Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 1, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Empeñémonos en entrar en aquel descanso * No olvidéis
las acciones de Dios. * El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar
pecados
Textos para este día:
Hebreos 4,1-5.11:
Hermanos: Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su
descanso, alguno de vosotros crea que ha perdido la oportunidad. También
nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos; pero el mensaje que
oyeron de nada les sirvió, porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían
escuchado. En efecto, entramos en el descanso los creyentes, de acuerdo con lo
dicho: "He jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso", y eso que sus
obras estaban terminadas desde la creación del mundo. Acerca del día séptimo se
dijo: "Y descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había hecho." En
nuestro pasaje añade: "No entrarán en mi descanso." Empeñémonos, por tanto, en
entrar en aquel descanso, para que nadie caiga, siguiendo aquel ejemplo de
rebeldía.
Salmo 77:
Lo que oímos y aprendimos, / lo que nuestros padres nos contaron, / lo contaremos
a la futura generación: / las alabanzas del Señor, su poder. R.
Que surjan y lo cuenten a sus hijos, / para que pongan en Dios su confianza / y no
olviden las acciones de Dios, / sino que guarden sus mandamientos. R.
Para que no imiten a sus padres, / generación rebelde y pertinaz; / generación de
corazón inconstante,/ de espíritu infiel a Dios. R.
Marcos 2,1-12:
 
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les preponía la palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío,
levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y
descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al
paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados."
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: "¿Por qué
habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?" Jesús se
dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: "¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil:
decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la
camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad
en la tierra para perdonar pecados..." Entonces le dijo al paralítico: "Contigo hablo:
Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa." Se levantó inmediatamente, cogió la
camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios,
diciendo: "Nunca hemos visto una cosa igual."
Homilía
Temas de las lecturas: Empeñémonos en entrar en aquel descanso * No olvidéis
las acciones de Dios. * El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar
pecados
1. El descanso de Dios
1.1 "Y Dios descansó..." nos enseña la Biblia, ya desde el principio (Gén 2,2). El
descanso puede ser signo de muchas cosas: desocupación, inactividad, o lo más
sencillo: cansancio. Pero nosotros no adoramos a un Dios cansado; ni siquiera a un
Dios "cansable", pues ya nos predica Isaías: "¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has
oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni
se cansa" (Is 40,28). Luego debe haber algo muy profundo y muy bello en eso de
entrar al descanso de Dios. No debe ser algo tan obvio y elemental como "dejar de
trabajar".
1.2 El énfasis que tantos libros de la Escritura ponen en esto del descanso, bajo el
tema del "sábado", que por cierto viene de la misma raíz en hebreo, apunta en la
misma dirección. No es difícil encontrar textos proféticos que defienden el sábado
como una institución sagrada y liberadora que no debe ser transgredida. Uno se
queda estupefacto, por ejemplo, leyendo a Jeremías cuando bendice con tanto
entusiasmo a los observantes del sábado: "si me escucháis con atención --declara
el Señor--no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en día de reposo, y
santificáis el día de reposo, sin hacer en él trabajo alguno, entonces entrarán por
las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sienten sobre el trono de David;
vendrán montados en carros y caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá
y los habitantes de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre" (Jer
17,24-25).
1.3 ¿De dónde le viene semejante dignidad a este día? La razón puede ser esta: el
sábado, el día de descanso, es una degustación del descanso de Dios. En el acto de
descansar de sus trabajos para dedicarse a "santificar" el día, el hombre aprende a
no vivir para lo que vale menos que él sino a orientarse hacia quien vale más que
todo y que todos. En el sábado, así entendido, el hombre reencuentra su dignidad,
su vocación, su destino eterno, lo más íntimo y a la vez lo más alto de su mente, lo
más puro y lo más bello de su corazón.
2. Jamás vimos algo así
2.1 De tantas cosas que es bello comentar en el pasaje del evangelio que hemos
escuchado hoy destaquemos la admiración que Cristo despierta. Los que vieron
aquello del paralítico "daban gloria a Dios diciendo: ¡Jamás habíamos visto una cosa
semejante!".
2.2 Ahora bien, para Cristo la obra grande y primera es el perdón de los pecados.
Perdonar fue lo primero que él hizo ante este paralítico, que según parece sufría
también de parálisis en su alma. El acto del perdón suscitó extrañeza, el acto de la
sanación despertó asombro. Y no debiera ser así. ¿Qué es eso de aplaudir los
milagros y sospechar de los perdones? Mas esa es la condición humana, que
prefiere la salud para hacer la propia voluntad, antes que el perdón que establece
en la voluntad del Creador.
2.3 De todos modos, es grande lo que hace Cristo, y seguramente en su mirada
compasiva cabe entender que los seres humanos heridos por el pecado empezamos
primero por lo más visible (la parálisis) para llegar a entender la gravedad de lo
invisible (el pecado), y empezamos por lo que limita nuestra voluntad (la parálisis)
para un día darnos cuenta de cómo hemos obstaculizado la voluntad de Dios en
nosotros (el pecado). Así que, mejor que renegar de nuestra ingratitud y miopía,
gocémonos en su piedad y en su paciencia.
Fr. Nelson Medina, O.P.