldes tan estrechos!
2.3 Necesitamos pastores audaces, ungidos, empapados en el poder del Señor,
capaces de penetrar los corazones y de denunciar no sólo lo que aparece sino lo
que no aparece! Sé que la Iglesia del futuro tomará con una seriedad infinitamente
mayor que nosotros la acción del Espíritu Santo y contará de un modo más audaz
con su auxilio y su luz maravillosa, sin necesidad de tratar de justificar cada paso y
cada declaración a los sabios de este mundo.
Fr. Nelson Medina, O.P.