Comentario al evangelio del Martes 22 de Enero del 2013
Queridos amigos:
La casuística del legalismo judío había llegado en la época de Jesús a extremos ridículos; según los
escribas más estrictos de aquel momento, en sábado estaba permitido arrancar espigas, pero no
desgranarlas con las yemas de los dedos. Nuestro texto evangélico no dice expresamente que los
discípulos de Jesús las hayan desgranado, pero hay que suponerlo, ya que Jesús da a entender que
comen los granos.
En un pasaje tan breve nos encontramos con dos discusiones legales: una acerca del precepto sabático
y otra sobre comer de lo ajeno. Y en una y otra Jesús se presenta como el que libera de las opresiones y
el que se compadece de la menesterosidad humana. Su casi obsesión es la voluntad del Padre y la
gloria del Padre; esta gloria la definió de forma sencilla y radical, siglo y medio más tarde, San Ireneo:
“la gloria de Dios es que el hombre viva”. Jesús lo había dicho en términos parecidos: “he venido para
que tengan vida, y la tengan abundante” (Jn 10,10). Es inconcebible cómo la religión en el contexto de
la liberación de Egipto, donde Dios se comprometió a acabar con la opresión de su pueblo (cf. Ex 3,7),
se convirtió ella misma en opresión. Jesús zahirió a los maestros de la ley por “liar fardos pesados y
cargarlos sobre las espaldas de los hombres” (Mt 23,4). En contraposición, él se presenta como aquel
cuyo yugo es suave y cuya carga es ligera (cf. Mt 11,30).
Sobre este telón de fondo, podemos hacernos tres consideraciones:
a.- El texto afirma el Señorío de Jesús sobre cualquier prescripción legal. Nuestro ser cristianos no
puede consistir en adherirnos a una determinada ética, sino a la persona de Jesús, el único Señor;
y se trata de un original Señorío, que no aplasta sino que vivifica.
b.- La suerte de Jesús y la de sus seguidores están indisolublemente unidas. Unos versículos antes
de nuestro texto de hoy, los escribas interrogaban a los discípulos a propósito de la conducta del
Maestro (que escandalizaba porque comía con pecadores). Ahora los fariseos interrogan a Jesús a
propósito de las supuestas transgresiones de sus seguidores. Es una llamada a que sepamos pasear
por el mundo la causa de Jesús con elegancia y valentía, y conscientes de que él mismo nos
acompaña y sostiene.
c.- Si en determinados sectores de la sociedad la fe cristiana y su compromiso ético son vistos
como algo opresor, o incluso destructor, del ser humano, tenemos que reconocer que no hemos
sabido presentar estos tesoros, esta fuente incomparable de libertad y de vida.
Vuestro hermano en la fe
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco, cmf