Domingo II del tiempo Ordinario del ciclo C.
Profesemos nuestra fe alegremente.
Ejercicio de lectio divina de JN. 2, 1-11.
1. Oración inicial.
Orar es hablarle al Dios Uno y Trino con plena confianza, cuando nos sentimos
plenamente felices, y cuando nos embarga el corazón la tristeza.
Orar es reconocer que tenemos una gran misión que llevar a cabo, entre ricos y
pobres, y entre sanos y enfermos, pues todos ellos deben tener la posibilidad, de
conocer, aceptar y amar, al Dios Uno y Trino.
Orar es tener plena conciencia de que no debemos llevar a cabo nuestra misión
cristiana en la más absoluta soledad, sino compartiendo las responsabilidades que
tenemos con nuestros hermanos de fe, en la medida que ello nos sea posible.
Orar es tener plena conciencia de que nuestra misión cristiana consiste en
enseñar a quienes quieran escucharnos predicarles el Evangelio a sentirse amados
por Dios, pues muchos de ellos carecen de motivos para ser felices.
Orar es saber que no llevaremos a cabo nuestra misión cristiana a nuestra
manera, pues actuaremos siguiendo las indicaciones que recibamos del Espíritu
Santo.
Orar es trabajar para que nuestras iglesias sean espacios llenos de vida, tanto
para quienes asistimos a las mismas asiduamente, como para quienes no lo hacen,
y/o carecen de fe, en Nuestro Santo Padre.
Orar es tener la costumbre de no ignorar a Dios, ya que no solo debemos recurrir
a El cuando no podemos solucionar nuestros problemas, pues debemos permitirle
ser parte de nuestra vida.
Orar es alegrarnos al comprobar que Dios manifiesta su gloria en nuestra vida,
haciendo extraordinarias, nuestras vivencias ordinarias.
Oremos:
Porque sólo Tú, Espíritu Santo
Eres soplo en el espinoso camino de la fe,
avívanos y condúcenos para que, lejos de desertar,
seamos altavoces permanentes del amor de Dios.
Porque sólo Tú, eres la Verdad.
Atráenos a la claridad de la Palabra de Jesús
y así, con ella y por ella,
regresemos de la oscuridad del error.
Porque sólo Tú, eres Fuego.
Consume la leña de nuestro orgullo y cerrazón,
para que, abriéndonos con lo que somos y tenemos,
brindemos al Señor nuestros dones y nuestro ser.
Porque sólo Tú, eres Impulso Creador.
Muda nuestras acciones humanas en divinas,
nuestras ideas en frutos de santidad,
y, la siembra de nuestras manos y de todo esfuerzo,
en proyecto de un mundo nuevo con Dios.
Porque sólo Tú, eres Aliento Divino.
Enciende nuestros senderos inciertos.
Acompáñanos en las soledades y encrucijadas.
Levántanos de las caídas y tropiezos.
Sálvanos del maligno que amenaza lo divino.
Aconséjanos en las decisiones e incertidumbres.
Porque sólo Tú eres Fuerza.
Infúndenos valor para evangelizar sin timidez alguna.
Impúlsanos coraje para defender nuestra fe.
Provócanos serenidad para no responder con violencia.
Inyéctanos conocimiento para comunicar a Dios.
Engéndranos coherencia para vivir según lo que creemos.
Infúndenos testimonio para que otros vean lo que sentimos.
Fecúndanos paciencia para no sucumbir ante las pruebas.
Porque sólo Tú, eres Voz de Dios.
Que seas, hoy y siempre, en el presente
y futuro, mano tendida y abierta en esta,
nuestra hora evangelizadora.
Amén.
P. Javier Leoz
(
http://www.celebrandolavida.org
).
2. Leemos atentamente JN. 2, 1-11, intentando abarcar el mensaje que San Juan
nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
"En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1_11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba
allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
—«No les queda vino.»
Jesús le contestó:
—«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes:
—«Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de
unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
—«Llenad las tinajas de agua.»
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
—«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le
dijo:
—«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor;
tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe
de sus discípulos en él".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de JN. 2, 1-11.
3-1. Dos comienzos diferentes del Evangelio de hoy.
En el leccionario de la Misa, el Evangelio que estamos meditando, empieza con
las siguientes palabras: "en aquel tiempo...". En las traducciones de la Biblia, el
texto que estamos meditando, empieza con estas otras palabras: "Tres días
después...". ¿Cómo se explica el hecho de que el leccionario de la Misa no
concuerde con las traducciones de la Biblia?
Quienes habéis seguido el ciclo litúrgico desde que lo comenzamos al iniciar el
tiempo de Adviento, sabéis que las lecturas de los Evangelios de los Domingos
anteriores, no han sido extraídas del cuarto Evangelio, sino de los Evangelios de los
Santos Lucas y Mateo. Como durante tales domingos no hemos seguido el
Evangelio de San Juan, el Evangelio de hoy comienza con palabras diferentes de las
traducciones bíblicas.
3-2. Los siete días de la nueva y definitiva creación.
Una de las enseñanzas que se desprenden de los capítulos 1-11 del cuarto
Evangelio, consiste en que San Juan nos presenta la obra llevada a cabo por
Nuestro Salvador, como la creación de un nuevo mundo, que debía prevalecer,
sobre las concepciones de los israelitas. Esta es la razón por la que San Juan
empezó su Evangelio, comunicándoles a sus lectores que, Jesús, -nuestro
Redentor-, existió siempre.
"En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios" (JN. 1, 1).
Mientras que los judíos creían que podían ganar el favor de Dios cumpliendo
escrupulosamente la Ley de Moisés, y las prescripciones nacidas de la tradición de
los ancianos, San Juan creía que, la salvación de los cristianos, no era dependiente
del cumplimiento de los citados mandamientos, sino de la recepción de la gracia
divina, que todos recibimos de Cristo.
"Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue
dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por medio de
Jesucristo" (JN. 1, 16-17).
El primer día de la creación del nuevo orden llevada a cabo por Jesús, fue el día
en que San Juan Bautista testimonió su fe, ante los sacerdotes y levitas que fueron
enviados desde Jerusalén, para interrogarlo, pues, al considerar que su bautismo
podía ser equiparado al paso de los hebreos por el mar Rojo al concluir su
esclavitud en Egipto, y por el Jordán, para que pudieran entrar en la tierra
prometida, y por ello podía simbolizar el cambio de las estructuras religiosas
vigentes, lo consideraron molesto, porque se lucraban aprovechándose de la
ocupación romana, y de la situación de pobreza e ignorancia que sufría Israel.
"Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde
Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle:
«¿Quién eres tú?»
El confesó, y no negó; confesó:
«Yo no soy el Cristo.»
Y le preguntaron:
«¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?"
El dijo:
«No lo soy.»
-«¿Eres tú el profeta?»
Respondió:
«No.»
Entonces le dijeron:
«¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué
dices de ti mismo?»
Dijo él:
«Yo soy
Voz del que clama en el desierto:
Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»
Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron:
«¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que
viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando" (JN.
1, 19-28).
El segundo día del nuevo orden mundial llevado a cabo por Jesús, aconteció
cuando El Bautista señaló a Jesús, afirmando que es el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo, testimoniando su experiencia del amor del Padre, y
demostrando que todos podemos tener la citada vivencia.
"Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice:
«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo
dije:
Detrás de mí viene un hombre,
que se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo.
Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado
a Israel."
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre
quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con
Espíritu Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios"
(JN. 1, 29-34).
el tercer día del nuevo orden mundial espiritual, estuvo marcado por las
siguientes vocaciones al discipulado, de quienes, tiempo después, llegaron a ser
Apóstoles del Mesías. La indicación de la hora décima, indica la cercanía de la hora
duodécima, -la última hora de luz del día-, lo cual significaba que estaba a punto de
concluir la historia del Israel que se gozaba de tener el privilegio de ser superior a
los paganos, para dar paso a un modo de vivir de carácter universal, llamado
Cristianismo.
Andrés representa a quienes están abiertos a las novedades que pueden hacerles
crecer espiritualmente. El aceptó a Jesús como Mesías, y le comunicó a su hermano
Pedro que había conocido a Jesús, pero, quien llegó a ser el primero de los
Apóstoles del Señor, aunque de alguna manera había roto con las instituciones
judías, tenía sus propias convicciones, por lo que, en un principio, no se mostró
dispuesto, a dejarse adoctrinar por Nuestro Salvador.
Recordemos que, entre los cristianos, hay muchos imitadores, de estos dos
hermanos, que llegaron a ser, Apóstoles de Jesús.
"Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
Fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«He ahí el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver
que le seguían les dice:
«¿Qué buscáis?»
Ellos le respondieron:
«Rabbí -que quiere decir, "Maestro"-¿dónde vives?»
Les respondió:
«Venid y lo veréis.»
Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos
la hora décima.
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y
habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y
le dice:
«Hemos encontrado al Mesías» -que quiere decir, Cristo.
Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas" -que quiere decir, "Piedra"
(JN. 1, 35-42).
el cuarto día de la creación de Jesús, estuvo caracterizado por las vocaciones al
discipulado de Felipe y Natanael. Ambos amigos de Jesús tenían el pensamiento de
que el Mesías debería haber surgido según la mentalidad de los judíos, entre
quienes pertenecían a la realeza. Jesús les demostró que el Dios Uno y Trino no
discrimina a ningún estamento social, y que serán salvos todos los que acepten a
Nuestro Salvador como Enviado del Padre a redimirnos.
"Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice:
«Sígueme.»
Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con
Natanael y le dice:
«Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos
encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»
Le respondió Natanael:
«¿De Nazaret puede haber cosa buena?»
Le dice Felipe:
«Ven y lo verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Le dice Natanael:
«¿De qué me conoces?»
Le respondió Jesús:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Le respondió Natanael:
«Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi. debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas
mayores."
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre" (JN. 1, 43-51).
Tres días después, se celebró la boda en Caná de Galilea a la que asistieron Jesús
y sus amigos, (nótese el paralelismo entre dicho tercer día y aquel otro tercer día
en que Jesús resucitó de entre los muertos), la cual será considerada en este
ejercicio de lectio divina. Si tenemos en cuenta que los judíos contaban los tres días
a partir del cuarto día en que acontecieron las vocaciones de Felipe y Natanael,
vemos que la boda de Caná se celebró el sexto día de la instauración del nuevo
orden universal, -el cual es conocido como día del Mesías-, que fue narrado en JN.
2, 1-11, 54), al inicio del apartado, en que Jesús denunció la corrupción de las
instituciones religiosas judías, lo cual hizo que las tales perdieran el privilegio de
tener la primacía, de ser portadoras, de la Palabra de Yahveh.
3-3. El significado de la boda, y la presencia de María en la misma.
"Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la
madre de Jesús" (JN. 2, 1).
En la Biblia, la relación que Dios mantiene con sus fieles creyentes, se simboliza
por medio de una boda. Veamos un ejemplo de ello.
"«Con gozo me gozaré en Yahveh,
exulta mi alma en mi Dios,
porque me ha revestido de ropas de salvación,
en manto de justicia me ha envuelto
como el esposo se pone una diadema,
como la novia se adorna con aderezos.
Porque, como una tierra hace germinar plantas
y como un huerto produce su simiente,
así el Señor Yahveh hace germinar la justicia
y la alabanza en presencia de todas las naciones" (IS. 61, 10-11).
En el Evangelio que estamos considerando, María simboliza a los israelitas que,
en vez de estar firmes en sus convicciones como Pedro y Natanael, no permitieron
que las instituciones religiosas corrompieran su fe, y siempre aguardaron el día de
la llegada del Mesías al mundo. Esta es la razón por la que María recurrió a Jesús
cuando los novios se quedaron sin vino durante la boda, indicando que, a pesar de
la situación de dominación y miseria que vivía el pueblo de Dios, el resto de Israel,
esperaba la llegada del Mesías, cuya procedencia divina, lo haría superior a las
instituciones religiosas corruptas.
3-4. Jesús y sus amigos, fueron invitados a la boda.
"Fue también invitado a la boda Jesús con sus discípulos" (JN. 2, 2).
Las bodas solían durar entre una y dos semanas, exceptuando los casos en que
las novias eran viudas, en que las celebraciones no debían prolongarse más de tres
días. Cuando quienes se casaban tenían suficientes medios económicos para
organizar una gran fiesta, invitaban a todos los habitantes de sus pueblos, los
cuales asistían a las citadas fiestas, con tal de que los contrayentes no se
ofendieran, si no lo hacían.
3-5. Significado del vino.
"Y no tenían vino, porque se había acabado el vino de la boda. Le dice a Jesús su
madre: "No tienen vino" (JN. 2, 3).
María le dijo a Jesús que los novios no tenían vino, indicando que, quienes no
permitieron que su fe fuera corrompida por las instituciones religiosas, sabían que,
la religión promovida por sus líderes religiosos, no era el estilo de vida que Dios
deseaba para sus creyentes, de hecho, el Judaísmo dejó de ser la religión mediante
la que Dios siguió manifestándose a la humanidad, porque, los hijos de su pueblo,
se quedaron sin vino.
Teniendo en cuenta que el pasaje de la boda de Caná simboliza el paso del
Antiguo Testamento al Nuevo y definitivo Pacto de Dios con los hombres, nos es
fácil percatarnos del significado del vino, pues, de la misma manera que Jesús
convirtió posteriormente el agua en vino para que la fiesta no se terminara, y los
novios no fueran avergonzados, Nuestro Salvador fue torturado, murió y resucitó,
para demostrarnos que, Nuestro Padre común, nos ama sinceramente. el vino es un
símbolo de la Sangre de Jesús, que fue derramada, para alcanzarnos la redención
de nuestros pecados.
Supuestamente, los judíos podían estar en paz con Dios, si cumplían sus 613
preceptos legales, lo cual no era posible para ellos, por consiguiente, la Ley que
debería haber sido garante de salvación, fue convertida, por las autoridades
religiosas de Palestina, en una trampa, que asfixiaba a los creyentes, y les impedía
alcanzar la felicidad, dado que les era imposible mantener una buena relación con
Dios, por su incapacidad de cumplir, todos los preceptos de su Ley, y de la tradición
de los ancianos. Ello contiene un mensaje importante para nosotros, si
consideramos que nuestra religión es un código de imposiciones y prohibiciones que
nos amargan la existencia, y no un camino de crecimiento espiritual, que nos
conduce a la presencia de Nuestro Padre celestial.
Al ser un símbolo de la Sangre de Jesús derramada para demostrarnos que Dios
nos ama, el vino también simboliza la alegría de los cristianos, una alegría que,
desgraciadamente, muchos de nosotros, no le transmitimos al mundo. en el
Evangelio que estamos meditando, el agua que debía haber sido utilizada por los
judíos para purificarse, acabó convirtiéndose en vino generoso. Esta es la razón por
la que el agua simboliza a los cristianos sumisos que cumplen las prescripciones
religiosas sin pensar en el por qué de la existencia de las mismas, y a quienes están
fanatizados con el citado cumplimiento porque temen no estar a la altura de las
exigencias que Dios les hace, y por ello temen por sus almas.
De poco nos sirve vivir, si no podemos ser felices, porque no descubrimos el
sentido de nuestras frustraciones. Igualmente, de poco nos sirve el cumplimiento
de los preceptos religiosos, si ello no nos ayuda a ser felices, sino a actuar como
fanáticos, que rechazan a un mundo en que viven, que, simplemente, no
comprende su forma de proceder, y, si la comprende, no la acepta, porque, aunque
probablemente desconoce a Dios, distingue entre el fanatismo, y la sanidad
psicológica.
Quienes cumplen los preceptos religiosos porque estiman que ello es correcto y
son simbolizados por el agua, no pueden compararse con quienes son simbolizados
por el vino, porque, mientras estos solo hacen lo que creen que es justo, los otros,
al actuar como enamorados de la imitación de Cristo, no tienen límites a la hora de
hacer el bien, porque no actúan por conveniencia, ni por aparentar, ni por miedo a
la condenación eterna, sino por amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
3-6. Una respuesta aparentemente desconcertante.
"Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi
hora" (JN. 2, 4).
Ningún judío llamaba "mujer" a su madre, aunque este término hacía referencia a
una mujer casada, por lo que implicaba absoluta cortesía. Para comprender la
respuesta de Jesús a María, debemos comprender que ambos expresaban ideas
distintas, así pues, mientras que María le habló a su Hijo de que los novios se
quedaron sin vino, el Señor pensaba en su Pasión, muerte y Resurrección. Nadie
podría salvarse si Jesús no nos demostraba su amor muriendo y resucitando, lo
cual es interpretado por el hecho de que, si los novios hubieran tenido vino,
hubieran podido seguir celebrando su fiesta.
Una de las contradicciones más curiosas que San Juan nos hace vislumbrar a
modo de ironía en el texto que estamos considerando, consiste en que no fue el
maestro de ceremonias (el maestresala) quien anunció el fin de la fiesta cuando los
novios se estaban quedando sin vino. El maestresala es presentado como un líder
religioso que estaba a gusto con su situación privilegiada, y estaba dispuesto a
aprovecharse de la misma, mientras le fuera posible. Ello me recuerda que nuestras
iglesias se quedan vacías, y que todos los católicos, -tanto religiosos como laicos-,
tenemos el deber de evangelizar al mundo, no ofreciéndole el agua de las
imposiciones y prohibiciones, sino el vino de la alegría de vivir la imitación de
Cristo.
Jesús le dijo a María que aún no había llegado la hora en que iba a ser atado por
la muerte para que no hiciera ningún prodigio, ni el día en que iba a ser glorificado,
después de resucitar de entre los muertos. Si Jesús aún no estaba atado por la
muerte, podía hacer lo que su Madre le pedía.
Notemos que, en el diálogo que estamos considerando, Jesús llamó a su Madre
"mujer" y no "madre", y que María no llamó a Jesús "Hijo". María aparece en este
Evangelio como el modelo de creyente que, aunque quizás no comprendió la
enigmática respuesta de su Hijo, en vez de perder la fe, se empeñó en mantener la
citada virtud teologal, lo cual logró, que Jesús le concediera, lo que le pidió. Jesús y
María no se llamaron "Madre" e "Hijo", porque estaban situados en diferentes
perspectivas, así pues, mientras María pertenecía al Antiguo Testamento, Jesús aún
estaba llevando a cabo la creación del nuevo orden, en que, -no podía ser de otra
manera-, María fue insertada, posteriormente.
Jesús no llamó "Madre" a María, indicando que rompió totalmente con las
instituciones judías, y se lanzó a la aventura de crear un orden universal nuevo.
3-7. La ejemplar fe de María.
"Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga" (JN. 2, 5).
Es difícil demostrar empíricamente si María le pidió a Jesús que resolviera el
problema de los recién casados consiguiéndoles vino milagrosamente, o si,
simplemente, le preguntó, si sabía algún lugar, donde pudieran conseguir vino,
para que los novios, no fueran avergonzados. Ante la desconcertante respuesta de
Jesús, María reaccionó indicándoles a los sirvientes, que obedecieran a su Hijo.
Cuando le hagamos peticiones a Dios, debemos actuar, -en la medida que nos
sea posible hacerlo-, como si se nos hubiera concedido, lo que tanto deseamos. No
permitamos que se nos debilite la fe, si Dios tarda tiempo en concedernos, lo que le
pidamos.
3-8. La ironía de las tinajas vacías.
"Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de
dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: "Llenad las tinajas de agua." Y las
llenaron hasta arriba" (JN. 2, 6-7).
¿No os parece raro el hecho de que las tinajas estuvieran vacías, teniendo en
cuenta que los judíos se lavaban los antebrazos para comer, y, precisamente,
estaban en un banquete de bodas? Ello indica que Nadie puede salvarse cumpliendo
la Ley de Moisés, pero también tiene su aplicación para nosotros. Ahora, en vez de
preguntarnos si nuestras vidas son tinajas llenas del agua de una religión que solo
nos aporta prohibiciones y enfermedades psicológicas por no poder cumplir cientos
-o miles- de preceptos, o si son tinajas llenas del vino de Cristo que nos aporta todo
lo que necesitamos para vivir como hijos de este mundo y en la presencia de
Nuestro Santo Padre, debemos preguntarnos si somos tinajas vacías, si no tenemos
nada que nos motive a superarnos a nosotros mismos, y, por consiguiente, nada
que aportarles a nuestros prójimos los hombres, para demostrarles que es posible
vivir, imitando a Nuestro Salvador.
Jesús fue a la boda de Caná el sexto día de su labor creadora, y, seis era el
número de las tinajas que debían estar llenas de agua para que los judíos pudieran
purificarse. El número seis significa algo incompleto, y hace referencia al sexto día
de la creación del Génesis, en que Dios creó al hombre. Es esta la causa por la que,
el sexto día de su labor creadora, Jesús emprendió su reforma de las instituciones
judías, con el fin de que las mismas, contribuyeran a mejorar, la calidad de la
religiosidad de los hombres.
Ya que somos cristianos, ¿hemos encontrado la manera de acercarnos a quienes
no asisten a nuestras iglesias?
¿Sabemos por qué mucha gente no asiste a las celebraciones de culto, o
pensamos que lo hacen por maldad, casualidad o comodidad?
3-9. La humildad de Jesús y la cerrazón del maestresala.
"Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala." Ellos lo llevaron. Cuando el
maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los
sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al
novio y le dice: "Todos sirven primero el vino nuevo y cuando ya están bebidos, el
inferior. Pero tú has guardado el vino nuevo hasta ahora" (JN. 2, 8-10).
De la misma manera que Jesús convirtió el agua en vino haciendo que se
enterara de ello el menor número de asistentes a la boda posible, toda su vida
actuó humildemente, y nos redimió, sin que muchos de sus creyentes supieran qué
día lo asesinaron, porque sus enemigos tramaron su ejecución rápidamente,
aprovechándose de los preparativos de la fiesta de Pascua, en que dichos creyentes
debían estar ocupados, así como también habrían de estarlo, los miembros del alto
Tribunal judío, que no estaban de acuerdo, con la crucificción del Mesías.
El maestresala no sabía de dónde habían sacado los novios el vino que los
sirvientes le dieron a probar, pero, en realidad, ello le traía sin cuidado. De nada
nos sirve que se nos predique la Palabra de Dios, si no cambiamos nuestras
percepciones antiguas -tales como el odio a los judíos y el rechazo a los cristianos
no católicos- que han resultado ser inocuas, por la vivencia de la imitación de
Jesús, que debe caracterizarnos.
Al igual que en la boda de Caná se repartió el mejor vino a última hora, nosotros
hacemos muchas cosas, antes de confiarnos a la amorosa Providencia de Dios.
¿Cuándo confiaremos en Dios, y nos amoldaremos al cumplimiento de su voluntad?
3-10. Jesús manifestó su gloria, -es decir, se dio a conocer a Sí mismo-.
"Tal comienzo de los signos hizo Jesús, en Caná de Galilea, y manifestó su gloria,
y creyeron en él sus discípulos" (JN. 2, 11).
La manera en que Jesús convirtió el agua en vino, manifestó la forma en que el
Señor llevaría a cabo su ministerio, sirviendo a quienes tenían carencias
espirituales, y materiales. Los milagros no son actos humanos, sino actos
sobrenaturales, por medio de los cuales, se nos demuestra el poder de Dios. Los
milagros de Jesús, siempre fueron renovaciones importantes para quienes fueron
sanados de sus enfermedades, fueron alimentados, y resucitaron de entre los
muertos. Jesús no es un súper hombre, sino el Dios que continúa su creación,
purificándonos y santificándonos.
3-11. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-12. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto
evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el
fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en JN. 2, 1-11 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
¿Recuerdas de qué Evangelios hemos extraído las terceras lecturas dominicales
de las últimas dos semanas?
3-2.
¿Con qué relato del Génesis podemos comparar los 11 primeros capítulos del
cuarto Evangelio?
¿Por qué inició San Juan su Evangelio recordándoles a sus lectores que Jesús
existió siempre?
¿Qué creían los judíos que debían hacer para que dios los favoreciera?
¿De qué nos enseña San Juan que depende la salvación de los cristianos?
¿Por qué quisieron los saduceos y los fariseos investigar el mensaje que
predicaba San Juan Bautista?
¿Quiénes se convirtieron al Evangelio el tercer día de la obra creadora de Jesús?
¿En qué se diferenciaban los hermanos Andrés y Pedro?
3-3.
¿Qué simbolizaban María y la boda de Caná?
3-5.
¿Por qué fue María la que actuó cuando se percató de que los novios se quedaron
sin vino, y el maestresala no hizo nada al respecto?
¿Qué relación hay entre el vino y la Sangre de Jesús?
¿Qué diferencia hay entre considerar la religión como un código de imposiciones y
prohibiciones y como un camino de crecimiento espiritual?
¿Nos percibe el mundo como discípulos de Jesús alegres? ¿Por qué?
¿Qué diferencia hay entre el agua y el vino a nivel simbólico?
3-6.
¿Por qué Jesús le respondió a María de una manera que puede desconcertarnos?
¿Por qué Jesús no llamó “Madre” a María, ni ella lo llamó “Hijo”?
3-7.
¿Cómo actuamos cuando Dios tarda tiempo en concedernos lo que le pedimos?
3-8.
¿Qué significan las tinajas vacías, y el número seis?
¿Son nuestras vidas tinajas vacías?
¿Son nuestras vidas tinajas de agua, o tinajas de vino?
¿Con qué intención intentó Jesús reformar las instituciones de los judíos?
¿Hemos encontrado la manera de acercarnos a quienes no asisten a nuestras
iglesias?
¿Sabemos por qué mucha gente no asiste a las celebraciones de culto, o
pensamos que lo hacen por maldad, casualidad o comodidad?
3-9.
¿Qué opinión te merece la humildad de Jesús?
¿Actuamos imitando la cerrazón del maestresala?
5. Lectura relacionada.
Lee el capítulo 54 del libro de Isaías.
6. Contemplación.
Contemplemos a Jesús con María y sus amigos en la boda de Caná, llevando a
cabo su misión evangelizadora, al mismo tiempo que celebraba la dicha de tener
Consigo a quienes amaba, enseñándonos que, la profesión de nuestra fe, es un
gran motivo de alegría.
Contemplemos a María diciéndole a Jesús que los novios se quedaron sin vino. No
fue el maestresala quien se percató de aquella situación, sino una mujer del pueblo
sencillo, que no tenía más poder que su fe, para pedirle a Dios que resolviera aquel
problema, a fin de que los recién casados, no fueran avergonzados.
Las tinajas de piedra podían parecerse a la forma que podemos tener de vivir
nuestra religiosidad, si no encontramos respuestas para satisfacer las necesidades
espirituales y materiales, que caracterizan a la humanidad. No seamos tinajas
vacías de amor y solidaridad. Ofrezcámosles a quienes se dejen evangelizar el vino
del gozo que significa para nosotros ser discípulos de Jesús.
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de Dios, expuesta en JN. 2, 1-11.
Comprometámonos a transmitirle parte de nuestro gozo cristiano a alguien de
quien sepamos que se siente triste, por causa de sus problemas actuales.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Padre nuestro que estás en el cielo, que te nos manifiestas por medio de quienes
creen en ti, y viven imitando la conducta que observó Jesús: Ayúdanos a tener la
apertura de mente necesaria para evangelizar a quienes quieran conocerte por
nuestro medio, a partir de sus gozos y tristezas actuales, a fin de que puedan
comprender que quieres hacer extraordinarias, sus vivencias ordinarias.
9. Oración final.
Lee el Salmo 45.
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la Biblia de
Jerusalén.
José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en
joseportilloperez@gmail.com