Solemnidad. La Epifanía del Señor
¿Qué le vamos a regalar a Jesús, Nuestro Salvador?
Ejercicio de lectio divina de MT. 2, 1-12.
1. Oración inicial.
Orar es buscar los momentos, las situaciones y las palabras necesarias, para
encontrarnos con el Dios Uno y Trino.
Orar es buscar a Dios en la lectura pausada de la Biblia y los documentos de la
Iglesia.
Orar es buscar a Dios en la vivencia de los hechos que conforman nuestra vida.
Orar es buscar a Dios en este mundo en que la fe brilla por su ausencia en
muchas ocasiones.
Orar es vivir intentando imitar la conducta que observó Jesús, sin esconder la fe
que profesamos, a pesar de que a veces nos sintamos humanamente solos o
incomprendidos por ello.
Orar es mentalizarnos de que, si en nuestra vida no se opera ningún cambio que
haga de nosotros mejores cristianos, no hemos acogido sinceramente la Palabra de
Dios en nuestros corazones.
Orar es concienciarnos de que para conocer, aceptar y amar a Dios en nuestra
vida, nos es necesario adquirir una buena formación bíblica y eclesiástica, y
aprender el arte de la oración, que nos ayuda a profesar la fe que nos caracteriza, a
solucionar algunos de nuestros problemas, y a convivir con las dificultades que
marquen nuestra vida, durante espacios de tiempo cortos y largos.
Orar es reconocer que, para mantener una buena relación con Dios, necesitamos
vivir siendo humildes. Ello no significa que debemos renunciar a nuestras
posesiones, sino que debemos aprovechar la oportunidad que la imitación de Cristo
nos ofrece, para hacer el bien.
Orar es pensar que la fe que profesamos es la estrella que ilumina el cielo de
nuestra vida.
Orar es pensar que dicha estrella es la seguridad que tenemos de que dios jamás
nos desamparará, especialmente cuando tengamos dificultades que superar, pues
las mismas nos ayudarán a crecer espiritualmente, y a confiar más, tanto en Dios y
en nuestros prójimos los hombres, como en nosotros.
Orar es maravillarnos al contemplar a Dios hecho un Niño indefenso, abrir los
cerrojos que cierran nuestro corazón a la aceptación de dios y al ejercicio de la
caridad para con sus hijos los hombres, y ofrecerle a Jesús los regalos con los que
alabaremos a Dios, y ayudaremos a sus hijos los hombres, a que vivan dignamente.
Orar es saber que Dios es nuestra única riqueza.
Orar es consagrarle a Dios nuestra vida.
Orar es pensar que la muerte no es el fin de la vida para la que Dios nos ha
creado, sino el inicio de la misma.
Orar es recorrer el camino mediante el que dios sabe que podremos llevar a cabo
la vocación que de El hemos recibido, la cual tiene la misión de ayudarnos a ser
purificados y santificados, a fin de que seamos aptos para vivir en su presencia.
Oremos:
Espíritu Santo, amor del Dios hecho Hombre, que quiere divinizar a la
humanidad: Gracias por concedernos la fe, la estrella que, desde el cielo, brilla
segura, para conducirnos a tu presencia.
Mantén encendida la estrella de la fe que nos has concedido, para que no nos
dejemos conquistar, por ningún amor que consideremos superior a ti.
Mantén encendida la estrella de la fe que de ti hemos recibido, para que podamos
encontrarte tanto en el mundo como en nuestro interior.
Haznos comprender que la vida es un largo viaje que debemos aprovechar para
vivir según la sabiduría que nos hace aptos para ser salvos.
Haznos comprender que, para que hagas maravillas en nuestra vida, debemos
abrirte el corazón.
A pesar de nuestra imperfección, en esta Navidad te ofrecemos nuestra debilidad,
para que la transformes en fortaleza.
Que los débiles pecadores que adoran al Dios Uno y Trino, y se presentan ante El
reconociéndose pequeños, sean convertidos en reyes, sacerdotes y profetas, y así
puedan ser dignos de vivir en tu presencia, y de evangelizar a los no creyentes.
2. Leemos atentamente MT. 2, 1-12, intentando abarcar el mensaje que San
Mateo nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
"Venimos de Oriente a adorar al Rey
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
—«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los
sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el
Mesías.
Ellos le contestaron:
—«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de
Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en
que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
—«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis,
avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que
habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde
estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño
con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
marcharon a su tierra por otro camino".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de MT. 2, 1-12.
3-1. La situación histórica en que acaece el relato mateano que estamos
considerando.
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que
venían desde Oriente se presentaron en Jerusalén" (MT. 2, 1).
3-1-1. Belén de Judea.
Belén Efrata era un pueblo pequeño localizado aproximadamente a tres
kilómetros al sur de Jerusalén, en una colina situada a 600 metros sobre el nivel del
mar. A pesar de ser el lugar en que se fundó el linaje davídico, tal pueblo era
marginado, por causa de la pobreza de sus habitantes.
3-1-2. Herodes el Grande.
Cuando acaeció el relato evangélico que estamos considerando en esta
celebración de la Epifanía del Señor, Judea estaba gobernada por Herodes el
Grande, quien era hijo del idumeo Antipas -a quien también se conocía como
Antipáter- y de la princesa Cipros, que también era de la misma raza. Antipas
recibió el título de procurador de Judea el año 47 antes de Cristo, y dio el gobierno
de Jerusalén y sus alrededores a su primogénito Fasael, y a Herodes el de Galilea.
Cuando Antipáter fue asesinado el año 43 antes de Cristo, Marco Antonio les
concedió a los citados hermanos el título de tetrarcas, encomendándoles la misión
de conducir los asuntos políticos de los judíos.
Antígono, el último rey de la dinastía asmonea, -de la que procedió Mariamna, la
mujer a la que Herodes asesinó, después de haberla amado apasionadamente-, se
alió con los partos, y guerreó contra los hijos de Antipáter. Fasael, después de caer
en manos de los partos, tomó la decisión de suicidarse, antes de afrontar la
humillación, de ser asesinado por los tales. Herodes huyó a Roma, y, ayudado por
Marco Antonio, reconquistó Jerusalén, y llegó a ser rey de Judea, el año 37 antes
de Cristo.
Herodes tuvo 10 esposas, las cuales, junto a sus hijos, se envolvieron en intrigas
que en bastantes ocasiones fueron terribles, con tal de conseguir alcanzar una
parte del poder. Dado que entre las tales se idearon planes -unos reales y otros
imaginados por dicho Rey- para asesinar a Herodes, Este, acosado por su carácter
celoso, y por una grave manía persecutoria, hizo ejecutar a Mariamna, y a los dos
hijos que tuvo con ella, cuyos nombres eran Alejandro y Aristóbulo, y, cinco días
antes de morir, también ordenó la muerte de su hijo Antipáter.
Dado que Herodes era consciente de que su muerte sería un motivo de gran gozo
para los judíos, ordenó que se ejecutasen a los principales líderes judíos en el
preciso momento en que él falleciera, para aparentar un duelo honorable durante
sus funerales, pero dicha orden no fue llevada a cabo.
Dado que los crímenes que Herodes cometió echaron por tierra su popularidad,
reconstruyó y enriqueció el Templo jerosolimitano, y embelleció la ciudad santa, lo
cual le ayudó a ser apreciado por muchos judíos. Herodes también erigió un
monumento sobre las tumbas de los antiguos reyes hebreos, y reconstruyó el
templo de Samaria.
3-1-3. Los magos de Oriente.
Dado que los relatos bíblicos no son crónicas exactas de los sucesos que narran,
sino que contienen mensajes relacionados con nuestro crecimiento espiritual, es
difícil saber cuantos fueron los magos que adoraron a Nuestro Salvador, y cuál fue
su lugar de procedencia. Hay quienes piensan que tales magos eran procedentes de
Partia, -es decir, de cerca de Babilonia-.
¿Cómo supieron los magos que la estrella que vieron en Oriente representaba al
Mesías? Podemos responder esta pregunta, tanto a través de dos posibilidades
racionales, como apelando a la fe que nos caracteriza.
en el caso de que los magos fueran descendientes de los judíos que fueron
deportados en el pasado a Babilonia, podían ser conocedores de las profecías de las
antiguas Escrituras, en que se anunciaba la venida del Mesías al mundo.
en el caso de que los magos fueran astrólogos, ya que quienes trabajaban tal
rama del Esoterismo estudiaban minuciosamente los antiguos documentos de todas
las culturas conocidas, pudieron haberse hecho conocedores de las profecías del
Antiguo Testamento relacionadas con la venida del Mesías al mundo, si cayó en sus
manos alguna copia de los libros sagrados de los hebreos, de las que debieron
quedarse en Babilonia, cuando, los hermanos de raza de Jesús, tuvieron la
oportunidad de volver a su tierra.
Desde el punto de vista de nuestra fe cristiana, podemos dar por cierto el hecho
de que Dios les reveló a los citados magos el lugar en que habitaba el Mesías, ya
que no creemos en la Astrología ni en ninguna otra ciencia esotérica.
La visión de los expositores bíblicos que han llegado a la conclusión de que los
magos procedían de diferentes civilizaciones, favorece el pensamiento de que Jesús
no solo es el Dios de los judíos, sino de toda la humanidad.
Los magos recibieron un mensaje divino para que adoraran al Mesías, y se
dejaron conducir por Nuestro Santo Padre, a fin de encontrarse con el Niño Jesús.
Los magos reconocieron la realeza de Jesús, cosa que no hicieron los grandes
líderes religiosos, ni los sabios de Israel.
¿Reconocemos a Jesús como Nuestro Dios y Salvador?
Los magos hicieron un viaje de miles de kilómetros para encontrarse con Jesús,
gozarse por ello, adorar al Señor, y ofrecerle regalos. Ello nos recuerda que la vida
es un viaje en que se nos ofrece la oportunidad de acrecentar la fe que nos
caracteriza.
A diferencia de los magos, nosotros queremos que dios se nos manifieste, nos
busque y nos conceda las dádivas que le pidamos. Los cristianos sabios que
verdaderamente aman al Dios Uno y Trino, no lo aman pensando en los dones que
les pueda conceder, sino en quién es para ellos.
¿Para qué queremos que se nos manifieste Dios?
3-2. La estrella de Jesús.
"Diciendo: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su
estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle."" (MT. 2, 2).
Desde el punto de vista de la fe que profesamos, podemos pensar que Dios creó
una estrella para que les anunciase a los magos el lugar en que encontrarían al
Mesías para adorarlo, la cual fue destruida por Nuestro Padre, después de que se
cumplió la misión por la que la creó, pero dado que Dios utiliza para
manifestársenos por medio de milagros las causas naturales, nos es lícito encontrar
posibles explicaciones racionales, para saber cuál fue la estrella, el cometa o la
conjunción planetaria, que condujo a los magos, a la presencia de Nuestro
Redentor.
Orígenes, -uno de los padres de la Iglesia-, afirmó que, la estrella de Belén, tenía
una naturaleza semejante a la de los cometas. La ciencia ha desmentido a quienes
han creído que los magos vieron el cometa Halley, demostrando que el mismo
transitó por el sistema solar el año 11 antes de Cristo, -es decir, antes de que
naciera Nuestro Salvador-.
Hay quienes piensan que los magos vieron una supernova, -es decir, la explosión
de un sol cuya brillante luz puede ser vista tanto de día como de noche durante
meses-, pero las supernovas que fueron vistas más cercanas al tiempo en que
aconteció el relato bíblico que estamos considerando, aparecieron en los años 135
antes de Cristo, y 173, después del Nacimiento del Señor.
La hipótesis más aceptada referente a la aparición de la estrella de Belén, la
propuso el astrónomo Johannes Kepler, en el año 1606. Para el citado científico, la
estrella de los magos fue la luz muy brillante producida por la triple conjunción de
los planetas Tierra, Júpiter y Saturno, que fueron vistos como un solo planeta.
Según Kepler, la citada conjunción se dio el año siete antes de Cristo, lo cual la
relaciona con el año del Nacimiento de Nuestro Salvador, que acaeció entre los
años seis y cuatro antes de Cristo. Según el comentario de la profecía de Daniel
escrito por el sabio judío Arbabanel el año 1497, se produjo una conjunción entre
Saturno y Júpiter cuando nació Moisés, y la misma se repitió nuevamente cuando
nació el Mesías.
Arbabanel relacionó NM. 24, 17 con la estrella de Belén.
"Lo veo, aunque no para ahora,
lo diviso, pero no de cerca:
de Jacob avanza una estrella,
un cetro surge de Israel.
Aplasta las sienes de Moab,
el cráneo de todos los hijos de Set" (NM. 24, 17).
Dado que en la Biblia se condenan las prácticas esotéricas, parece inconcebible el
hecho de que Dios se valiera de Balaam, -un adivino-, para profetizar el Nacimiento
del Mesías, pero, a pesar de ello, este hecho nos recuerda que dios puede valerse
del medio que desee, para llevar a cabo sus propósitos. Al valerse de un hechicero,
Dios no afirmó que el Esoterismo no es pecaminoso, sino que mostró que puede
redimir a quienes, aunque hayan hecho el mal, se confíen a su divina Providencia.
3-3. Herodes recibió una noticia de los magos que lo alertó.
"Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén" (MT. 2, 3).
La lógica más elemental, nos dice que Herodes no tenía nada que temer ante un
bebé, pero, aquel rey acosado por sus celos y su manía persecutoria, tenía que
mostrarse dispuesto a acabar con cualquier indicio de un levantamiento popular,
por parte de quienes lo rechazaban como rey. Recordemos que Herodes no era
heredero del trono de David, así pues, los idumeos no eran judíos. Cuando Juan
Hircano guerreó contra ellos y los derrotó el año 125 antes de Cristo, les impuso la
obligatoriedad de circuncidarse como señal de que habían sido derrotados y
sublevados, pero no por ello llegaron a ser considerados como judíos. Dado que
Herodes no era ascendiente del Rey David, -de cuya descendencia tendría que
nacer el Mesías-, muchos judíos lo consideraron como usurpador del trono davídico.
Si además de estar caracterizados por dicho odio algunos judíos contra Herodes, los
tales, al ser guiados por un rey religioso, se sentirían más fortalecidos para
guerrear contra él. Herodes no tenía ninguna razón por la que temerles a los judíos,
pero quiso sofocar lo que pensó podría haberse considerado una gran rebelión
mesiánica.
Herodes tenía muchos enemigos de los que temía que le quitaran el reino e
incluso la vida. En el caso de que los magos fueran ascendientes de los judíos que
fueron deportados a Babilonia, obviamente, gozarían al pensar en el nacimiento de
un líder religioso que pudiera arrebatarle Palestina a Roma. Esto hubiera sido fácil
para los habitantes de Partia, si consideramos que Jerusalén estaba lejos de Roma,
y Partia era la potencia más poderosa del mundo, después de la capital de los
césares.
¿Por qué se sobresaltaron los habitantes de Jerusalén ante lo que los magos le
dijeron a su rey? Ellos conocían el carácter de Herodes, y también conocían las
consecuencias de las guerras, pero no vivieron inspirados en la creencia que
afirmaba que el Mesías debía venir al mundo precisamente en aquel tiempo. Los
dirigentes religioso-políticos de los judíos se aprovecharon de los privilegios que les
ofrecieron los romanos, a cambio de que les ayudaran a someter al pueblo, de
entre quienes muchos habitantes se resignaron ante su situación, y otros se
convirtieron en asesinos, con tal de obtener los recursos necesarios, para combatir
a sus dominadores.
3-4. Los intérpretes de las Escrituras de Israel.
"Convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba
dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: "en Belén de Judea, porque así está
escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los
principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi
pueblo Israel." (MT. 2, 4-6).
Si los escribas de Israel hubieran creído que el Mesías estaba por venir a su tierra
a redimir a su pueblo, no se hubieran puesto de parte del tirano Herodes. Ellos se
valieron de la Profecía de Miqueas para poner en peligro la vida de Jesús, quien fue
salvado de la muerte, gracias al ángel que se le apareció en sueños a San José.
La mayoría de los judíos que esperaban el advenimiento del Mesías, no pensaban
en un Niño humilde y necesitado de amor y cuidados humanos, sino en un gran
militar y libertador político, como Alejandro Magno. Herodes no les tenía miedo a
los judíos, pero quiso evitar un levantamiento popular, y una matanza que
aumentaran su fama de asesino sin escrúpulos. Recordemos que Tiberio ironizaba
diciendo que "más vale ser el cerdo de Herodes que el hijo de Herodes", por causa
de cómo el citado rey mandó ejecutar a varios de sus hijos.
Irónicamente, los líderes religiosos que creían en el cumplimiento literal de las
profecías, cuando fueron alertados por los magos de que su Redentor había nacido,
a pesar de que recordaron profecías como la de Miq. 5, 2, y 2 SAM. 5, 2, no
creyeron tal hecho, ni jamás aceptaron a Jesús, cuando Nuestro Salvador comenzó
su Ministerio público. ¿Nos percatamos de lo triste que es que alguien se aproveche
de la religión del amor para conseguir bienes materiales, sin considerar el
sufrimiento que tenga que causarles a los creyentes, con tal de alcanzar su
propósito?
3-5. Herodes acechó al Mesías para asesinarlo.
"Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de
la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: "Id e indagad
cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir yo
también a adorarle." (MT. 2, 7-8).
Es difícil creer cómo unos hombres cultos y ricos como los magos orientales, no
captaron la astucia de Herodes, quien no quería localizar al Rey de los judíos para
adorarlo, sino, para darle muerte.
3-6. Caminemos mirando la estrella de la fe.
"Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que
habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima
del lugar donde estaba el niño" (MT. 2, 9).
Quizás nos hemos imaginado que los Reyes Magos adoraron al pequeño Jesús en
el establo en que nació el Hijo de Dios y María. Dado que Jesús tenía entre uno y
dos años cuando sucedió el pasaje mateano que estamos meditando, la Sagrada
Familia se instaló en una casa, pues decidió permanecer en Belén.
Pensemos en la decepción que debieron llevarse los magos, cuando ni Herodes, ni
los sacerdotes ni los intérpretes de la Ley de los judíos, sabían dónde estaba el Rey
de los judíos, que ellos habían buscado durante meses, exponiéndose a peligros, y
a las inclemencias climatológicas. Los hombres que abandonaron sus comodidades
para caminar siguiendo la estrella de la fe, nos enseñan a no desanimarnos, cuando
tenemos la impresión de que hemos fracasado, pues el fracaso significa que aún no
nos hemos esforzado lo suficiente para conseguir lo que deseamos, o que Dios tiene
para nosotros planes que, sin duda, son mejores que los nuestros.
3-7. Los magos se alegraron al ver al pequeño Jesús, le adoraron, y le hicieron
regalos muy significativos.
"al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al
niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le
ofrecieron dones de oro, incienso y mirra" (MT. 2, 10-11).
Como todos los grandes personajes, Jesús debía haber tenido una estrella, por
medio de la que los magos, si eran astrólogos, debían haber adivinado su destino.
Los magos se arrodillaron ante Jesús, porque reconocían la grandeza de Nuestro
Salvador.
Según una antigua tradición, los magos le obsequiaron oro a Jesús, para ayudar a
sus padres, a sobrellevar su pobreza. El oro que los magos le ofrendaron a Jesús,
significa la realeza del Hijo de Dios y María.
el incienso, es un símbolo de la Deidad de Nuestro Salvador, y de su sacerdocio.
La mirra significa el profetismo de Jesús, y es un recordatorio de la Pasión,
muerte y Resurrección del Señor.
Honremos a Cristo pensando en lo que significa para nosotros, y no en lo que
esperamos de El.
Mostrémonos dispuestos a ofrendarle a Jesús lo más valioso que tengamos en
cada momento de nuestra vida.
3-8. El cambio de planes de los magos.
"Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por
otro camino" (MT. 2, 12).
Aunque los magos tenían la intención de volver a Jerusalén para comunicarle a
Herodes dónde podía encontrar al Rey de los judíos, recibieron una revelación,
mediante la que supieron que debían volver a su tierra, -según nos indica la
tradición-, tomando un atajo por el río Jordán.
Encontrarnos con Jesús, puede significar para nosotros que tenemos que cambiar
radicalmente de vida. ¿Somos capaces de abrirnos a la Palabra de Dios, para que el
Espíritu Santo pueda purificarnos y santificarnos?
3-9. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-10. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto
evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el
fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en MT. 2, 1-12 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1-1.
¿Dónde estaba el pueblo de Belén?
3-1-2.
¿Cómo se llamaban los padres de Herodes el Grande?
¿A quién le cedió Antipáter el gobierno de Jerusalén y sus alrededores después de
recibir el título de Procurador de Judea?
¿Quién les concedió a Fasael y a Herodes el título de Tetrarcas después de que
Antipas fuera asesinado el año 43 antes de Cristo?
¿Qué rey judío se alió con los partos para combatir a los dos hijos de Antipas?
¿Por qué decidió suicidarse Fasael?
¿En qué año llegó a ser Herodes el Grande rey de Judea?
¿Por qué mandó Herodes ejecutar a su esposa Mariamna, a los dos hijos de
ambos llamados Alejandro y Aristóbulo, y a su otro hijo Antipáter?
¿Con qué intención ordenó Herodes que los principales líderes judíos fueran
asesinados en el mismo instante en que acaeciera su muerte?
¿Qué hizo Herodes para conseguir ser respetado por muchos judíos?
3-1-3.
¿De qué tierra procedían los magos que adoraron a Jesús en Belén?
¿Cuántos fueron los magos que adoraron a Jesús?
¿Cómo supieron los magos que la estrella que vieron en Oriente representaba al
Mesías?
¿Qué enseñanza podemos extraer de la hipótesis de que los magos procedían de
diferentes culturas?
¿Por qué los grandes líderes y sabios de Israel no reconocieron el cumplimiento
de las profecías relacionadas con el Nacimiento del Mesías, y los magos sí lo
hicieron?
¿Reconocemos a Jesús como Nuestro Dios y Salvador?
¿En qué nos diferenciamos de los magos?
¿En qué deben pensar los fieles adoradores del Señor al abrazar la fe que
profesamos?
¿Por qué buscamos a dios?
3-2.
¿Por qué nos es lícito querer obtener información referente a la causa que
condujo a los magos a adorar al Mesías desde tierras lejanas?
¿Por qué no fueron los magos a Belén a adorar a Jesús siguiendo la luz del
cometa Halley?
¿Recuerdas los años más cercanos al Nacimiento de Jesús en que fueron vistas
supernovas?
¿Qué pensaba Johannes Kepler que vieron los magos que adoraron a Jesús, y por
qué su hipótesis es la más aceptada de cuantas existen referentes a la aparición de
la estrella de Belén?
¿Recuerdas el nombre del sabio judío que relacionó NM. 24, 17 con la estrella de
Belén?
¿Qué podemos aprender del hecho de que Dios se valió de un hechicero para
anunciar el Nacimiento del Mesías?
3-3.
Expón las razones por las que Herodes sabía que muchos judíos lo odiaban, y por
las que los tales hubieran estado dispuestos a seguir a un rey religioso, con tal de
conseguir derrocarlo.
¿Por qué los idumeos no eran considerados como judíos, pero se les impuso el
rito de la circuncisión?
En el caso de sospechar que los magos fueran de Partia, ¿qué hubiera podido
Herodes pensar de ellos?
¿Por qué se sobresaltaron los habitantes de Jerusalén al oír lo que los magos le
dijeron a su rey?
¿Vivimos inspirados en la fe que profesamos, o nos aprovechamos de la religión
para obtener bienes materiales?
3-4.
¿Por qué se pusieron los sacerdotes y escribas de Jerusalén de parte de Herodes?
¿Qué Mesías esperaban la mayoría de los judíos?
¿Por qué quiso Herodes asesinar a Jesús antes de que creciera?
¿Por qué ironizaba Tiberio al recordar a Herodes el Grande?
¿Cómo explicas el contradictorio hecho de que los líderes religiosos que pensaban
que las profecías debían cumplirse literalmente no creyeran que el Mesías había
nacido, y despreciaran a Jesús, después de que el Señor iniciara su Ministerio
público?
3-5.
¿Para qué quería Herodes localizar al Mesías?
3-6.
¿Qué piensas que puede significar el hecho de que la estrella iba delante de los
magos?
¿Qué podemos aprender de la insistencia de los magos en buscar a Jesús para
adorarlo?
¿Qué significan nuestros fracasos?
3-7.
¿Cómo conocieron los magos el destino de Jesús, si eran astrólogos?
¿Por qué adoraron los magos a Jesús?
¿Sabes los significados de los regalos que los magos le hicieron a Jesús?
¿Es correcto adorar a Cristo pensando en lo que esperamos de El?
3-8.
¿Por qué no volvieron los magos a Jerusalén a decirle a Herodes dónde podía
encontrar al Rey de Israel?
¿Qué puede significar nuestro encuentro con Jesús?
¿Somos capaces de abrirnos a la Palabra de Dios, para que el Espíritu Santo
pueda purificarnos y santificarnos?
5. Lectura relacionada.
Lee 1 RE. 10, 1-13.
6. Contemplación.
Contemplemos a los magos en su viaje a Belén. Contemplémoslos viajando sin
temor a ningún peligro, y soportando las inclemencias del tiempo.
Contemplémonos quejándonos por problemas que tenemos, cuya gravedad
puede ser prácticamente inexistente.
Contemplemos a Herodes buscando la manera de conservar su poder, sin
importarle la vida de nadie que se interpusiera en su camino, incluyendo a sus
familiares.
Contemplemos a los magos desorientados, porque ni Herodes ni los sacerdotes y
escribas de Jerusalén, sabían dónde había nacido el Rey de Israel, y perseverando
en su empeño, en vez de desistir, como quizás lo hubiéramos hecho nosotros.
Contemplemos a los líderes religiosos de Jerusalén, más ocupados en defender
sus privilegios, que en profesar la fe que supuestamente los caracterizaba.
Contemplemos a los magos adorando a Jesús, y a María Santísima con el
pequeño Mesías en sus brazos.
Contemplemos a Jesús, de quien San Pablo les escribió a los Corintios:
"Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico,
por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza" (2 COR.
8, 9).
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de Dios, expuesta en MT. 2, 1-12.
Comprometámonos a hacerle un regalo a Jesús durante la próxima semana. Tal
regalo puede ser la asistencia a la Eucaristía uno o varios días, la recitación de una
oración, o el servicio a un necesitado de nuestras dádivas espirituales y/o
materiales.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Querido Jesús: Gracias por venir a nuestro encuentro como un Niño necesitado
de amor y cuidados, para enseñarme a no sentir vergüenza, cuando mis familiares
y amigos, sepan que soy débil. En mis momentos difíciles, quienes me vean
debilitado, sabrán que soy semejante a ti, cuando experimentaste mis
padecimientos.
Gracias por ser un ejemplo de humildad digno de ser imitado, pues el deseo de
destacar en mi ambiente, puede hacerme querer considerarme superior a mis
familiares y amigos, y ello puede separarme de ti, si me hace pecar.
Gracias por amarme incondicionalmente, pues ello me ayuda a comprender que
el amor es mi riqueza definitiva, porque la he recibido de ti.
Gracias por tu empeño en enseñarme a experimentar tu grandeza a partir de la
vivencia de mi pequeñez.
9. Oración final.
Lee el Salmo 72.
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la Biblia de
Jerusalén.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com