Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 3
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Leían el libro de la Ley, explicando el sentido * Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. * Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno
es un miembro * Hoy se cumple esta Escritura
Textos para este día:
Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10:
En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea,
compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados
del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el
mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían
uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta
ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un
puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al
Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "Amén,
amén."
Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de
forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote
y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: "Hoy es un
día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis."
Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron:
"Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no
tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en
el Señor es vuestra fortaleza."
Salmo 18:
 
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e
instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es
límpida y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R.
Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi
corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R.
1 Corintios 12, 12-30:
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también
Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un
mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo
Espíritu.
El cuerpo tiene muchos miembros, no uno sólo.
Si el pie dijera: "No soy mano, luego no formo parte del cuerpo", ¿dejaría por eso
de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: "No soy ojo, luego no formo parte del
cuerpo", ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo,
¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios
distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: "No te necesito"; y la cabeza no puede decir a los
pies: "No os necesito." Más aún, los miembros que parecen más débiles son más
necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos
decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo
necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que
menos valían.
Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se
preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado,
todos se felicitan.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el
segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros,
luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.
¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen
todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos
las interpretan?
Lucas 1, 1-4; 4, 14-21:
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se
extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre
los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del
profeta Isaías y, desenrollándolo, encontr￳ el pasaje donde estaba escrito: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el a￱o de gracia del Se￱or.”
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga
tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír.”
Homilía
Temas de las lecturas: Leían el libro de la Ley, explicando el sentido * Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. * Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno
es un miembro * Hoy se cumple esta Escritura
1. "Está escrito..."
1.1 Las lecturas de este domingo nos invitan a descubrir la fuerza del texto escrito,
o mejor: de la Palabra de Dios, que ha quedado consignada de manera escrita. Las
distintas reacciones de quienes se encuentran con esos textos nos dejan entrever
cuánto tiene Dios también para nosotros en esa colección maravillosa que llamamos
la Biblia.
1.2 Por supuesto, ello nos obliga a preguntarnos de qué manera leemos, no sólo en
el sentido elemental de reconocer las letras, las palabras o las frases, sino más
bien: qué clase de lectores somos, qué clase de oyentes somos, qué tan abierta
está nuestra mente y está nuestro corazón a la Palabra que Dios nos concede.
2. Un Llanto Profundo
2.1 La primera lectura de hoy se ubica en un periodo muy doloroso de la historia
del pueblo elegido. Un periodo que sin embargo estaba lleno de esperanza. Los
hechos concretos son: los hebreos están de vuelta del destierro y enfrentan la tarea
inmensa de reconstruir su ciudad pero sobre todo de volver a construirse
interiormente. Nehemías es el gran líder laico de esa época, mientras que Esdras es
el líder sacerdotal. Juntos, de distintas maneras ayudarán en ese proceso de
reconstrucción espiritual y material. Y aunque las cosas nunca volvieron a ser lo
que eran en tiempos de Salomón, por dar un ejemplo, a través de estos esfuerzos
Dios preparó la esperanza y la fe de su pueblo humillado y humilde. Podemos decir
que estamos como en la recta final hacia la llegada del Mesías, aunque faltaban
unos 400 años para eso.
2.2 La lectura de la Ley es entonces un momento fundamental: es el pueblo oyendo
la voz de su Señor; o todavía mejor, es el pueblo recibiendo las riquezas de una
Palabra que a la vez lo alimenta, lo restaura, lo reconstruye, lo levanta y le marca
una senda para que sepa cómo caminar.
2.3 Por ello el llanto del pueblo es algo muy profundo. Los levitas les están
explicando el sentido de lo que ellos están escuchando. No hay pues obstáculos
entre el Corazón de Dios y el de su pueblo: la verdad fluye, el amor fluye, la
compasión fluye; por eso mismo: el arrepentimiento, el agradecimiento y luego la
alegría fluyen. Si los científicos aseguran que de las aguas saladas del mar brotó la
vida, nosotros podemos decir que del llanto, del llanto profundo del dolor y del
amor, nace la nueva vida de la gracia.
3. Una Promesa Cumplida
3.1 También en el evangelio de hoy hay una lectura, un texto que se lee. Y quien le
da su voz a este texto no es otro sino Jesús mismo. Captemos la belleza y
solemnidad del momento: es Cristo, la Palabra de Dios, prestándole su voz a la
Palabra escrita, a la Alianza Antigua. Podemos decir que cuando Cristo lee la
Escritura algo único sucede porque es como si el texto saliera, saltara por encima
de las letras, y cobrara o manifestara una vida que no le conocíamos. Quizá hay
algo de esto en aquella expresión que dice el mismo Señor: "Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oír."
3.2 Hay otra traducción posible para ese versículo, que viene de Isaías. Esa otra
traducción, fiel al griego, por supuesto, es: "Estas palabras se han cumplido al
oírlas vosotros." El acto de la boca de Cristo, al pronunciar esas palabras, desata su
sentido más hondo, que no era simplemente el retorno del destierro a Babilonia, ni
mucho menos el desquite contra los enemigos de Israel, sino la acción profunda y
duradera del amor de Dios que salva.
Fr. Nelson Medina, O.P.