EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 3,7-12.
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de
Galilea.
Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de
Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.
Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la
muchedumbre no lo apretujara.
Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban
sobre él para tocarlo.
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres
el Hijo de Dios!".
Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
comentario del Evangelio por
Beato Juan XXIII (1881-1963), papa
Diario del alma, 29/11/1940
“Lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea, y
Transjordania”
“Se￱or, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza.” (Sal 50,17)
Cuando uno advierte que estas palabras son proclamadas cada día a la hora de la
alabanza matutina en nombre de la Iglesia que ora por ella misma y por el mundo
entero, por miles y cientos de miles de bocas implorando esta gracia, nuestra visión
se ensancha y se completa. Es la Iglesia que se anuncia, no como un monumento
histórico del pasado, sino como una institución viva. La Santa Iglesia no es como un
palacio que se construye en un año. Es una ciudad grande que contiene el universo
entero. “La monta￱a de Si￳n está fundada sobre la alegría de toda la tierra; la
ciudad del gran Rey se extiende hacia el Norte.” (Sal 47,3 Vulgata)
La fundación de la Iglesia se comenzó hace veinte siglos y sigue realizándose. Se
extiende a toda la tierra hasta que el nombre de Cristo sea adorado en todas
partes. A medida que prosigue su construcción, los nuevos pueblos a quienes es
anunciado el nombre de Cristo exultan de gozo: “Los pueblos se alegran por el
gozoso anuncio.” (cf Hch 13,48) Es bello pensar en esto, edificante para todo
presbítero que recita su breviario: cada uno tiene que comprometerse a fondo en la
construcción de esta Iglesia santa.
nnnnEl que se dedica a la predicación, en calidad de mensajero del evangelio, diga
al Se￱or: “Se￱or, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza.” (Sal 50,17)
El que no es misionero, que desee ardientemente cooperar en la gran tarea de la
misi￳n. Y cuando salmodia en privado, solo en su celda, que diga también: “Se￱or,
ábreme los labios.” Porque, por la comuni￳n en la caridad debe considerar como
suya toda lengua que anuncia el evangelio en aquel momento, siendo el evangelio
la suprema alabanza divina.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”