Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 2, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Ofreció sacrificios de una vez para siempre, ofreciéndose
a sí mismo * Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. * Los espíritus inmundos
gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios", pero él les prohibía que lo diesen a conocer
Textos para este día:
Hebreos 7,25-8,6:
Hermanos: Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan
a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese
nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y
encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como los
sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los
del pueblo-, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. En
efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En
cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto
para siempre.
Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal, que está
sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del
santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En
efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la
necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer. Ahora bien, si estuviera en
la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la
Ley. Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas
celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: "Mira
-le dijo Dios-, te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña." Mas
ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es
la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.
Salmo 39:
 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me abriste el oído; / no pides
sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy." R.
"-Como está escrito en mi libro- / para hacer tu voluntad." / Dios mío, lo quiero, / y
llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los labios: /
Señor, tú lo sabes. R.
Alégrense y gocen contigo / todos los que te buscan; / digan siempre: "Grande es
el Señor" / los que desean tu salvación. R.
Marcos 3,7-12:
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió
una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha
gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de
Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo
fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de
algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus
inmundos se postraban ante él, gritando: "Tú eres el Hijo de Dios." Pero él les
prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Homilía
Temas de las lecturas: Ofreció sacrificios de una vez para siempre, ofreciéndose
a sí mismo * Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. * Los espíritus inmundos
gritaban: "Tú eres el Hijo de Dios", pero él les prohibía que lo diesen a conocer
1. Inocente y, a la vez, Compasivo
1.1 Hay algo extraño en el corazón humano; algo que no debería ser pero que de
hecho se da: la inocencia suele ir unida a la dureza. No debería ser así, repito, pero
así es. Así era también en tiempos de Jesús. Los que se sentían más limpios y
puros eran duros, a veces incluso crueles, con sus hermanos pecadores. El ejemplo
típico son los fariseos, pero la cosa va más allá de una opción religiosa o de un
modo de mirar la Ley.
1.2 Jesús es una maravillosa excepción a esa regla fastidiosa, gracias a Dios.
Inocente como ninguno, puro y alejado de todo pecado, no por ello se distancia de
los impuros, ni de los enfermos, ni de los marginados. Casi uno diría que son sus
predilectos. Y eso es maravilloso: he aquí a la inocencia, no vestida de petulancia ni
rodeada de la típica coraza de juicios fulminantes hacia el resto del universo, sino
ungida de compasión.
1.3 La Carta a los Hebreos lo expresa de modo sencillo y elocuente. Cristo es "el
sumo sacerdote que nos hacía falta: santo, inocente, sin mancha, separado de los
pecadores y elevado por encima de los cielos" (Heb 7,26), pero a la vez "puede
obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo
está sujeto a flaquezas" (Heb 5,2). Separado de los pecadores por la santidad está
cerca de los pecadores por la benignidad, o si mejor decimos, por la exquisita
ternura de su compasión inagotable.
2. Los falsos "evangelizadores"
2.1 El evangelio de hoy nos presenta una escena de lo que podríamos llamar los
"falsos evangelizadores". Los demonios gritan algo que es cierto pero que Jesús no
quiere que sea dicho, o por lo menos no de esa forma. Su aullido asustado es: "Tú
eres el Hijo de Dios" (Mc 3,11). Varias cosas podemos aprender de esta escena
tenebrosa, pues ningún versículo sobra en la Escritura Santa.
2.2 Creo que ante todo podemos aprender que la verdad es más que un enunciado.
O dicho de modo más profundo: la verdad no es solamente un "contenido". Decir la
verdad es más que decir algo cierto. En esta escena el demonio decía cosas ciertas,
pero de algún modo no estaba diciendo la verdad. ¿Por qué? Miremos un ejemplo.
Supongamos un empleado en una empresa. El jefe le dice: "necesito que hoy no
salgas antes de las cinco de la tarde". A las cuatro y media el empleado pasa por el
frente del escritorio del jefe, de camino a la puerta de salida. El jefe lo mira. El
empleado empieza a hacerla una tonta canción de burla: "¡tú eres el jefe!, ¡tú eres
el jefe de esta gran empresa!", mientras se ríe y sigue de salida. ¿Dijo la verdad
ese empleado? La carga de desobediencia y de burla quita todo el sentido de
verdad que las palabras, es decir, el contenido en cuanto tal, tenía. Algo así sucede
con las palabras del diablo. La acción de Cristo no frena un testimonio ni detiene a
un evangelizador, sino que reprime la venganza del enemigo que, aun diciendo la
verdad, pretende herir, desconcertar, burlarse, destruir.
2.3 Alabemos, pues, a Cristo Señor, y reconozcamos en él, con conciencia sincera y
humilde, a nuestro Salvador.
Fr. Nelson Medina, O.P.