Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Enero 25
Fiesta de la Conversión del Apóstol San Pablo
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Levántate, recibe el bautismo que, por la invocación del
nombre de Jesús, lavará tus pecados * Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio. * Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Textos para este día:
Hechos 22,3-16:
En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: "Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero
me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de
la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros
mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel,
encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo
sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de
Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que
los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente
una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que
me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres,
Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis
compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo
pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: "Levántate, sigue
hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Como yo no veía, cegado
por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a
Damasco.
Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad,
vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista."
Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te
ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz,
porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de
su nombre, lavará tus pecados.""
 
Salmo 116 :
Alabad al Señor, todas las naciones, / aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, / su fidelidad dura por siempre. R.
Marcos 16,15-18:
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y
proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el
que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos
signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."
Homilía
Temas de las lecturas: Levántate, recibe el bautismo que, por la invocación del
nombre de Jesús, lavará tus pecados * Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio. * Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
1. "Yo soy judío"
1.1 Lo primero que afirma Pablo al narrar su experiencia en Damasco es: "yo soy
judío". Su drama interior, antes y después de Damasco, está resumido en esa
expresión, y conviene entender por qué.
1.2 No imaginemos la conversión de Pablo con un cambio moral, al modo de
aquellos hombres que dicen: "yo antes era alcohólico y mujeriego, pero encontré a
Jesús, y ahora soy sobrio y no tengo ojos sino para mi esposa". No fue así ni
parecido en el caso de la conversión que hoy celebramos con toda la Iglesia. Pablo
no se convirtió de los vicios a una vida sana. He aquí su relato: "aprendí hasta el
último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como
ustedes muestran ahora" (Hch 22,3). No son las palabras de un vicioso, sino de un
hombre altamente piadoso que vivió con singular ardor su convicción religiosa.
1.3 Y no nos cabe duda de cuál era su convicción religiosa: "yo soy judío" (Hch
22,3). Por convencimiento de judío persiguió a los seguidores de Jesucristo.
Pensaba él, en esa época, que el cristianismo desfiguraba el sentido de las
promesas, destruía las instituciones, quitaba valor a la Ley, traicionaba a Dios.
Estaba equivocado pero, en medio de su ignorancia, obraba con plena convicción y
con un deseo inaudito de coherencia.
1.4 Sobre esto nos escribe él mismo en su Primera Carta a Timoteo: "Doy gracias a
Cristo Jesús nuestro Señor, que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel,
poniéndome en el ministerio; aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y
agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en
mi incredulidad" (1 Tim 1,12-13). Se arrepiente de sus blasfemias, y de haber
lastimado con odio al Cuerpo de Cristo, pero reconoce con honestidad la causa de
este comportamiento perverso: "lo hice por ignorancia".
1.5 En resumen: Pablo quería, como lo más precioso de su vida, a su religión judía.
Cuando pensaba que esta fe quedaba destruida por una "secta", el cristianismo
naciente, trató de purificar de ese supuesto mal a su pueblo; pero Dios lo llenó de
luz y descubrió que Jesucristo no era la gran traición sino la gran respuesta a las
antiguas promesas. Entonces orientó toda su energía a mostrar que la fe judía
alcanza su plenitud en Jesús, así los mismos judíos le hicieran sufrir lo indecible
tanto en su cuerpo como en su alma. Por eso decimos que esa expresión del
comienzo de la primera lectura de hoy, "yo soy judío" resume bien la búsqueda y el
horizonte fascinante de la vida del apóstol más conocido: san Pablo.
2. Un perseguidor perseguido
2.1 Pablo perseguía a los seguidores de Cristo y Cristo le dice: "Yo soy Jesús
Nazareno, a quien tú persigues" (Hch 22,8). De aquí aprendemos o repasamos dos
cosas. Primero: lo que se hace a uno de los humildes hermanos de Cristo, a Cristo
mismo se le hace (cf. Mt 25,40.45). Segundo: nadie persigue a Cristo sin que Cristo
le persiga.
2.2 En efecto, comenta Pablo en su Carta a los Filipenses: "sigo adelante, a fin de
poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús" (Flp
3,12). Es posible que hubiera odio, soberbia o vanidad en la manera como Pablo
perseguía a Jesús; de lo que si estamos seguros es de cuánto amor, cuánta
paciencia y cuánta mansedumbre abundaron en el modo como Jesús persiguió y
conquistó a Pablo.
2.3 Ahora bien, Jesús está en sus seguidores y no se puede perseguirlos sin
perseguirlo a él. Mas también está en ellos para guiar. Son uno con él en el
padecer, pero también en el reinar (cf. Rom 8,17). Y por eso el Señor no da todas
las instrucciones sino que envía a Pablo a que sea discípulo de los mismos a los que
iba a encadenar y a que aprenda de aquellos a quienes hasta ahora ha despreciado.
¿No es magnífica la pedagogía de Dios?
3. "Vas a ser testigo"
3.1 Ananías esclarece no sólo los ojos del cuerpo sino sobre todo los de la mente de
Pablo: el sentido de aquel resplandor, de camino a Damasco, es colmar de luz a
este hombre que así es ya un testigo de la luz. Y por eso le dice: "vas a ser testigo"
(Hch 22,15): porque has visto, harás ver; porque has oído, vas a hablar.
3.2 Ananías invita al converso a darse prisa. Lo mejor que se le puede decir a un
alma de fuego y un carácter ardiente como el de este Pablo. ¡Y qué bien cumplió
ese sencillo encargo! "No pierdas tiempo; no te detengas" le dijo Ananías aquella
vez, y eso hizo nuestro amado apóstol: ya nunca se detuvo. Fervoroso, como antes
era en propagar el error y sembrar el terror, ahora propaga el Evangelio y siembra
amor divino, sin darse nunca por satisfecho, pues bien escribió: " Hermanos, yo
mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que
queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para
obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Flp 3,13-14).
Fr. Nelson Medina, O.P.