Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 1, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia * Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. * No he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores
Textos para este día:
Hebreos 4,12-16:
Hermanos: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble
filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y
tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a
su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de
rendir cuentas. Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo
sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un
sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso,
acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Salmo 18:
La ley del Señor es perfecta / y es descanso del alma; / el precepto del Señor es
fiel / e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos / y alegran el corazón; / la norma del Señor es
límpida / y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura / y eternamente estable; / los mandamientos del
Señor son verdaderos / y enteramente justos. R.
Que te agraden las palabras de mi boca, / y llegue a tu presencia el meditar de mi
corazón, / Señor, roca mía, redentor mío. R.
 
Marcos 2,13-17:
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les
enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos,
y le dijo: "Sígueme." Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de
entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron
con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con
publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: "¡De modo que come con
publicanos y pecadores!" Jesús lo oyó y les dijo: "No necesitan médico los sanos,
sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."
Homilía
Temas de las lecturas: Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia * Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. * No he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores
1. La Palabra Penetrante
1.1 El elogio de la Palabra Divina, que todo lo desnuda, es una invitación a vivir y
caminar en la verdad. Ya Pablo nos había llamado "hijos de la luz e hijos del día" (1
Tes 5,5), y en otro lugar había explicitado su pensamiento un poco más: porque
antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz,
porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad, examinando
qué es lo que agrada al Señor" (Ef 5,8-10).
1.2 Con todo, hay que saber que no son nuestras opciones las que dan poder a la
Palabra, pues "toda criatura es transparente para Dios" (Heb 4,13). Ella se abre
camino; es soberana, majestuosa, poderosa. Conquista terreno, o mejor: reclama
lo que le pertenece, ya que Ella "sostiene todas las cosas" (Heb 1,3). Su autoridad
proviene de su condición de autora. Somos su escritura en el universo; somos su
obra; viene pues a nosotros con una fuerza que no puede compararse con nada de
nuestro mundo interior o de aquello que conocemos en el universo.
2. Un cielo distinto
2.1 Por otra parte, el texto de la Carta a los Hebreos en el día de hoy es capaz de
cambiarnos el cielo. Antes, cielo significaba sólo perfección, y como sentíamos que
no podíamos alcanzar esa perfección, el cielo era inalcanzable, y el Dios del cielo
nos infundía tal temor que de seguro hubiéramos tenido que repetir con los
israelitas en el desierto: "que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos"
(Éx 20,19). El solo conocimiento de la santidad de Dios se convierte en solo
conocimiento del pecado nuestro. Un conocimiento así engendra distancia, temor,
casi desesperanza.
2.2 Mas ahora resulta que nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo, es eminente y ha
atravesado los cielos, pero a la vez es compasivo porque ha sido probado en todo
como nosotros. El que nos abre camino hacia el cielo es el que se abrió camino
desde el cielo. Por humildad y a impulsos de amor vino a nosotros; con piedad y a
fuerza del mismo amor quiere llevarnos hacia él .
3. Se levantó y lo siguió
3.1 ¡Cuánta fuerza tienen las palabras de Cristo! ¡Cuánto puede la Palabra cuando
nos habla! Desde que llegó esa voz, desde que resonó la voz del Señor ya no fue
igual la vida de Mateo. Con ese "¡sígueme!" Jesús abrió el capítulo nuevo y decisivo
en la vida de aquel hombre. Y puede hacer otro tanto en nosotros.
3.2 "¡Sígueme!" significa muchas cosas. El seguimiento implica confianza,
obediencia, paciencia, humildad, virtudes todas que no abundaban en un hombre
acostumbrado al lucro próximo y contante de sus recaudos. De esto entendemos
que no le habló Cristo solamente con voz exterior, sino que una voz interior hizo
que la palabra de Cristo fascinara a Mateo. Invitándole a seguirlo le daba la gracia
de seguirlo; llamándole le hacía capaz, a la vez. A esa voz o impulso interior aludió
el Señor cuando dijo en otro lugar: "nadie puede venir a mí, si mi Padre no le trae"
(Jn 6,44).
3.3 "¡Sígueme!" es una palabra pronunciada una vez pero llamada a ser vivida
muchas veces. Cuando el guía de un grupo de visitantes les dice al comienzo del
tour: "síganme", entiende que esa palabra se repite, ya sin palabras, cada vez que
el grupo entra o sale de algún recinto o de un jardín o campo. "¡Sígueme!" no es
entonces una palabra: es un programa para la vida. Es el programa propio de los
verdaderos discípulos de Jesús.
Fr. Nelson Medina, O.P.