Domingo III de Adviento del ciclo C.
Dispongámonos a recibir al Señor el día de Navidad y al final de los tiempos.
Ejercicio de lectio divina de LC. 3, 10-18.
1. Oración inicial.
Orar es mantener una conversación con el Dios Uno y Trino, para preguntarle qué
debemos hacer, para disponernos a recibir a Jesús, el día de Navidad, y cuando la
tierra sea plenamente convertida, en el Reino de Nuestro Santo Padre.
Orar no se reduce exclusivamente a la recitación de oraciones, pues las obras
caritativas también son oraciones muy estimadas por Dios.
Orar es compartir las posesiones, el dinero y la comida de que disponemos, con
quienes no podrán devolvernos los favores que les hagamos, por causa de su
pobreza, enfermedades e aislamiento.
Orar es actuar como auténticos seguidores de Jesús en el ambiente de
incredulidad en que vivimos, aunque ello nos suponga quedar mal ante los poco
creyentes, los ateos, agnósticos y seguidores de otras religiones y tendencias
espirituales, con tal de profesar la fe que nos caracteriza.
Orar es comprometernos a no defraudar a la sociedad de que somos miembros,
ni escatimando el pago de impuestos, ni de cualquier otra manera que podamos
fomentar el engaño, los hurtos y robos encubiertos.
Orar es adoptar el compromiso de no abusar de quienes son más débiles que
nosotros, para explotar su condición precaria en nuestro beneficio.
Orar es vivir de tal manera que hasta los no creyentes reconozcan que actuamos
como hijos de Dios.
Orar es estudiar la Biblia y los documentos de la Iglesia, poner en práctica todo lo
que aprendamos, y hablar con nuestro Padre común.
Orar es actuar humildemente, y no con el afán de que el mundo sepa de nuestra
supuesta grandeza de alma.
Oremos:
Espíritu Santo, amor que procedes del Padre y el Hijo, y que con ellos recibes una
misma adoración y gloria: motívanos a ser perfectos seguidores de Jesús, para que
el mundo comprenda que la fe que profesamos es una forma de vivir, y sienta el
deseo de seguir a Jesús. Derrama abundantemente tus dones sobre nosotros, para
que seamos perfectos siervos tuyos, en conformidad con la superación de nuestra
condición pecadora, para que podamos recibir a Jesús en su Parusía o segunda
venida.
2. Leemos lentamente LC. 3, 10-18, intentando abarcar el mensaje que San
Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
"¿Qué hacemos nosotros?
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga
comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías;
él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco
desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego;
tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y
quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de LC. 3, 10-18.
3-1. ¿Qué debemos hacer para prepararnos a recibir al Señor el día de Navidad y
cuando acontezca su segunda venida?
"Y se fue (San Juan Bautista) por toda la región del Jordán proclamando un
bautismo de conversión para perdón de los pecados" (LC. 3, 3).
El Adviento y la Cuaresma son los dos tiempos litúrgicos del año en que la Iglesia
más nos insiste en la necesidad que tenemos de convertirnos al Señor, haciendo
penitencia, para que el Espíritu Santo pueda morar en nuestras almas, y
concedernos sus dones. ¿Por qué debemos disponernos a recibir al Señor pidiéndole
al Espíritu Santo que nos envíe sus dones? San Pablo responde esta pregunta en su
Carta a los Gálatas, en que habla de las obras de la carne (el pecado), y de los
dones del Espíritu Santo, nuestro Paráclito, Abogado o Defensor.
"Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza,
libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones,
disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os
prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el
Reino de Dios.
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley"
(GÁL. 5, 19-23).
San Pablo también nos da instrucciones en su primera Carta a los cristianos de
Tesalónica, para que nos dispongamos a recibir al Señor.
"Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que amonestéis a los que viven
desconcertados, animéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y seáis
pacientes con todos.
Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad siempre el
bien mutuo y el de todos.
Estad siempre alegres.
Orad constantemente.
En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de
vosotros.
No extingáis el Espíritu;
no despreciéis las profecías;
examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
Absteneos de todo género de mal" (1 TES. 5, 14-22).
3-2. No nos salvaremos por afirmar que somos seguidores de Jesús, sino por ser
imitadores de Nuestro Salvador.
el siguiente extracto del Evangelio de San Lucas que meditaremos a continuación,
aunque no forma parte del Evangelio de hoy, tiene un mensaje crucial para
nosotros, que no debemos obviar.
San Juan Bautista, "decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él:
"Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues,
frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: "Tenemos por
padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a
Abraham. Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé
buen fruto será cortado y arrojado al fuego."" (LC. 3, 7-9).
Las víboras son serpientes comunes en los países montuosos de Europa y del
norte de África, de cincuenta centímetros de largo y menos de tres de grosor.
Tienen dos dientes huecos en las mandíbulas superiores, por donde, cuando
muerden a sus víctimas, les vierten su veneno.
¿Por qué San Juan llamaba raza de víboras a los pecadores que no se convertían
a Yahveh por medio de su predicación? Los creyentes en Dios no debemos
mordernos unos a otros inyectándonos la maldad que caracteriza a los pecadores
irremisibles.
No nos vamos a salvar por presumir de que somos cristianos, sino por imitar la
conducta de Nuestro Salvador, produciendo frutos de conversión, -es decir, no
podremos demostrarnos que deseamos vivir en la presencia de Nuestro Santo
Padre, si no hacemos el bien-. Ciertamente, nuestra salvación no procede de las
obras que hacemos, sino de la fe que tenemos en Dios, pero, a pesar de ello,
tengamos en cuenta, las siguientes palabras, del primo hermano de Nuestro
Redentor:
"Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta" (ST. 2, 17).
Los árboles que no den buenos frutos, serán cortados, y arrojados al fuego. el
Reino de Dios no puede estar lleno de falsos cristianos, sino de hijos de Nuestro
Santo Padre que amen la imitación de la conducta de Nuestro Salvador.
"La gente le preguntaba: "Pues, ¿qué debemos hacer?" Y él les respondía: "el que
tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer,
que haga lo mismo."" (LC. 3, 10-11).
Muchos cristianos tienen la costumbre de no abarcar la totalidad de los preceptos
de la fe que nos caracteriza, y solo cumplen los que más les hacen sentir bien. A
modo de ejemplo, es muy bella la sensación que nos produce sentirnos amados por
Dios, pero es muy difícil compartir la mitad de nuestras posesiones, nuestro dinero
y nuestra comida, con quienes viven en un estado de pobreza, enfermedad e
aislamiento, inferior al nuestro. Esta es la causa por la que repito cansinamente que
debemos estudiar la biblia y los documentos de la Iglesia, practicar lo aprendido
durante nuestros años de formación, -lo cual se traduce en ser caritativos con todo
el mundo-, y practicar la oración.
Muchos tienen la costumbre de acumular bastantes bienes, hacen de los mismos
el sentido de su vida, y no desean compartirlos con los que carecen de los bienes
indispensables para vivir. A este respecto, deberíamos recordar las palabras de Job:
""Desnudo salí del seno de mi madre,
desnudo allá retornaré.
Yahveh dio, Yahveh quitó:
¡Sea bendito el nombre de Yahveh!" (CF. JOB. 1, 21).
Job tenía todo lo que cualquiera puede necesitar para ser feliz. Tenía siete hijos y
tres hijas, una mujer a la que amaba, una gran fe en Dios, y muchas riquezas, pero
lo perdió todo repentinamente, y solo le quedó una mujer traumatizada que
despreciaba a Dios, y tres amigos obstinados en culparlo, afirmando que había sido
castigado por causa de los pecados que, por cierto, jamás cometió. En su estado de
leproso que esperaba la muerte mientras que sus amigos lo acusaban de ser
pecador, Job no perdió su fe, porque la pobreza, la enfermedad y el aislamiento
social, son tres grandes vías, por medio de las que Dios se manifiesta, en la vida de
muchos de sus creyentes.
en el libro bíblico de los Proverbios, se describe la situación dramática de los
pobres, y se les alaba, por su apertura a la realidad de Dios, y su sencillez.
Dios "otorga su favor a los pobres" (CF. PR. 3, 34).
"La fortuna del rico es su plaza fuerte,
la ruina de los débiles es su pobreza.
El salario del justo es para vivir,
la renta del malo es para pecar" (PR. 10, 15-16).
"Las roturas de los pobres dan mucho de comer;
pero hay perdición cuando falta justicia" (PR. 13, 23).
"Incluso a su vecino es odioso el pobre,
pero son muchos los amigos del rico.
Quien desprecia a su vecino comete pecado;
dichoso el que tiene piedad de los pobres" (PR. 14, 20-21).
"Quien oprime al débil, ultraja a su Hacedor;
mas el que se apiada del pobre, le da gloria" (PR. 14, 31).
"Todos los días del pobre son malos,
para el corazón dichoso, banquetes sin fin.
Mejor es poco con temor de Yahveh,
que gran tesoro con inquietud.
Más vale un plato de legumbres, con cariño,
que un buey cebado, con odio" (PR. 15, 15-17).
"Mejor es ser humilde con los pobres
que participar en el botín con los soberbios" (PR. 16, 19).
"Quien se burla de un pobre, ultraja a su Hacedor,
quien se ríe de la desgracia no quedará impune" (PR. 17, 5).
"el pobre habla suplicando,
pero el rico responde con dureza" (PR. 18, 23).
¿Debemos sentirnos obligados a socorrer a los pobres?
San Pablo responde esta pregunta, en los siguientes términos:
"Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el
que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según
el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: "Dios ama al que da
con alegría." Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que
teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda
obra buena. Como está escrito: "Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su
justicia permanece eternamente."" (2 COR. 9, 6-9).
"Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron:
«Maestro, ¿qué debemos hacer?"
El les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.»
Preguntáronle también unos soldados:
«Y nosotros ¿qué debemos hacer?»
El les dijo:
«No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con
vuestra soldada." (LC. 3, 12-14).
Además de hacer nuestro trabajo bien hecho aunque no esté bien remunerado, -
no solo porque ello es correcto a los ojos de Dios, sino porque debemos mantener
nuestra actividad laboral para poder sobrevivir-, y de ser solidarios con los pobres,
debemos evitar las ocasiones de cometer fraudes, y tampoco debemos abusar de
los más débiles, para beneficiarnos a costa de su situación precaria.
Los publicanos -o cobradores de impuestos imperiales-, les exigían a los pobres
más dinero que el que debían pagarle a Roma en calidad de impuestos, pues ello
les servía para aumentar su fortuna. Quienes se negaban a darles a los
recaudadores el dinero que les exigían, debían afrontar serias consecuencias.
Los soldados romanos, abusaban de los pobres para enriquecerse fácilmente, y,
si no obtenían de los tales lo que deseaban, hacían denuncias falsas, lo cual podía
ser peor para los necesitados, que vivir bajo el umbral de la miseria.
Conozco el caso de varios profesionales que les cobran a los pobres el dinero
justo por el que venden sus servicios, pero se aprovechan de los ricos, para
cobrarles mayores cantidades de dinero. No necesitamos ser recaudadores de
impuestos ni soldados -o policías- para aprovecharnos de quienes son pobres o
confían en nosotros, pensando que somos gente de bien.
3-3. ¿Era San Juan el Bautista el Mesías esperado por sus hermanos de raza?
"Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones
acerca de Juan, si no sería él el Cristo" (LC. 3, 15).
Cuando transcurrieron varios siglos sin que surgieran profetas en Israel que
denunciaran las injusticias sociales, y abogaran por el cumplimiento de la Ley de
Dios, y el ejercicio de la solidaridad en favor de los pobres, enfermos y solitarios,
muchos oyentes de Juan creyeron que el hijo de Zacarías era el Mesías, porque
predicaba con la valentía característica de los profetas del pasado, en contra de las
injusticias sociales cometidas por los saduceos y fariseos, y anunciaba el juicio que
los creyentes en Yahveh esperaban, para que se les hiciera justicia a los oprimidos.
3-4. El bautismo de Juan y el Bautismo de Jesús.
"Respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es
más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os
bautizará en Espíritu Santo y fuego" (LC. 3, 16).
Juan les dijo a sus oyentes que él los bautizaba con agua, y que el verdadero
Mesías, los bautizaría en Espíritu Santo y fuego. El bautismo de Juan simbolizaba la
conversión, y el Bautismo de Jesús es el acceso a la vida de la fe que profesamos.
el bautismo de Juan significó para quienes lo recibieron que querían amoldarse al
cumplimiento de la Ley de Dios mientras esperaban la llegada del Mesías, quien,
mediante su Bautismo, haría de los tales hijos de Dios.
Solo los esclavos les ataban y desataban las sandalias a sus amos, y les lavaban
los pies. San Juan decía que él no era digno de desatarle las sandalias al Señor, -es
decir, no se consideraba digno de ser esclavo del Mesías-.
3-5. Jesús nos juzgará antes de concluir la instauración de su Reino entre
nosotros.
"En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero;
pero la paja la quemará con fuego que no se apaga."
Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva" (LC. 3,
17-18).
Al final de los tiempos, el trigo será separado de la paja, -es decir, quienes
acepten a Dios, serán separados de quienes lo rechacen-. San Juan nos dice que, si
queremos formar parte del Reino de Dios, debemos ser, -tal como lleva mi blog por
nombre-, trigo de Dios.
3-6. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-7. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico
y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de
asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de dios expuesta en LC. 3, 10-18 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
¿Puede considerarse nuestra conversión al Señor sincera si prescindimos de la
penitencia?
Según San Juan el Bautista, ¿para qué debían ser bautizados quienes acogían su
mensaje?
Explica el significado de cada uno de los frutos del Espíritu Santo citados por San
Pablo en GÁL. 5, 22-23.
¿De qué manera orientamos a los que viven desconcertados para que abracen
nuestra fe?
¿Cómo podemos animar a quienes padecen depresión para que abracen nuestra
fe y no se rindan ante la superación de sus dificultades?
¿Qué podemos hacer para sostener a los débiles?
¿Somos pacientes con todos, especialmente con quienes contradicen nuestra fe?
3-2.
¿Por qué San Juan llamaba raza de víboras a los pecadores que no se convertían
a Yahveh por medio de su predicación?
¿Cómo debemos tratarnos los cristianos unos a otros?
¿Nos salvaremos solo por pensar que somos católicos, o tenemos que hacer algo
para demostrar que estamos orgullosos de ser hijos de Dios?
¿Qué leemos en ST. 2, 17, que le sucede a la fe que no se demuestra por medio
de la realización de obras de caridad?
¿Qué tipo de Arboles somos?
¿Podemos mejorar la calidad de los frutos que producimos?
¿Qué debemos hacer para disponernos a recibir al Señor según LC. 3, 10-14?
¿compartimos la mitad de los bienes, el dinero y los alimentos que tenemos, con
los necesitados de dádivas espirituales y materiales?
¿Por qué debemos crecer espiritualmente por medio del estudio de la Biblia y los
documentos de la Iglesia?
¿Por qué debemos poner en práctica lo que aprendemos a lo largo de nuestros
años de formación religiosa?
¿Por qué quiere Dios que oremos?
¿Cuál fue la virtud teologal que tuvo Job, la cual le ayudó a creer en Nuestro
Santo Padre, cuando perdió a sus hijos y sus riquezas, y esperaba la llegada de la
muerte, mientras sus amigos lo acusaban de ser pecador?
Cita tres vías que Dios utiliza para manifestarse en la vida de muchos que creen
en El.
¿Qué se dice en el libro bíblico de los Proverbios con respecto a los pobres, y a
quienes los desprecian e ignoran?
¿Somos defraudadores?
¿Nos contentamos con nuestro salario, o, en vez de buscar un trabajo mejor
remunerado si queremos tener más dinero, defraudamos a los empresarios que nos
contratan?
¿Nos aprovechamos de los más débiles y/o de nuestros subordinados para
explotarlos injustamente en nuestro beneficio?
3-3.
¿Por qué llegaron a pensar muchos oyentes de San Juan que el hijo de Zacarías e
Isabel era el Mesías?
¿Cuáles son las características del profetismo religioso?
¿Se puede decir de nosotros que somos profetas en este tiempo en que la
humanidad vive una grave crisis económica y de valores?
3-4.
¿En qué se diferencia el Bautismo de Jesús del bautismo de San Juan el Bautista?
San Juan no se consideraba digno de ser esclavo de Jesús. ¿Te consideras digno
de formar parte de la familia de dios? ¿Por qué?
3-5.
¿Cómo interpretas LC 3, 17?
¿Cómo aplicas el citado texto lucano a tu vida?
5. Lectura relacionada.
Lee 2 COR. Caps. 8 y 9.
6. Contemplación.
Contemplemos a Dios, que se nos da a Sí mismo, ayudándonos a ser purificados
y santificados, para que seamos dignos de vivir en su Reino de amor y paz.
Contemplemos a Jesús, quien, al no tener nada mejor que darnos, nos entregó su
vida, pues murió crucificado, para demostrarnos que somos el objeto directo del
amor de Dios.
Contemplémonos a nosotros, afanados por tener poder, riquezas y prestigio,
obviando a quienes necesitan nuestras dádivas espirituales y materiales, o, en el
caso de ayudar a los tales, dándoles una limosna, y no actuando en su beneficio, tal
como Dios lo hace con nosotros.
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 3, 10-18.
Comprometámonos a hacer una obra de caridad, antes del día de Navidad.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal.
Padre bueno: Ayúdame a comprender que la preparación de la Navidad es una
invitación que me haces a imitar la conducta de Jesús. Ayúdame a no ser
arrastrado por el deseo de gastar grandes cantidades de dinero, hacer y recibir
regalos, y celebrar grandes fiestas. Impúlsame a ser imitador de Jesús, porque en
ello radica la plenitud de la felicidad en este tiempo, en que esperamos que Jesús
concluya la plena instauración de tu Reino de amor y paz entre nosotros.
9. Oración final.
"¿Por qué se agitan las naciones,
y los pueblos mascullan planes vanos?
Se yerguen los reyes de la tierra,
los caudillos conspiran aliados
contra Yahveh y contra su Ungido:
«¡Rompamos sus coyundas,
sacudámonos su yugo!»
El que se sienta en los cielos se sonríe,
Yahveh se burla de ellos.
Luego en su cólera les habla,
en su furor los aterra:
«Ya tengo yo consagrado a mi rey
en Sión mi monte santo.»
Voy a anunciar el decreto de Yahveh:
El me ha dicho: «Tú eres mi hijo;
yo te he engendrado hoy.
Pídeme, y te daré en herencia las naciones,
en propiedad los confines de la tierra" (SAL. 2, 1-8).
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la biblia de
Jerusalén.
Lee otras meditaciones y lectios, en
http://is.gd/HquOJe
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com