EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 2,1-11.
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de
Jesús estaba allí.
Jesús también fue invitado con sus discípulos.
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado
todavía".
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos,
que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el
borde.
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo
sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien,
se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este
momento".
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así
manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-c 420), obispo
Homilía 23; PL 57, 274
El vino nuevo de la verdadera alegría
El Señor, está escrito, fue a la boda donde había sido invitado. El Hijo de Dios
pues fue a esta boda para santificar con su presencia el matrimonio que ya había
sido instituido. Fue a una boda de la antigua ley para escogerse en el pueblo
pagano una esposa que permanecería siempre virgen. Él que no nació de un
matrimonio humano fue a la boda. Fue allá no para participar en un banquete
festivo, sino para revelarse por un prodigio verdaderamente admirable. Fue allá no
para beber vino, sino para darlo. Porque, tan pronto como los invitados se
quedaron con vino, la bienaventurada María le dijo: "no tienen vino".
Jesús, aparentemente contrariado, le respondió: " ¿mujer, qué nos va a ti y a
mi?"... Respondiendo: " mi hora todavía no ha llegado ", anunciaba ciertamente la
hora gloriosa de su Pasión, o bien el vino difundido para la salvación y la vida de
todos. Marie pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba una alegría
eterna.
Sin embargo el Señor en su bondad, no vaciló en conceder estas pequeñas cosas
hasta que vengan las grandes. La bienaventurada María, porque verdaderamente
era la madre del Señor, veía por el pensamiento lo que iba a llegar y conocía por
anticipado la voluntad del Señor.
Por eso se encargó de advertir a los servidores con estas palabras: " haced lo
que él os diga". Su santa madre sabía ciertamente que la palabra de reproche de su
hijo y Señor no escondía el resentimiento de un hombre enfurecido sino contenía un
misterio de compasión... Y de repente el agua comenzó a recibir la fuerza, a
cambiar el color, a difundir un buen olor, a adquirir gusto, y al mismo tiempo a
cambiar totalmente de naturaleza. Y esta transformación del agua en otra sustancia
manifestó la presencia del Creador, porque nadie, excepto el que creó el agua de
nada, puede transformarla en otra cosa.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”