DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía del P. Salvador Plans, monje de Montserrat
19 de agosto de 2012
Prov 9, 1-6 / Ef 5, 15-20 / Jn 6, 51-58
Acabamos de leer, queridos hermanos, el capítulo sexto del evangelio de San Juan, el
sermón de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm llamado: "el Pan de vida." Este
discurso de Jesús ha sido la catequesis fundamental de estos últimos domingos.
Hoy, la sabiduría de Dios, como nos ha dicho el libro de los proverbios, nos invita al
banquete del pan de vida y los inexpertos y faltaos de juicio, según lo que nos han
leído, también están invitados para adquirir la verdadera inteligencia, la inteligencia de
la fe, es decir, la comprensión de los hechos de Jesús hecha experiencia en el símbolo
del pan: " Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su
sangre, no tenéis vida en vosotros." Hay que hacer pues, experiencia de Jesús:
abrirnos a la luz de su palabra; debemos participar de la luz de Dios, que no es otra
que la de fiarnos de esta palabra. Tenía razón San Pedro cuando dice: " Sólo tú tienes
palabras de vida eterna".
También San Pablo nos invita, hoy, en la carta a los Efesios a ser sabios, que quiere
decir, en este caso, seguir a Jesucristo, rehuyendo la estulticia, intentando comprender
la palabra y hacer la voluntad de Dios. El sabio, para Pablo, es aquel que está lleno
del Espíritu Santo. Este Espíritu es el que le mueve el corazón al canto, a la oración y
a la acción de gracias.
Situados, pues, ante la catequesis final de este sermón podemos destacar enseguida
dos actitudes. La primera es la de aquellos que lo escucharon y constataron que el
lenguaje de Jesús era duro y difícil de comprender. No lo entienden y se desencantan
de Jesús. Lo dejan. Y se marchan. De ahora en adelante ya no lo seguirán más.
Entonces Jesús hace la pregunta clave a sus discípulos. Una pregunta que se puede
responder y se debe responder: ¿También vosotros queréis marcharos? Esta pregunta
sí se puede responder. Para el hombre de la Biblia, el del antiguo Testamento, para él
la verdadera sabiduría que daba sentido a la vida era la de comer y beber la ley. "Yo la
devoraba" , decía el profeta. Y para el hombre de la Biblia, del N T, era comida la
palabra de Jesús, participando así del banquete de su Reino... Por este motivo Pedro
podía responder: "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna" . Ciertamente, es así. Ved qué dice Jesús: “ El Padre que vive me ha enviado y
yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí ." Pedro, antes de
responder, debía decirse a sí mismo... Si te comeré o no te comeré, no lo sé; lo que si
sé es que de ti yo no me separo. Pedro había comido la palabra de Dios. Tiene fe.
Esto debe de ser, hermanos, lo que debía buscar a Jesús.