Cristo es nuestra sanación profunda.
2013-01-17
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acerc￳ a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “¡Si tú
quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeci￳ de él, y extendiendo la mano, lo
toc￳ y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quit￳ la lepra y qued￳
limpio.
Al despedirlo, Jesús le mand￳ con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para
que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito
por Moisés”.
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar
abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a
donde acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, vengo ante Ti como ese leproso. Me postro de rodillas desde lo más
profundo de mi corazón y te suplico me cures. Quiero y tengo fe en que Tú puedes
sanarme. Extiende tu mano y sáname de todos mis pecados y debilidades. Yo creo
que Tú puedes transformarme en esta oración.
Petición
Señor, creo y confío en Ti. ¡Aumenta mi esperanza y mi amor por Ti!
Meditación
Cristo es nuestra sanación profunda.
«Un maravilloso comentario existencial a este Evangelio es la famosa experiencia
de san Francisco de Asís, que lo resume al principio de su Testamento: “El Se￱or
me dio de esta manera a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia:
cuando estaba en el pecado, me parecía algo demasiado amargo ver a los leprosos.
Y el Señor mismo me condujo entre ellos, y practiqué la misericordia con ellos. Y al
apartarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me convirtió en
dulzura del alma y del cuerpo; y después me quedé un poco, y salí del mundo”. En
los leprosos, que Francisco encontró cuando todavía estaba "en el pecado” --como
él dice--, Jesús estaba presente, y cuando Francisco se acercó a uno de ellos, y,
venciendo la repugnancia que sentía lo abrazó, Jesús lo sanó de su lepra, es decir
de su orgullo, y lo convirtió al amor de Dios. ¡Esta es la victoria de Cristo, que es
nuestra sanación profunda y nuestra resurrección a una vida nueva!» (Benedicto
XVI, 12 de febrero de 2012).
Reflexión apostólica
«Al tomar la decisión de conocer mejor la fe católica y seguir a Jesucristo más de
cerca, comienza también para el nuevo miembro un camino de conversión y
crecimiento personal. Este proceso comienza normalmente de manera simple y se
desarrolla de forma gradual. Supone también una progresiva identificación con
el Regnum Christi que comporta hacer propias su vida y metodología, nutrirse de su
espiritualidad y participar en sus actividades de formación y apostolado, según las
posibilidades y generosidad personal» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 63).
Propósito
Rezar durante el día una jaculatoria que me ayude a transformar mi orgullo en
amor. Puede ser: Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.
Diálogo con Cristo
Jesús, ¡cuánto podrías hacer conmigo si me dejara transformar por Ti! ¡Sería un
instrumento que Tú podrías usar para comunicar a los hombres tus tesoros y tus
gracias! Jesús, ayúdame a vivir tu Evangelio y a sentir el apremio de cumplir con tu
mandato misionero.
«Sin la lucha nada alcanzamos y es un error muy grave el creer que podamos
realizar nuestros ideales, por más hermosos y nobles que sean, sin decidirnos a
luchar, y a luchar con perseverancia»
( Cristo al centro, n. 751).