Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.
Adoremos al Señor, y consagrémosle nuestra vida.
Ejercicio de lectio divina de LC. 2, 8-21.
Nota: El Evangelio de la presente solemnidad es LC. 2, 16-21, pero lo amplío en
el presente estudio bíblico, a fin de que podamos recordar, cómo los pastores
betlemitas, a doraron a Nuestro Redentor.
1. Oración inicial.
Orar es permanecer alerta mientras nos preparamos a recibir a Nuestro Salvador
en su Parusía -o segunda venida-, de la misma manera que los pastores de que se
nos habla en el Evangelio de hoy, permanecían en vela, vigilando el rebaño que
cuidaban.
Orar es comprender que no debemos trabajar en la viña del Señor ni llevar a
cabo nuestras responsabilidades familiares y sociales aislados, sino trabajando en
equipo, en la medida que ello nos sea posible, tal como los pastores se turnaban
durante la noche, para vigilar su rebaño.
Orar es temer el hecho de estar en la presencia del Señor sin ser dignos de que
El more en nuestras almas. El temor de Dios no es sentir miedo, sino pensar que
somos muy inferiores a Nuestro Santo Padre, y que nos queda mucho que orar y
hacer, para asemejarnos a El.
Orar es acoger cada día la Palabra de Dios en nuestras celebraciones eucarísticas
y en nuestros tiempos de meditación y oración, no como una rutina a la que
estamos acostumbrados, sino como la novedad que necesitamos, para encontrar la
plenitud de la felicidad.
Orar es ver la mano de dios en las circunstancias que vivimos para no perder la
fe, tal como los pastores comprobaron que fue cierto el anuncio que recibieron,
cuando vieron a Jesús envuelto en pañales.
Orar es regocijarnos al glorificar al Señor, y no recurrir a El únicamente, cuando
necesitamos que nos conceda sus dones, o a alguien con quien desahogarnos.
Orar es disponernos a toda prisa a cultivar nuestra fe, a orar y a servir al Señor
en sus hijos los hombres, tal como los pastores fueron deprisa al establo en que
nació Nuestro Redentor, para verificar la certeza del anuncio que les fue hecho.
Orar es dar testimonio de nuestra fe siempre que podamos hacerlo, tal como los
pastores testimoniaron el anuncio que recibieron, y cómo comprobaron que fue
cierta la revelación angélica que recibieron.
Orar es no acostumbrarnos al amor de Dios y a los dones que de El recibimos,
sino maravillarnos por tener un Padre celestial tan bueno, tal como se maravillaron
quienes escucharon los relatos de los pastores, acerca de cómo vieron a Nuestro
Salvador.
Orar es meditar la Palabra de Dios y nuestras circunstancias vitales desde la
perspectiva del Dios Uno y Trino, tal como Nuestra Santa Madre meditaba en sus
ratos de oración, todos los hechos relacionados con la vida de Jesús.
Orar es dedicar nuestra vida a tributarle culto a Dios y a servirlo en nuestros
prójimos los hombres a imitación de Jesús, tal como Nuestro Señor fue
circuncidado, para convertirse en siervo de Yahveh.
Oremos:
"ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO"
Espíritu Santo, hoy quiero hablar contigo. Concédeme la luz y la paz
interior para ir hablándote paso a paso y sentirme escuchado.
Hoy es tiempo de una gran prueba interior, tu purificación para
conmigo. Te siento como el Podador, estás arrancando de cuajo lo que
no sirve y preparas el terreno para que ello suceda: una prueba aquí,
una cruz allá, un disgusto aquí, una resistencia acá. Estás
transparentando la toma de conciencia de mis propias respuestas
interiores para convertirme.
Recuerdo a San Juan de la Cruz cuando dice que al investir esa llama
de amor y de fuego en que consiste la purificación, el Espíritu Santo
nos da la luz a nuestro ojo espiritual, para poder ver con toda
claridad nuestra naturaleza humana: miseria.
Sé que tu forma de amarme es purificarme. ¿pero cual es hoy mi
respuesta?
En la alternativa, sabes que muchas veces elijo mi propio parecer y
evado la respuesta evangélica que me haría vivir en paz y hasta
soportar con alegría la cruz.
Me doy cuenta que aspiro a pensar y a actuar sobrenaturalmente con
medios y actitudes exclusivamente humanos, apareciendo entonces por
doquier, las contradicciones que frustran, desconsuelan y angustian.
Te estoy escuchando: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... Sin
mí no podéis hacer nada". En estos momentos quiero comenzar algo
distinto: AYÚDAME, ven con tu hierro candente, cámbiame, transfórmame
y que aprenda a orar incesantemente noche y día contigo.
No quiero contar más conmigo, deseo vencer mi orgullo y dar un paso
de humildad: Sin ti, no puedo hacer nada y nada soy. Espero verte
cara a cara en el misterio, charlar juntos con confianza y fe, sin
miedos y sin culpas.
Tú resucitaste, estás en espíritu y verdad, aquí, ahora, junto a mí.
Acepta mis miserias, te las entrego como lo único que puedo ofrecerte
y háblame al oído con tu delicada dulzura.
AMÉN.
(Desconozco el autor).
2. Leemos atentamente LC. 2, 8-21, intentando abarcar el mensaje que San
Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
Encontraron a María y a José, y al niño.
"A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2, 8-21
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando
por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y
se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
—«No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí
tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre.»
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa
a Dios, diciendo:
—«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor."
Cuando los ángeles los dejaron y subieron al cielo, los pastores se decían unos a
otros:
—«Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el
Señor.»
Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se
volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como
les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre
Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de LC. 2, 8-21.
3-1. Aguardemos la Parusía del Señor, tal como los pastores vigilaban sus
rebaños durante la noche que nació Jesús.
"Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por
turno durante la noche su rebaño" (LC. 2, 8).
3-1-1. ¿Cómo consideraban los israelitas a los pastores?
Los pastores no eran bien vistos por los hermanos de raza de Jesús. Ellos tenían
fama de ladrones, pero sus robos se debían a la grave pobreza que les afectaba, y
a su obligatoriedad de compensar a aquellos para quienes trabajaban, por cada
animal que les robaban. Los pastores también eran mal vistos porque no asistían a
las sinagogas ni a las grandes celebraciones de Jerusalén, pero ello era imposible
para los tales, porque estaban obligados a pastorear sus rebaños durante el día, y a
vigilarlos durante las noches, estableciendo diferentes turnos para ello.
3-1-2. La noche, el día, y la luz del mundo.
El hecho de que los pastores vigilaban su rebaño en la noche en que nació Jesús,
tiene un significado teológico, muy útil para nosotros, pues, en cierta ocasión,
Jesús, dijo las siguientes palabras:
"Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día;
llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz
del mundo" (JN. 9, 4-5).
La noche significa el dominio del pecado sobre la humanidad, y el día significa el
hecho de amoldarnos al cumplimiento de la voluntad de Dios, imitando la conducta
del Hijo de María, cuyo conocimiento de Nuestro Santo Padre, ha llegado a ser la
luz del mundo. Esta es la razón por la que San Pablo nos instruye, en los siguientes
términos:
"La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de
las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos
con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada
de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os
preocupéis de la carne (no os preocupéis de la mentalidad anticristiana) para
satisfacer sus concupiscencias" (ROM. 13, 12-14).
3-1-3. Los pastores vigilaban su rebaño durante la noche por turno.
Tal como los pastores vigilaban su rebaño por turno, debemos imitar la conducta
que observó Nuestro Salvador, viviendo y trabajando en comunidad.
¿Qué esperamos de la vida?
¿Qué esperamos de nuestros familiares y amigos?
¿Qué esperamos de la Iglesia?
El hecho de no conseguir lo que esperan de la vida, entristece a quienes se
consideran fracasados. Deberíamos invertir las palabras, pues, hacemos mal al
esperar que la vida nos haga concesiones, porque somos nosotros los que tenemos
que esforzarnos para conseguir lo que deseamos. No debemos pensar en lo que
esperamos de la vida, sino en lo que la vida espera de nosotros. Si no le damos a
nuestra familia, a nuestros amigos y compañeros de trabajo, al mundo y a la
Iglesia más de lo que hemos recibido de los tales, obstaculizaremos la conversión
de nuestra tierra, en el Reino de Dios.
3-2. el Angel del Señor se les apareció a los pastores, quienes fueron envueltos
por la gloria de Dios, y sintieron miedo.
"Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y
se llenaron de temor" (LC. 2, 9).
3-2-1. El Angel del Señor.
Aunque cualquier ángel que no sea seguidor del Demonio se considera como
ángel del Señor, hay pasajes bíblicos en que el mismo Yahveh se manifiesta como
un ángel. La expresión "el Angel del Señor" es una teofanía, -es decir-, una
manifestación de la Suma Divinidad. Esto significa que, cuando Jesús nació, quizás
fue el mismo Yahveh quien se manifestó a sus pobres anawim, para que fueran a
ver a Nuestro Salvador. Si fue Nuestro Santo Padre -y no uno de sus ángeles- quien
se les apareció a los pastores, es normal el hecho de que los tales fueran envueltos
por la luz de la gloria divina.
3-2-2. Los pastores fueron envueltos por la luz de la gloria de Dios.
El Angel del Señor envolvió a los pastores con la luz de su gloria. Dios se nos
entrega plenamente, y espera que lo acojamos, para que lo dejemos envolvernos
con la luz de su gloria. ¿Rechazaremos al Dios que se ha dignado hacerse uno de
nosotros para hacernos semejantes a El?
3-2-3. Los pastores se llenaron de temor.
Cualquiera sabe que, cuando se le insiste a un niño pequeño que es feo y malo,
termina por creerse lo que se le dice. Hay muchos adultos que no han podido
superar el daño que les causó el trato que recibieron por parte de sus familiares
durante los años de su infancia. Probablemente, entre los pastores que recibieron la
revelación del Angel del Señor, había quienes creían verdaderas, las ideas que la
sociedad tenía de ellos. Si los tales eran impulsados por la sociedad injusta en que
vivían a considerarse malvados, ¿cómo no habían de tener miedo al ser envueltos
por la gloria de Dios, si mantenían la antigua creencia de que la justicia de Elohim
se ejecutaría irremisiblemente, si había pecadores en su presencia?
3-3. ¿Quién es Jesús para nosotros?
"El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para
todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el
Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre."" (LC. 2, 10-12).
Jesús es el Profeta que nos insta a no pecar y a ser purificados, el sacerdote que
se entregó a sus enemigos para demostrarnos que Nuestro Santo Padre nos ama, y
el Rey de quien esperamos que nos conceda la vida plena de dicha eterna que
añoramos.
Jesús es el Camino que nos conduce a la presencia de Nuestro Santo Padre, la
Verdad que nos hace plenamente libres, y la vida que añoramos, más allá de los
sufrimientos que, en la actualidad, afectan a la humanidad.
Démosle gracias a quien nos demostró la grandeza del Dios Todopoderoso, pero
no lo hizo realizando grandes prodigios, sino viviendo, teniendo carencias, amando
y sufriendo, como cualquiera de entre nosotros, debe afrontar la vida.
¿Pensamos que seremos salvos cuando el Reino de Dios sea plenamente
instaurado entre nosotros, o nos sentimos salvos cuando tenemos la esperanza de
que nuestros problemas actuales pueden resolverse?
Intentemos que nuestro crecimiento en el campo material nos ayude a sentir que
Dios nos está salvando.
3-4. Dios se siente feliz cuando somos dichosos.
"Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa
a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en
quienes él se complace."" (LC. 2, 13-14).
Dios es glorificado en las alturas, si, quienes lo alabamos en la tierra, vivimos con
el corazón henchido de su paz. Dios ha ligado su felicidad a la nuestra, y, de alguna
manera, necesita vernos felices, viviendo en su presencia.
3-5. ¿Creemos las verdades de Dios que se nos narran en la Biblia y nos enseña
la Iglesia?
"Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se
decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y
el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a
José, y al niño acostado en el pesebre" (LC. 2, 15-16).
Los pastores fueron a Belén a comprobar la veracidad de la revelación que
recibieron. Ello me sugiere el pensamiento de que nos es imposible creer en Dios
cuando se nos habla de El, si Nuestro Santo Padre no se nos manifiesta. Esta es la
razón por la que quienes predicamos el Evangelio, no debemos forzar a nadie a
creer en Dios, porque el hecho de que nuestros oyentes o lectores sean creyentes,
más que de nuestro esfuerzo evangelizador, depende de si Dios se les manifiesta a
los tales.
3-6. Los pastores dieron testimonio de lo que habían visto y oído.
"Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos
los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían" (LC. 2, 17-18).
Los pastores no se guardaron para sí la revelación que recibieron y la
comprobación que hicieron de la veracidad de la misma. Ellos, a pesar de que eran
socialmente marginados, testimoniaron su experiencia de fe con tanta convicción,
como para ser creídos, sin que fueran muchos los que dudaran de lo que les
contaban, a pesar de que, socialmente, carecían de credibilidad.
¿Conseguimos que nuestro testimonio de fe y el ejemplo de nuestra vida cristiana
hagan que quienes nos conocen deseen convertirse al Señor Nuestro Dios?
3-7. María meditaba todos los hechos relacionados con Nuestro Redentor.
"María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón"
(LC. 2, 19).
María meditaba todos los hechos relacionados con la vida de Nuestro Salvador.
Ella no sabía exactamente cuál era la misión de Jesús, ni cómo la conocería, ni
cómo la llevaría a cabo Nuestro Redentor.
María se llenó de satisfacción cuando supo que iba a ser la Madre del Mesías, pero
tal hecho debió ganarle el desprecio de algunos de sus familiares. La dureza de la
realidad del desprecio fue debilitada por el afecto con que Isabel acogió a Nuestra
Corredentora.
María debió sufrir mucho cuando vio nacer a su Hijo en la más extrema pobreza,
pero los pastores la confortaron, no ofreciéndole dones valiosos, sino su afecto, que
era lo mejor que tenían, y era de gran valor si tenemos en cuenta que, muchos
marginados, por causa del trato injusto que reciben, son agresivos.
3-8. Los pastores no solo dieron testimonio de lo que escucharon y vieron en
Belén, pues también lo hicieron donde residían.
"Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían
oído y visto, conforme a lo que se les había dicho" (LC. 2, 20).
Quizás nos ha sucedido que hemos vivido unos ejercicios espirituales muy
intensos o nos hemos emocionado mucho durante una celebración religiosa, y
hemos sentido el deseo de compartir nuestra fe con nuestros familiares y amigos, y
de vivir imitando la conducta que observó Nuestro Salvador, pero, al volver a
nuestra rutina, nos hemos desanimado, porque nuestros familiares y amigos nos
han hecho perder la fe, o porque nos han surgido preguntas que no hemos sabido
responder, y ello nos ha hecho desistir de nuestro propósito. Si consideramos la
situación social de los pastores de que se nos habla en el Evangelio de hoy,
debemos atribuirles un gran mérito, porque, a pesar de que tenían dificultades más
difíciles de sobrellevar que las de muchos de nosotros, no solo no perdieron la fe,
sino que volvieron a realizar su actividad laboral, dando testimonio de aquello que
se les dijo y comprobaron.
3-9. Jesús fue circuncidado.
"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de
Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno" (LC. 2, 21).
Los judíos circuncidaban a sus hijos y les ponían nombre, el octavo día de su
nacimiento.
"Al octavo día será circuncidado el niño en la carne de su prepucio" (LV. 12, 3).
La circuncisión simbolizaba la distinción entre judíos y gentiles y la relación
especialísima que los primeros mantenían con Yahveh. Ello indica que los judíos, al
ser circuncidados, se consideraban como propiedad personal de Dios.
Nuestro Señor fue llamado Jesús, -es decir, Dios salva-.
¿De qué nos está salvando Dios en este tiempo?
¿Qué salvación esperamos de Dios?
3-10. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-11. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto
evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el
fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en LC. 2, 8-21 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
3-1-1.
¿Por qué eran mal vistos los pastores en Israel?
¿Recuerdas por qué se veían los pastores obligados a robar?
¿Hay en nuestra sociedad gente que se vea obligada a robar o a prostituirse
porque carece de los medios necesarios para vivir, que, en vez de ser ayudada a
superar sus situaciones difíciles, es marginada por lo que, de alguna manera, se le
obliga a hacer?
3-1-2.
¿Qué significados tienen la noche, el día, y el hecho de que Cristo es la luz del
mundo?
¿Cómo quiere Jesús que nos amoldemos al cumplimiento de la voluntad de
Nuestro Santo Padre?
¿Nos prohíbe San Pablo en ROM. 13, 12-14 que hagamos celebraciones con
nuestros familiares y amigos?
3-1-3.
¿Por qué nos conviene vivir en comunidad y trabajar en equipo?
¿Qué diferencia hay entre pensar en lo que esperamos de la vida, y considerar lo
que la vida espera de nosotros?
3-2.
3-2-1.
¿Es San Gabriel un ángel de Dios? ¿Por qué?
¿A quién se refiere en ciertos relatos bíblicos la expresión "el Angel del Señor" o
"el Angel de Yahveh", dependiendo de la traducción de la Biblia que leamos?
¿Sabes lo que es una teofanía?
3-2-2.
¿Qué significa para nosotros el hecho de que la luz de la gloria de Dios envolvió a
los pastores?
¿Rechazaremos al Dios que se ha dignado hacerse uno de nosotros para hacernos
semejantes a El?
3-2-3.
¿Por qué sintieron miedo los pastores cuando fueron envueltos por la luz de la
gloria de Yahveh?
3-3.
¿Qué significan el profetismo, el sacerdocio y la realeza de Jesús?
¿Están relacionados el profetismo, el sacerdocio y la realeza de Jesús, con
nuestra vida de cristianos? ¿Por qué?
¿Qué significa el hecho de que Jesús es, -según JN. 14, 6-, Camino, Verdad y
Vida?
¿Pensamos que seremos salvos cuando el Reino de Dios sea plenamente
instaurado entre nosotros, o nos sentimos salvos cuando tenemos la esperanza de
que nuestros problemas actuales pueden resolverse?
3-4.
¿Qué quiere Dios para nosotros?
¿Nos percatamos de que Dios ha vinculado su dicha a la nuestra?
3-5.
¿Por qué creemos en Dios?
¿Vivimos inspirados en la fe que profesamos?
¿Actuamos como hijos de dios fuera de los templos en que celebramos los
Sacramentos?
3-6.
¿Por qué tiene un gran mérito el testimonio de fe de los pastores?
¿Seríamos capaces de dar testimonio de nuestra fe si ello nos expusiera a
afrontar grandes riesgos?
¿Conseguimos que nuestro testimonio de fe y el ejemplo de nuestra vida cristiana
hagan que quienes nos conocen deseen convertirse al Señor Nuestro Dios?
3-7.
¿Nos percatamos de que Dios se nos manifiesta por medio de sus fieles hijos para
hacernos soportables las tribulaciones que afrontamos y confrontamos?
3-8.
¿Por qué es inestable nuestra fe?
¿Qué nos falta conseguir para ser buenos cristianos?
¿Se nos debilita la fe cuando no vivimos tiempos litúrgicos fuertes?
3-9.
¿Qué simbolizaba la circuncisión para los judíos?
¿encuentras alguna similitud entre la circuncisión de los judíos y el bautismo de
los cristianos?
¿Cómo traduces el nombre de Jesús al español?
¿De qué nos está salvando Dios en este tiempo?
¿Qué salvación esperamos de Dios?
5. Lectura relacionada.
Lee MT. 2, 1-12.
6. Contemplación.
Contemplemos a Dios Nuestro Padre diciéndoles a los pastores que fueran a ver
al Salvador de quienes lo aceptan sin reparos, y animándonos a no perder la fe que
nos caracteriza.
Contemplemos a los pastores caminando muy rápidamente para comprobar la
veracidad del mensaje que recibieron del Angel del Señor, y regresando
rápidamente a su lugar de trabajo, glorificando a Dios, y dando testimonio de su fe.
Contemplémonos pensando en las dificultades que nos impiden tener fe en Dios o
que la misma se acreciente, y sin la intención de esforzarnos en buscar la manera o
a la persona indicada, que nos ayude a resolver nuestras dudas de fe.
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de dios, expuesta en LC. 2, 8-21.
Comprometámonos a rezar una oración por alguno de nuestros familiares o
amigos que sufra por cualquier causa, y a buscar en la Biblia un mensaje
esperanzador, que le haga soportable su dolor.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Padre bueno: Ayúdame a comprender que la preparación de la Navidad es una
invitación que me haces a imitar la conducta de Jesús. Ayúdame a no ser
arrastrado por el deseo de gastar grandes cantidades de dinero, hacer y recibir
regalos, y celebrar grandes fiestas. Impúlsame a ser imitador de Jesús, porque en
ello radica la plenitud de la felicidad en este tiempo, en que esperamos que Jesús
concluya la plena instauración de tu Reino de amor y paz entre nosotros.
9. Oración final.
Lee pausadamente el Salmo 30.
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la Biblia de
Jerusalén.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com